Razones y Proporciones

Los mercados financieros divergen de la economía

El optimismo reflejado en la mejoría financiera contrasta con el pesimismo en los indicadores de confianza de las empresas y los consumidores de muchos países.

Desde finales de marzo, los precios de los activos financieros internacionales han registrado una notable recuperación, lo cual contrasta con la evolución de la economía global que, en igual periodo, ha entrado en una profunda recesión.

Probablemente, la manifestación más clara del auge financiero ha sido el considerable repunte de las cotizaciones accionarias en los principales mercados.

Por ejemplo, el Promedio Industrial Dow Jones, después de caer casi 37 por ciento de mediados de febrero al 23 de marzo, acumuló una mejora de aproximadamente 39 por ciento desde este día hasta finales de junio. Aunque tal índice aún se encuentra por debajo de los niveles observados a la mitad de febrero y a principios del año, la reanimación ha sido notable.

Asimismo, las tasas de interés de mercado en casi todas las economías se han reducido significativamente. A manera de ilustración, la tasa de interés de los Bonos del Tesoro del Estados Unidos a diez años acentuó su tendencia descendente observada desde el inicio de 2020, mediante una reducción de casi un punto porcentual desde mediados de febrero, para ubicarse en 0.66 por ciento a finales de junio.

De forma semejante, los diferenciales de tasas de interés de deuda soberana y de corporativos respecto a las del gobierno estadounidense, tras registrar una ampliación abrupta de mediados de febrero a finales de marzo, se han comprimido para situarse, en algunos casos, en niveles similares a los de principios de año.

El optimismo reflejado en la mejoría financiera contrasta con el pesimismo en los indicadores de confianza de las empresas y los consumidores de muchos países, los cuales se desplomaron durante marzo y abril, y han permanecido en niveles deprimidos desde entonces.

¿A qué se debe esta divergencia? La causa inmediata parece encontrarse en las acciones extraordinarias de relajamiento monetario y de provisión de liquidez y crédito que han aplicado los principales bancos centrales.

Así, el banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, tras disminuir 75 puntos base el rango objetivo de su tasa de referencia durante la segunda mitad de 2019, la recortó 150 puntos más durante marzo pasado, para llevarla virtualmente a cero.

Adicionalmente, el Fed reabrió o intensificó algunos programas provenientes de la gran crisis financiera de 2008-2009, e inició otros que rebasaron sus facultades operativas anteriores.

Las acciones con precedente caen en tres campos. Primero, la satisfacción de la demanda de efectivo y valores gubernamentales de corto plazo, mediante la adquisición de instrumentos de mayor plazo cuyos mercados se hallaban presionados. Asimismo, un incremento sustancial de las compras a gran escala de activos financieros, conocidas como 'relajamiento cuantitativo'.

Segundo, medidas para mejorar la liquidez en el crédito de corto plazo, que abarcan la flexibilización de las condiciones de redescuento, así como la expansión de las facilidades de fondeo de papel comercial y de liquidez para sociedades de inversión, entre otras. Y, tercero, la autorización para que los bancos utilicen sus amortiguadores de capital y liquidez para otorgar préstamos.

Por su parte, las principales acciones sin precedente buscan facilitar directamente el crédito de largo plazo a los hogares, los negocios y los gobiernos subnacionales. Estas incluyen el establecimiento de facilidades de financiamiento a plazo respaldado por activos, de crédito corporativo y de liquidez municipal, así como un programa de préstamos para las pequeñas y medianas empresas.

Las disposiciones más innovadoras fueron anunciadas el 23 de marzo, fecha en que dieron la vuelta al alza los mercados financieros. Al parecer, el optimismo emana de la expectativa de que las medidas del Fed apoyarán la reactivación económica.

A pesar del éxito en lograr el aflojamiento de las condiciones financieras, las recientes acciones de este y otros bancos centrales enfrentan algunas limitaciones. Primera, no es evidente su beneficio sobre la economía, en parte, porque los lineamientos de algunos programas han tomado tiempo y la demanda de crédito naturalmente no es pujante.

Segunda, la inundación de liquidez presenta el peligro de propiciar un incremento artificial en los precios de los activos en riesgo hasta valoraciones que impliquen una corrección abrupta posterior, lo cual podría detener una posible recuperación económica.

Tercera, más importante, los bancos centrales han decidido invadir el campo fiscal, administrando la asignación del crédito. La ambigüedad en los límites de sus facultades puede comprometer la independencia y la credibilidad de estas instituciones.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y escritor del libro Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006) .

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