Retrato Hablado

'La transición oposición-Gobierno no ha sido adecuada'

Citlalli Hernández participó en varios movimientos estudiantiles. Se negaba a mantenerse al margen de 'la cantidad de tragedias que pasaban en el país' y se volvió activista.

Hace unas semanas, la senadora Citlalli Hernández recibió un libro en su oficina. Llevaba una tarjeta amistosa mediante la cual un supuesto grupo de jóvenes la felicitaba por reivindicar a la verdadera izquierda. El libro ocultaba una pequeña bomba casera que dañó levemente a la legisladora. ¿Por qué a ti?, le pregunté. "No sé", respondió. Quizá sea un grupo antiaborto o algún otro opuesto a la agenda progresista que defiende. "Hay diputados locales que me cuentan que sus obispos los señalan y acusan en plena misa y que todo su pueblo los confronta y los odia". Pero no quiere especular. "A ver qué dice la Fiscalía", ataja la joven de 29 años.

Citlalli es hija de una química farmacobióloga michoacana y un ingeniero petroquímico nacido en la Ciudad de México. Juntos fundaron una empresa que vende, calibra y ofrece mantenimiento para todo tipo de instrumentos de medición. Ambos criaron a una familia muy politizada.

"Crecimos atentos a lo que pasaba en el país y decidí, tal vez sin tenerlo tan consciente, que quería ayudar a transformarlo. Me impresionó mucho el proceso del desafuero. Fui a todas las manifestaciones y a todas las marchas. Cuando Andrés Manuel dio su discurso en la Cámara de Diputados, me impactó la reacción de la gente, los miles llorando, y yo en una lógica muy elemental, pensé que toda la vida escuché a la gente quejándose del gobierno, pero en este momento la gente estaba defendiendo a un gobierno. Desde ese momento no le solté la pista al movimiento obradorista".

Citlalli Hernández participó en varios movimientos estudiantiles. Se negaba a mantenerse al margen de "la cantidad de tragedias que pasaban en el país" y se volvió activista. "Me sacaba mucho de onda que los de mi generación eran indiferentes frente a todo lo que pasaba".

Estudió periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas. Sin embargo, nunca ha ejercido su carrera. "En su momento formé parte del 132, marché contra la violencia, por los desaparecidos, por los asesinados, por los padres de los niños de la guardería ABC, por otras desgracias, y cuando Morena surgió como movimiento, me metí más. Siempre busqué un espacio de mayor participación hasta que encontré las Juventudes de Morena".

Después, Hernández participó en la construcción del partido, cuya prioridad era generar comités de base. "Yo no había hecho activismo en mi colonia o en mi delegación, hasta que regresé a Iztacalco. Apoyamos los procesos de afiliación los fines de semana porque estudiábamos o trabajábamos. Era duro porque en ese momento nadie quería afiliarse; había mucha gente sentida con Andrés Manuel porque creían que había traicionado al PRD".

Durante el primer proceso de elección interna de candidatos, en 2015, con la certeza de que perderían la delegación, la lógica del equipo de Hernández era "apostarle a concientizar y generar procesos de organización comunitarias". Trabajaba en la coordinación de difusión del Fondo de Cultura Económica cuando fue elegida candidata por su distrito. Competía contra la delegada con licencia, la perredista Elizabeth Mateos.

Hernández resultó electa como diputada local. "Toda mi preocupación era, y aún lo es, no convertirme en lo que yo he criticado toda la vida. Las condiciones en la asamblea fueron muy adversas. Los legisladores de todos los partidos se unieron contra los de Morena. Apenas podía hacer algo por los vecinos".

Hernández ejerció su función desde la calle. Instaló módulos itinerantes desde donde los atendía. La frontal confrontación con el delegado (casado con Mateos, por cierto) no le permitió hacer muchas cosas para sus representados. "Organizamos a los vecinos, pero no lograba que me aprobaran un solo punto de acuerdo. Hacíamos todas gestiones pero al final la delegación siempre nos bloqueaba".

Se aproximaba la elección de 2018. La morenista se dedicó a la construcción de la estructura electoral de promoción y defensa del voto, sobre todo en Coahuila. "Había que apostarle al crecimiento de Morena en el norte. Cuando se sorteó el género para determinar las candidaturas a las alcaldías, en Iztacalco tocó hombre. Me metí de lleno a Coahuila, pero quedé en una terna y al final gané la candidatura al Senado en fórmula con Martí Batres".

-Ha pasado un año desde que López Obrador ganó la elección. ¿Cómo va a hacer Morena, tu partido, para no convertirse en lo que has combatido?

-Veremos qué sucede en el proceso interno, en noviembre. O se convierte en otro más o le damos un poco más de tiempo y de oportunidad para que se transforme en un partido distinto. Porque todo ha sido muy rápido. Morena apenas cumplió 5 años.

-¿Te parece que es cuestión de tiempo?

-Es que hay líderes y grupos de poder que traen una lógica tradicional, añeja, y un gran colmillo. Coinciden con Andrés Manuel, pero no están dispuestos a cambiar los viejos moldes. Pero también mucha gente que cree en lo que se prometió, pero que no tiene experiencia partidista ni de cómo hacer política, que se resiste a aquellas formas. Yo, por ejemplo, llegaba a la asamblea y me peleaba con todos y ni siquiera saludaba a los que tenían fama de corruptos y, claro, votaban en contra de todas mis iniciativas. Aprendí que tenía que ser más suave en el espacio parlamentario porque si eso me ayudaba a que me aprobaran las iniciativas a favor de mis vecinos, pues lo tenía que hacer. Estamos en transición, entre la lucha social en el movimiento y gobernar y ser partido. No es fácil para quienes no tienen una experiencia previa.

-¿Estás satisfecha con el gobierno de AMLO?

-Sí, pero creo que también se ha demostrado la falta de cuadros y la falta de experiencia en el Congreso y en el gobierno. No hemos logrado organizarnos y no estamos transitando adecuadamente de la oposición al gobierno. Tampoco es justo para la gente decirle 'aguántennos, estamos aprendiendo'.

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