Retrato Hablado

‘La impunidad del pasado habilita la del presente’

Carlos Pérez Ricart, profesor-investigador del CIDE, publicará ‘La violencia vino del norte’, un libro sobre el tráfico de armas en la frontera.

“¿Qué estoy haciendo en Berlín?”, se preguntó Carlos Pérez Ricart angustiado, en 2011, a casi 10 mil kilómetros de la casa en la que creció, en el norte de la Ciudad de México. No daba crédito de lo que leía en la prensa mexicana: 72 migrantes muertos en San Fernando, Tamaulipas. Las preguntas se sucedían: ¿qué podía aportar con sus estudios en Historia de las Ideas de Finales del Siglo XIX? Su abuelo le decía que en la vida bastaba con ser justo y feliz. Pero además de eso, él quería hacer algo por su país, algo trascendente. Y estuvo a punto de volverse. No lo hizo y, en cambio, postuló de nuevo a su beca para investigar la feroz violencia en México.

“Cambié radicalmente mis intereses y empecé a escribir una tesis doctoral sobre la presencia de la DEA en México, de la que no se sabía nada; muchos artículos periodísticos, pero ninguno académico. Desde entonces me parece increíble que sepamos tan poco sobre dinámicas de violencia sobre el crimen”.

-¿No sabemos lo suficiente?

-Estoy completamente cierto de ello. Lo comparo con otros países. Los huecos están en la relación entre autoridades y academia. Los datos con los que trabajan los académicos son datos públicos, en la mayoría de los casos; no se comunican en absoluto con policías, son muy pocos los casos en los que hay una relación simbiótica entre conocimiento académico y datos oficiales.

-¿A qué lo atribuyes?

-A la desconfianza de los dos lados; desconfianza de la policía y también desconfianza inversa. Prácticamente no hay relación y cuando la ha habido, han habido muy malas experiencias, como cooptación del académico. No fluye la relación. En España sí la hay; en Chile la hay; en Argentina también; en México no existe esa interdependencia que es positiva.

-¿Y cómo lo hicieron ellos?

-Hay una experiencia, 40 o 50 años de redes de investigación mucho más amplias. En México, el continuo cambio de instituciones no ha permitido generarlo. La otra razón tiene que ver con la enseñanza del derecho en México, y que aquellos que se dedican a la criminología y las instituciones que se dedican a esto, tienen una perspectiva muy formalista.

Para escribir su libro Cien años de espías y drogas: La historia de los agentes antinarcóticos de Estados Unidos en México, Pérez Ricart pasó meses en Washington, Londres y México investigando. Trabajó en Berlín hasta que le ofrecieron una plaza de posdoctorado en Oxford, como docente de Política Pública y de Historia Contemporánea de México. “Les interesa la perspectiva histórica con la que estudio el tema de la violencia y la seguridad, y también para dar clases de historia de México, pero siempre tuve el gusanillo de volver. Sobre todo, no sentía que lo que hacía ahí era relevante para la discusión en mi país ni para mi crecimiento. Perdía mi tiempo”.

Carlos Pérez Ricart es fanático del Atlético de Madrid: “El Atlético es el underdog, es como yo: no se rinde y tiene más coraje y corazón que calidad. Es un reflejo: yo tengo menos atributos que ganas de tener atributos y disciplina”.

Pérez Ricart estudió en el Colegio Alemán porque a su padre le gustaban Alemania y los alemanes, “sin demasiada racionalidad”. Y porque estaba en Lomas Verdes, cerca de su casa y la de su abuelo, una figura importante. “Desde niño jugaba ajedrez con el abuelo y veía futbol con mi papá. Leía periódicos a los siete, primero deportes, después lo demás. La política siempre fue un interés, no una vocación”.

En 2005, estalló una protesta vecinal en Lomas Verdes por la construcción de un Walmart. Se unió a la resistencia, que atestiguó la destrucción de una zona destinada al uso ecológico. “Fue el primer movimiento en el que participé y por primera vez vi la política de cerca; también la crudeza del Estado y del dinero. Nos persiguieron y sufrimos violencia policial. Ese evento me politizó completamente”.

Estudió Relaciones Internacionales en el Colegio de México y algunos semestres de Literatura en la UNAM. Aficionado también a la literatura y la música clásica, Pérez Ricart consiguió una posición de profesor investigador en el CIDE. En 2021, fue seleccionado como integrante de la Comisión para el Acceso a la Verdad de la Guerra Sucia, un proyecto del Estado para esclarecer graves violaciones a los derechos humanos. “Era lo que yo estaba buscando esa tarde en Oxford, mientras daba clase de Historia Contemporánea de México y me sentía completamente inútil en la mejor universidad del mundo, pero incapaz de hacer algo por México”.

“Este esfuerzo, que no será ni el último ni el primero, abre la posibilidad de que se generen círculos virtuosos. Es una comisión que va a durar dos años y medio, pero ni mucho menos es el final de la cosa. Hay una historia de lucha que nos toca liderar, pero que luego continuará. Y me interesa que se genere institución; es parte de ese proceso. Confío en que esta comisión va a desembocar en la creación de un centro nacional de memoria, que seguirá investigando lo sucedido en ese periodo, pero más importante: que desemboque también en procesos de justicia, porque la impunidad del pasado habilita la impunidad del presente. Las redes de macrocriminalidad, las redes de corrupción, los orígenes de la cooptación del Estado se dan en esa época, y nadie lo había investigado en su totalidad. Esta comisión, sí”.

En breve, Pérez Ricart publicará La violencia vino del norte, un libro sobre el tráfico de armas en la frontera. “Las armas son el factor que termina de desencadenar la violencia en febrero de 2007, hasta entonces el momento más pacífico de la historia contemporánea de México. En marzo comenzó la escalada de violencia, ancladísima al negocio y a la venta de armas en Estados Unidos. Sin quitarle responsabilidad a Felipe Calderón por la estrategia, algo ya muy duro se estaba cultivando en México desde los primeros dosmiles, pero cuyos orígenes son anteriores. La estrategia fue mala, pero esto iba a suceder sí o sí”.

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