Razones y Proporciones

Los retos de la inclusión financiera

La revolución de los servicios digitales basados en el teléfono móvil y el internet puede reducir costos e impulsar la inclusión financiera.

La limitada inclusión financiera en México sugiere la necesidad de que los bancos encuentren formas de atender a segmentos poblacionales más amplios con productos y servicios de menor costo.

Los intermediarios financieros juegan un papel crucial para la operación eficiente de cualquier economía. Dentro de este sistema, el público puede ahorrar para solventar necesidades futuras o comprar un seguro para eventos imprevistos; los hogares y las empresas tienen la posibilidad de obtener financiamiento para adquirir bienes y emprender inversiones; y la sociedad puede realizar pagos eficientemente, entre otras posibilidades.

La inclusión financiera, entendida como el acceso de la población a estas ventajas, permite incrementar el nivel de bienestar general y abatir la pobreza. Además, un elevado grado de intermediación es indispensable para un mayor crecimiento económico.

Si bien en nuestro país existen varios tipos de instituciones que ejercen algunas de estas funciones, con mucho, las de mayor peso y cobertura son las bancarias.

A lo largo del tiempo, los bancos en México han modernizado sus canales de distribución y han ensanchado, de forma directa o indirecta, su alcance geográfico. Por ejemplo, en años recientes, los corresponsales, es decir los establecimientos comerciales que ofrecen servicios financieros a nombre y cuenta de los bancos, han representado puntos de atención de creciente importancia.

A pesar de estos avances, la inclusión financiera ha aumentado a un ritmo muy pausado y todavía se encuentra en niveles relativamente bajos. En consecuencia, una proporción aún significativa de la población no tiene acceso a los productos y servicios de la banca.

Aunque no existe una única manera de medir la inclusión financiera, algunos indicadores básicos son reveladores.

Uno de ellos es el porcentaje de la población que cuenta por lo menos con una cuenta en una institución. Este dato es relevante porque la mayor parte de la población inicia su relación con el sistema financiero mediante la apertura de una cuenta. Considerando la población con 15 años de edad o más, en 2017 esta razón fue sólo 37 por ciento.

Otro indicador consiste en la proporción del crédito bancario al sector privado no financiero respecto al PIB, la cual se ubica en aproximadamente 29 por ciento, muy por debajo de los estándares internacionales.

Un análisis más detallado confirma que los sectores con menor atención son las poblaciones de bajos ingresos y las pequeñas comunidades más alejadas de las ciudades.

En la explicación de la lenta inclusión financiera pueden confluir varios factores, incluyendo la crisis bancaria de mediados de los años noventa del siglo pasado, así como la prevalencia de un débil Estado de derecho que vulnera la seguridad de los acreedores.

Sin desconocer estos antecedentes, un elemento crucial que podría estar obstaculizando una bancarización más rápida es el elevado costo operativo de los intermediarios. Diversas comparaciones internacionales revelan que la banca en México ha sido de las más caras del mundo.

Por ejemplo, en una investigación reciente del Banco Mundial sobre el costo de la intermediación, medido como la razón del margen financiero (diferencia entre ingresos y egresos por intereses) a los activos de los bancos, para 160 países con datos promedio de 2005 a 2014, México se colocó cerca del decil más alto, sólo superado por un puñado de países de muy bajo nivel de desarrollo.

Según ese estudio, un componente importante que contribuye a explicar las presiones sobre margen financiero han sido los costos operativos asociados con la infraestructura y el personal de las sucursales, así como con una insuficiente automatización.

Además, en cualquier sistema, las comisiones representan una fuente complementaria de ingresos y un medio de diversificación ante posibles reducciones en el margen de los bancos. En el caso de México, la razón de las comisiones respecto a los activos bancarios luce menos elevada, si bien rebasó la del 60 por ciento de los países.

De ahí que, si en México los altos costos de intermediación, derivados de una onerosa carga operativa, representa un impedimento para hacer rentable la atención de las poblaciones menos afortunadas, una forma de impulsar la inclusión financiera sea mediante el mayor uso de tecnologías modernas.

La revolución de los servicios digitales basados en el teléfono móvil y el internet, que está siendo impulsada por las empresas de tecnología financiera (Fintech, por su abreviación en inglés), puede dar la pauta a los bancos, reducir los costos e impulsar la inclusión financiera.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006).

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