Retrato Hablado

Cuando música, ópera y dirección de orquesta se vuelven uno solo

Pero el paso definitivo que anhela Iván López Reynoso es asumir la titularidad de una orquesta, "una que me permita crecer aún más", le dice a María Scherer.

Iván López Reynoso/músico.

La historia de Iván López Reynoso no es la típica del mundo de la música. Los músicos consagrados suelen provenir de familias con antecedentes musicales. Los padres de Iván López Reynoso son ingenieros.

"Nací en Guanajuato y fui bendecido porque crecí en una ciudad apropiada para mi desarrollo cultural", cuenta. Cuando cumplió sus primeros dos años, recibió de su abuela materna, Fantasía, la película de Disney, en beta, un formato olvidado. La veía una vez tras otra; hasta aprendió a manipular la casetera para adelantarla o retrasarla. Frente a la televisión, Iván imitaba los movimientos de Stokowski y volteaba los cajones del buró de su madre para simular un podio.

Para sus padres fue evidente que debían aproximar cuanto antes al niño a la música. Después de consultar con conocedores en la Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, les recomendaron clases de violín para el pequeño.

Años adelante, cuando llegó el momento de solidificar su formación musical, Iván López Reynoso entendió que tenía que dejar Guanajuato y se fue a vivir a Morelia para estudiar el bachillerato en instrumento, con la maestra Gela Dubrova, en el Conservatorio de las Rosas. El joven cursó las materias de tronco común (español, matemáticas, filosofía, etcétera) además de armonía, solfeo, violín y piano.

López Reynoso organizó un grupo escolar de amigos, bajo su dirección. El Conservatorio mismo notó el potencial de la iniciativa estudiantil y promovió varios conciertos.

Jorge Medina Leal (quien fue director del coro de la Ópera de Bellas Artes) y Thusnelda Nieto, ambos profesores del Conservatorio de las Rosas, convencieron a Iván de que tenía buena voz y lo integraron a un coro selecto de alumnos. Bajo su tutela, interpretó a Monostatos en La flauta mágica, de Mozart, con el taller de canto del Conservatorio, su primer personaje de ópera.

López Reynoso se inscribió en el Centro Ollin Yoliztli, bajo la tutoría de Gonzalo Romeo. En su tiempo libre, acompañó y presenció clases en otras escuelas de música, conoció maestros y alumnos y encontró su primera gran oportunidad en el taller de perfeccionamiento vocal de Conaculta, dirigido por Raúl Falcó, del cual derivaron imponentes carreras operísticas. Falcó notó no sólo la voluntad y el talento del muchacho, sino también su versatilidad y lo empujó para participar, en 2009, en una representación de Las bodas de Fígaro en Monterrey, en el papel de Don Basilio. Tres meses después, López Reynoso repitió con el elenco del taller de perfeccionamiento vocal, pero le advirtió Falcó, esta vez él sería el director. Aquella producción se presentó también en el Centro Nacional de las Artes.

La carrera del muchacho burbujeaba mucho antes de concluir la licenciatura.

Octavio Sosa, entonces subdirector artístico de la Ópera de Bellas Artes, quedó impresionado por Las bodas de Fígaro y le ofreció que fuera el director asistente a partir de fines de 2011. En el Palacio, López Reynoso fue de todo: director asistente, director del coro, maestro interno y hasta pianista y cantante durante algunos ensayos.

Otro asistente a Las bodas de Fígaro fue Gustavo Weber, director de Música de la UNAM. Weber lo invitó a tomar un curso de dirección en la UNAM, con la orquesta de Eduardo Mata. Por aquel tiempo recién apareció la convocatoria para director asistente de OFUNAM y López Reynoso concursó, pero seguía estudiando y no podía aceptar un trabajo de tiempo completo en la Universidad. Por esa razón, fue nombrado becario en la dirección de orquesta de la Dirección General de Música, donde trabajó un par de años.

En 2012, Sosa fue nombrado director artístico de la Ópera de Bellas Artes y le propuso que dirigiera una Carmina Burana con la orquesta y el coro del teatro, pero ésta nunca llegó a realizarse. Sin embargo, Sosa encontró la oportunidad ideal para él: una gala de ópera con Javier Camarena, Rebeca Olvera, Mónica Chávez, Carlos Almaguer y Javier Lomelí. A los 22 años, López Reynoso dirigió a las cinco luminarias mexicanas de la ópera, en su debut en Bellas Artes, convirtiéndose en el mexicano más joven que dirigió en el palacio. Ahí comenzó su colaboración con Javier Camarena, que se ha convertido en un personaje importantísimo para su trayectoria. "Me ha llevado de la mano; soy su director de cabecera".

Después de titularse, López Reynoso fue nombrado director asistente de la Filarmónica de la UNAM, pero al mismo tiempo, otras orquestas le brindaron oportunidades. Debutó con la Sinfónica Nacional, las de Xalapa y Guanajuato y con l Filarmónica de Ciudad de México. Un año después, se abrió su primera ventana internacional en el Festival Rossini de Pesaro, cuyo director artístico –Alberto Zedda– lo convidó a dirigir El viaje a Reims. Ese festival le abrió otras puertas: en 2015 debutó en Bilbao, en una gala con Camarena. Más adelante, la Oviedo Filarmonía lo nombró director principal invitado.

Ese mismo año, Srba Dinic, quien fue director musical del Teatro Estatal de Braunschweig, en Alemania, puso a consideración el nombramiento de López Reynoso como primer Kapellmeister del teatro. Ocupó esa plaza a pesar de que le hizo guiños la titularidad de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes.

Después de debutar en Omán, Perú y Madrid, y al terminar su contrato en Braunschweig, López Reynoso decidió desarrollar su carrera como freelance. Hace un año, la OFUNAM le hizo director asociado, gestión que comenzó con el 2020, pero fue suspendida por el estado de alerta.

Después de la música, López Reynoso ama el cine y la lectura. Ahora está leyendo Rayuela (por segunda vez), además de La vida de los elfos, de Muriel Barbery y Una novela criminal, de Jorge Volpi, que lo tiene "picadísimo".

El joven director tiene compromisos firmados hasta 2023, sobre todo en Europa, donde se planea la oferta musical con antelación. A la vuelta están sus estrenos en Sevilla y Chicago, a parte de un proyecto en el Teatro de la Zarzuela, en Madrid. Pero el paso definitivo que anhela es asumir la titularidad de una orquesta, "una que me permita crecer aún más".

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