Razones y Proporciones

El posible impacto del coronavirus

El impacto negativo sobre la actividad económica es resultado de la reacción de los individuos, las empresas y el gobierno ante la epidemia.

A finales de 2019, las autoridades de China revelaron el brote de un coronavirus que afectaba a los habitantes de la ciudad de Wuhan, capital de la provincia Hubei, el cual al poco tiempo se identificó como una nueva cepa de esa familia de infecciones.

Desde entonces, un número creciente de personas, principalmente en esa región, ha sido diagnosticado con ese germen, así como algunos casos aislados en otros países, cuyo contagio se ha derivado generalmente de viajes provenientes de China.

La expansión de la enfermedad llevó a la Organización Mundial de la Salud a describir, en enero pasado, el padecimiento como una emergencia sanitaria internacional. Como era de esperarse, el nuevo coronavirus ha causado preocupación entre el público y ha atraído la atención de especialistas.

Desde el punto de vista técnico, gran parte de la intranquilidad parece derivarse del escaso conocimiento sobre esa enfermedad y su forma de transmisión. En consecuencia, no se cuenta con un tratamiento médico específico ni una vacuna para su prevención, cuyo descubrimiento podría tardar meses, o incluso años.

Por ahora, los pacientes son tratados con métodos que han probado ser efectivos para el combate de otros virus. Afortunadamente, es posible controlar su contagio con medidas de salud pública adecuadas.

Como en otras epidemias, la magnitud de las consecuencias adversas del nuevo coronavirus es desconocida de antemano, ya que depende de su duración y propagación.

Evidentemente, el costo más grave consiste en el número de personas infectadas y, desde luego, la pérdida de vidas humanas. Un punto de comparación útil es otro coronavirus que padeció China durante 2002-2003, denominado Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS).

El nuevo coronavirus se ha diseminado a un ritmo mucho mayor que el de aquella enfermedad. A pocas semanas de su inicio, las personas contagiadas son más de cinco veces las registradas durante la vigencia completa del SARS y las fallecidas ya superaron las del total de esa epidemia.

Un daño adicional del nuevo coronavirus es su posible costo económico, el cual no se relaciona con los recursos utilizados para el combate de este mal y la atención de las personas infectadas, sino con la pérdida en el dinamismo del PIB.

El impacto negativo sobre la actividad económica es resultado de la reacción de los individuos, las empresas y el gobierno ante la epidemia. Específicamente, las personas, en especial las ubicadas en áreas de elevado riesgo de contagio, buscan evitar esta posibilidad reduciendo, en la medida de lo posible, su exposición a lugares concurridos como restaurantes, cines y destinos turísticos, lo cual disminuye la demanda por ciertos bienes y servicios.

La alteración de la conducta de los consumidores puede ser reforzada por las políticas gubernamentales de salud, entre las que destacan los controles de las fronteras y las cuarentenas. Asimismo, las empresas pueden reaccionar a la emergencia con medidas como la disminución de sus operaciones y la clausura o la reubicación de sus instalaciones.

Estas reacciones se han observado durante el presente año en China, donde ha cerrado un sinnúmero de establecimientos comerciales, en particular, de marcas transnacionales, por ejemplo, las dedicadas a la venta de comida y de artículos de lujo, y se han cancelado muchos vuelos.

El gobierno ha impuesto restricciones al flujo migratorio en torno a la provincia Hubei y al país. Al mismo tiempo, la actividad manufacturera ha disminuido, en especial en los sectores automotor y de telecomunicaciones, y se han debilitado las cadenas de suministro en varias industrias.

La caída de la demanda y de la producción en China ha repercutido negativamente en el precio de algunas materias primas, como el petróleo, el cobre y el mineral de hierro, de las cuales esa nación es un consumidor líder.

Dado que la epidemia probablemente aún se encuentra en sus etapas iniciales, es imposible saber cuál será su efecto económico total. En 2003, la repercusión del SARS sobre el dinamismo del PIB de China y del mundo fue moderado y se concentró en el segundo trimestre de ese año.

Sin embargo, durante la última década y media, la importancia global de China se ha acrecentado considerablemente, por lo que el impacto económico internacional de la epidemia podría resultar mucho mayor.

En tales circunstancias, es imperativo que México, además de prepararse para atender la emergencia sanitaria en caso de presentarse contagios, fortalezca sus políticas públicas con el fin de superar el actual estancamiento interno y enfrentar mejor un posible choque adverso de la economía mundial.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y del libro Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006) .

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