Razones y Proporciones

El inconveniente superávit de la cuenta corriente

Contrario a la percepción de algunos, un superávit y un déficit no son sinónimos de 'favorable' y 'desfavorable' para el país.

Durante el tercer trimestre de 2020, la cuenta corriente de la balanza de pagos de México mostró el superávit más elevado desde que se tiene registro, equivalente a 6.9 por ciento del PIB.

El saldo de la cuenta corriente es el valor neto, denominado en dólares estadounidenses, de las exportaciones menos las importaciones de bienes y servicios, así como de los ingresos asociados a los rendimientos en inversiones y a las remesas del país con el resto del mundo.

Cuando el monto es positivo se dice que existe un superávit y cuando es negativo un déficit. Esta nomenclatura indica exclusivamente el signo de la cuenta y no una evaluación. Contrario a la percepción de algunos, un superávit y un déficit no son sinónimos de 'favorable' y 'desfavorable' para el país.

De hecho, el superávit sin precedente de la cuenta corriente del tercer trimestre difícilmente puede considerarse una buena noticia. Una primera razón es que tal monto refleja, en gran medida, la debilidad económica de México.

Lo anterior se constata al analizar la balanza de mercancías no petroleras, que es un importante componente de la cuenta corriente porque los flujos de las exportaciones y las importaciones son los más cuantiosos y, además, tienden a responder al ciclo de la economía.

Así, el inusitado superávit de la cuenta corriente durante el tercer trimestre reflejó, principalmente, la ampliación del saldo no petrolero, el cual alcanzó su nivel máximo histórico.

Tal desempeño se derivó de dos tendencias contrastantes: una recuperación acelerada de las exportaciones por la reanimación económica del mundo y, en especial, de Estados Unidos; y un anémico incremento de las importaciones, principalmente, por la debilidad de la demanda interna.

Esta última relación se confirma con el hecho de que el mayor letargo de las importaciones ha correspondido a las de capital y, luego, a las de consumo, mientras que el mayor avance se ha observado en las de uso intermedio, típicamente vinculadas a las exportaciones.

Debe aclararse que el significativo rezago de las importaciones no es nuevo, sino que empezó hace más de dos años con un estancamiento a partir del segundo trimestre de 2018 y una tendencia declinante desde 2019.

En contraste, las exportaciones no petroleras registraron un auge en 2018 y cierta moderación en 2019 como resultado de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Durante este tiempo, la creciente debilidad económica ha implicado la ampliación del superávit de la balanza no petrolera.

Una segunda razón, más general, para no celebrar el superávit de la cuenta corriente del tercer trimestre emana de su interpretación económica. Por identidad, este saldo positivo significa que el ingreso es superior al gasto en el país, lo que, a su vez, implica que el ahorro interno supera a la inversión.

Tal implicación merece dos lecturas. Por un lado, los mexicanos están sacrificando consumo 'excesivamente', al reservar recursos muy por encima de lo que necesitan para invertir; por otro, la inversión física en el país ha caído continuamente durante los dos últimos años, por lo que su nivel actual no requiere 'tanto' ahorro.

Desde ambas perspectivas, el efecto es el mismo: los mexicanos envían el ahorro excedente al resto del mundo.

Este resultado es una consecuencia ineludible de la contabilidad de 'doble asiento' que caracteriza a la balanza de pagos y hace que su saldo sea siempre igual a cero. Por ejemplo, cuando una planta en México exporta un auto, el valor del envío se registra como un 'abono' en la balanza de bienes dentro de la cuenta corriente, y el crédito comercial otorgado al comprador externo como un 'cargo', por la misma cantidad, dentro de la cuenta financiera.

La cuenta financiera resume las transacciones entre residentes y no residentes. Su saldo positivo significa un préstamo neto al resto del mundo, mientras que uno negativo un endeudamiento neto.

Por eso, el superávit de la cuenta corriente debe ser aproximadamente igual a la cuenta financiera, incluyendo en esta última la variación de la reserva internacional del Banco de México, excepto por errores y omisiones y otros renglones menores.

La interpretación económica anterior es claramente incómoda ya que México es una economía en desarrollo que necesita inversión para impulsar su crecimiento. Tendría más sentido importar ahorro, en términos netos, para complementar el nacional, en lugar de exportarlo. Para que ello ocurriera se requeriría que el ambiente de los negocios fuera atractivo para la inversión. Por desgracia, las medidas de la actual administración van en sentido contrario.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006).

COLUMNAS ANTERIORES

La autonomía del Banco de México
La baja de la tasa de referencia del Banxico

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.