Razones y Proporciones

Los riesgos de apagamiento manufacturero

Es urgente que México adopte medidas de política interna que fortalezcan la confianza de los inversionistas y los consumidores.

Desde 2017, el ritmo de crecimiento económico anual de México ha mostrado una disminución notable, lo que ha incluido a los servicios y la industria, los cuales representan casi la totalidad del PIB.

El debilitamiento productivo ha respondido primordialmente al menor dinamismo del gasto interno. Específicamente, la inversión fija bruta ha acentuado su tendencia negativa iniciada desde 2015, la cual ha estado provocada, en gran medida, por erogaciones decrecientes de capital del sector privado. Además, por su ponderación dominante en la demanda agregada, la marcada ralentización del consumo privado ha resultado el factor crucial de la desaceleración del PIB.

A juzgar por los indicadores de confianza del productor y, en menor grado, del consumidor, la incertidumbre asociada con el rumbo de la política económica, tanto externa como interna, parece estar contribuyendo a la actitud de cautela de las empresas y los particulares.

En este entorno de debilidad, ha contrastado la relativa resistencia a la baja de la producción manufacturera. Si bien también ha aflojado su marcha, este indicador ha continuado exhibiendo una tendencia positiva, que contrasta con el estancamiento y posterior declive de la construcción y, en especial, con el prolongado desplome de la minería.

Dada la estrecha interconexión manufacturera entre México y Estados Unidos, la resiliencia de esta rama industrial en nuestro país parece responder, esencialmente, al correspondiente desempeño estadounidense.

En particular, después de una fase contraccionista, derivada principalmente de la reconformación del sector petrolero a raíz de la caída de los precios internacionales de los hidrocarburos, durante 2017-2018 la producción manufacturera estadounidense registró una clara recuperación.

Como ha ocurrido históricamente, la reanimación externa ha sostenido el dinamismo manufacturero interno, siendo el mecanismo de transmisión el comercio internacional de mercancías.

En efecto, desde 2017 las exportaciones manufactureras, cuyo destino mayoritario es Estados Unidos, han registrado un empuje significativo. La mayor expansión ha correspondido a la industria automotriz, si bien el resto de las manufacturas ha mostrado también un innegable vigor.

Adicionalmente, en un entorno de disminución del comercio global, como resultado, en buena medida, de las tensiones comerciales impulsadas por Estados Unidos contra China, México se ha visto favorecido con el desplazamiento de las importaciones estadounidenses de bienes chinos.

Esta recomposición contribuye a explicar el incremento de la penetración de las exportaciones manufactureras mexicanas en el mercado de Estados Unidos, evidente, de forma destacada, en la industria automotriz.

Así, la participación promedio de México en las compras estadounidenses automotrices pasó de alrededor de 31 por ciento en 2016 a 36 por ciento en lo que va del presente año. Este avance ha provenido mayormente de las ventas externas de vehículos, aunque las de autopartes también han incrementado su contribución.

Al menos dos elementos sugieren cautela sobre la evolución de las manufacturas de México en el futuro próximo. En primer lugar, la industria manufacturera de Estados Unidos registró contracciones en los dos primeros trimestres de 2019 y un moderado crecimiento en el tercero. Excepto que surja una corrección abrupta al alza en ese sector, es probable que tal evolución frene la actividad manufacturera en nuestro país de forma más clara que lo observado recientemente.

Por desgracia, los indicadores prospectivos basados en encuestas con gerentes de compras estadounidenses del sector manufacturero han mostrado una marcada tendencia declinante durante el presente año.

En segundo lugar, el final de las tensiones comerciales parece todavía remoto, por lo que los daños sobre las cadenas de suministro de Estados Unidos podrían profundizarse, afectando aún más a la industria de esa nación.

Lo anterior implica que aun cuando continuara el aumento de la participación de México en las compras del vecino país del norte, ello podría llegar a coincidir con una reducción anual en el valor de las exportaciones mexicanas, agudizando su desaceleración observada durante 2019.

Ante la posibilidad de que se apague cíclicamente el motor exportador manufacturero, es urgente que México adopte medidas de política interna que fortalezcan la confianza de los inversionistas y los consumidores. No hacerlo dejaría al país en una situación de suma debilidad ante posibles choques del exterior, incluyendo la eventualidad de una recesión mundial.

Exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006).

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