Razones y Proporciones

El escepticismo sobre el mercado

El escepticismo sobre el mercado parece reflejar una visión idealizada de la capacidad gubernamental para asignar eficientemente las vacunas.

En el debate sobre la posibilidad de la venta privada de vacunas contra el Covid-19 al público, en paralelo con el programa gubernamental de vacunación, han surgido las dudas de algunos comentaristas acerca de la capacidad del mercado de distribuir 'adecuadamente' esos medicamentos.

En gran medida, tal escepticismo parece provenir de una concepción equivocada del papel de los mercados. En esencia, éstos se refieren a cualquier espacio o infraestructura que permite la coincidencia entre los vendedores de algún producto o servicio y los posibles compradores.

Su alcance es amplio y muy variado. Entre otros, abarca el comercio físico y electrónico de mercancías, la contratación de mano de obra, el crédito bancario y la compra-venta de instrumentos financieros en las bolsas de valores.

La característica central de los mercados es su carácter voluntario, ya que las transacciones ocurren solo si cada parte involucrada se beneficia. Por consiguiente, estos procesos se desarrollan de forma espontánea, como resultado de la interacción de un sinnúmero de individuos y empresas que buscan satisfacer sus deseos y, de esta manera, aumentar su bienestar.

Las economías que permiten la libre operación de los mercados gozan de grandes beneficios, entre los que destacan dos. El primero consiste en que la población no tiene por qué preocuparse del suministro de los bienes y servicios, sino que éste ocurre naturalmente, sin la intervención de planificador alguno.

El mecanismo que guía este acoplamiento son los precios, los cuales actúan como señales para los productores y los consumidores. Por ejemplo, cuando se espera que un bien esté en boga, los fabricantes aumentan espontáneamente su producción, y lo contrario sucede con su declive.

El segundo beneficio es que el sistema de precios hace que la economía oriente sus recursos hacia los usos más valorados por la sociedad, lo que implica eficiencia y eliminación de desperdicios.

La reticencia e, incluso, la oposición de algunos observadores a aceptar la posibilidad de la venta de vacunas del Covid-19 al público parecen tener un doble origen.

Una fuente, fundamentada en argumentos técnicos, hace referencia a lo que los economistas denominan 'fallas de mercado'. Éstas se definen como situaciones en las que la interacción de la oferta y la demanda no conduce a la asignación más eficiente de recursos, por lo que suele invocarse su 'corrección' mediante la intervención gubernamental.

En el caso del coronavirus, el problema más citado es el de la 'externalidad' negativa, que ocurre porque el costo de contraer la enfermedad para el individuo es inferior al que enfrenta la sociedad derivado del posible contagio a otras personas.

Si bien es válido, este razonamiento no implica que deba prohibirse la venta de vacunas. El gobierno podría enfocar sus esfuerzos a aquellos segmentos de la población que más probablemente ocasionan la trasmisión del virus, como los jóvenes, los obreros en las plantas, etcétera.

Sin embargo, el programa oficial de vacunación en México no refleja este criterio, ya que se orienta a priorizar a las personas adultas en poblaciones remotas, las cuales no son las más propensas a generar contagios.

Por otra parte, la venta privada de vacunas no excluye el incentivo de combatir la externalidad, por ejemplo, cuando los patrones buscan proteger con las inoculaciones a sus trabajadores.

La otra vertiente de refutación contiene consideraciones no técnicas, siendo la más socorrida la que identifica a los mercados como procesos para ricos. Esta caracterización es equivocada porque los mercados incorporan desde los establecimientos más modestos y los productos más económicos hasta las empresas más sofisticadas y los bienes más caros.

Una faceta en esa misma dirección es la que pregona el monopolio gubernamental de las vacunas por motivos de 'equidad'. Si bien este concepto carece de un significado único, sus proponentes generalmente se refieren a que los medicamentos estarían disponibles solo para los acaudalados.

El problema con este razonamiento es que puede ser cuestionable y extenderse a cualquier cosa. En todo caso, su resolución no tendría que ver con el mecanismo de mercado sino con la posibilidad de transferir apoyos monetarios a la población más pobre.

El escepticismo sobre el mercado parece reflejar una visión idealizada de la capacidad gubernamental para asignar eficientemente las vacunas. Tanto o más frecuente que las 'fallas del mercado' son las 'fallas del gobierno', provenientes, entre otros factores, de la influencia de los grupos de presión, así como del interés y la miopía política, que en lugar de corregir los problemas suelen agravarlos.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y escritor del libro Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006) .

COLUMNAS ANTERIORES

La autonomía del Banco de México
La baja de la tasa de referencia del Banxico

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.