Razones y Proporciones

El diagnóstico de la recesión

El dictamen sobre las recesiones enfrenta el problema de que se trata de un concepto, en principio, muy general, el cual se presta a diversas interpretaciones.

En toda nación, el diagnóstico de las recesiones es relevante, al menos, por dos razones. La primera, primordialmente política, consiste en que, al igual que las expansiones, estos deterioros suelen servir de base para la valoración, fundada o infundada, de la sociedad sobre la administración en turno.

La segunda, de carácter económico, se refiere a que la detección oportuna de las recesiones puede permitir al gobierno aplicar medidas de corrección y atenuación de daños.

En cualquier caso, el dictamen sobre las recesiones enfrenta el problema de que se trata de un concepto, en principio, muy general, el cual se presta a diversas interpretaciones.

La vaguedad resulta evidente en las descripciones que los autores de los libros de texto más difundidos de macroeconomía ofrecen del fenómeno. Por ejemplo, mientras que Robert J. Barro lo relata como "un período de declinación del PIB real o de deficiencia del PIB real respecto a la tendencia", N. Gregory Mankiw lo delinea como "un período sostenido de ingreso real descendente".

Si bien ambos profesores, con expresiones levemente diferentes, identifican la recesión con una caída en la actividad económica, ninguno especifica su duración y magnitud mínimas.

Esta ambigüedad no disminuye con algunas definiciones más elaboradas. Entre estas, destaca la del Comité de Ciclos de Negocios de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos. Por casi un siglo, este Comité ha operado como árbitro para determinar la duración de las recesiones de ese país.

El NBER describe la recesión como "un declive significativo en la actividad económica, extendido a lo largo de la economía, que dura más que unos pocos meses, normalmente visible en el PIB real, el ingreso real, el empleo, la producción industrial y las ventas mayoristas-minoristas".

Esta definición gana precisión en cuanto que especifica las variables consideradas para establecer el inicio y la terminación de las recesiones, cuyas fechas se refieren a meses y no trimestres.

Empero, su aplicación se mantiene enigmática en cuanto que depende del juicio de los expertos, y no de parámetros conocidos para las series. Tampoco se aclara cómo medir la profundidad del deterioro ni, por supuesto, su gravedad mínima.

Un inconveniente adicional consiste en que las deliberaciones suelen tomar un largo tiempo. En ocasiones, se ha anunciado el principio de la recesión cuando la economía ya ha salido de ella y el final, casi dos años después de su ocurrencia.

Este rezago y el desconocimiento de la definición por parte de los no especialistas restringen la utilidad de los anuncios. Tales limitaciones y el debate sobre una posible recesión estadounidense llevaron al economista Julius Shiskin a proponer, en 1974, varias guías cuantitativas que, en su opinión, retrataban en conjunto las resoluciones del NBER.

Utilizando las variables del Comité, este personaje sugirió dos medidas de duración, tres de profundidad y una de difusión, como requisitos mínimos de las recesiones. El primer grupo lo encabezaba la caída del Producto Nacional Bruto (PNB) por dos trimestres consecutivos.

Con el tiempo y tal vez por su simplicidad, esta pauta se convirtió en la definición de recesión más utilizada en el mundo, la cual se refirió como 'técnica'. Dada su creciente aplicación, el PIB sustituyó al PNB.

Sin embargo, esta condición no ha sido indispensable en las determinaciones del NBER. Además, otros países han empezado a aplicar nociones semejantes a la de esta organización, por ejemplo, mediante la creación de un Comité para la zona del euro y una metodología de 'indicadores coincidentes' propuesta por la OCDE.

Lo anterior permite confirmar que no existe una definición única ni superior de recesión, por lo que el diagnóstico siempre debería asociarse al enfoque utilizado, resaltando sus alcances y limitaciones.

Hoy el Inegi dará a conocer su estimación oportuna del PIB de México para el segundo trimestre de 2019. Si, como muchos analistas prevén, el crecimiento trimestral resulta negativo, podría decirse que México se encuentra en recesión 'técnica'. Esta conclusión podría no estar reñida con nociones más amplias, basadas en el Indicador Coincidente, según el cual la recesión podría haber comenzado hacia septiembre de 2018.

Más allá del debate semántico, resulta preocupante el prolongado debilitamiento de la economía mexicana, acentuado recientemente de forma notable. Es impostergable reconocer los errores de política económica que han contribuido, en gran medida, a este menoscabo y enmendar el rumbo.

Exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006)

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