Razones y Proporciones

El descenso energético de la inflación

Porque puede revertirse el descenso en el crecimiento de los precios, es indispensable una política monetaria que permita sostener la convergencia de la inflación hacia el objetivo.

Durante 2019, la inflación anual ha tendido a disminuir hasta ubicarse, desde agosto pasado, virtualmente en el objetivo del Banco de México.

La reciente moderación de la inflación contrasta con el ritmo de aumento general de los precios que, durante más de dos años, superó de forma continua la cota superior del intervalo de variabilidad en torno a esa meta.

Cabe aclarar que el descenso de la inflación ha respondido, primordialmente, a factores independientes de la política monetaria. Específicamente, en la primera quincena de septiembre, la variación anual del INPC pasó de 4.9 por ciento en 2018 a 3.0 por ciento en 2019.

La reducción de la inflación en ese lapso estuvo empujada, en su totalidad, por el subíndice no subyacente, el cual contiene los productos agropecuarios, así como los energéticos y las tarifas autorizadas por el gobierno. Estas cotizaciones son determinadas internacionalmente o reflejan decisiones gubernamentales, por lo que difícilmente son influidas por las acciones del Banco Central.

Así, en el periodo de referencia, la inflación anual no subyacente cayó de 8.9 por ciento a 0.6 por ciento. Este último porcentaje resulta el más bajo desde 1989, primer año para el que se tiene registro de este componente.

Un análisis a mayor detalle revela que el principal genérico que contribuyó a la excepcional compresión de la inflación no subyacente fueron los energéticos, cuya variación anual se desplomó de 19.3 por ciento a -2.9 por ciento.

La contracción última en la cotización de los energéticos refleja, en gran medida, la determinación de la presente administración de no incrementar, en términos reales, los precios de las gasolinas respecto a sus valores de finales de noviembre de 2018, así como las disminuciones del precio del gas LP.

Por su parte, el otro componente del INPC, el subíndice subyacente, que incluye las mercancías y los servicios, se encuentra, en principio, influido por la postura monetaria, si bien es posible que algunos de sus elementos sean afectados también por el subíndice no subyacente.

A diferencia de la caída en la variación del componente no subyacente, en el periodo de referencia la inflación subyacente exhibió un incremento, si bien moderado, de 3.6 por ciento a 3.8 por ciento. Este último ritmo ha tendido a prevalecer desde abril pasado.

Adicionalmente, también para la primera quincena de septiembre, la inflación de servicios, la cual presumiblemente refleja mejor el posible impacto de la política monetaria, aumentó de 3.2 por ciento en 2018 a 3.8 por ciento en 2019.

Lo anterior confirma que el reciente descenso de la inflación ha ocurrido por factores fortuitos o decisiones gubernamentales. Esta observación sugiere, al menos, dos implicaciones.

En primer lugar, llama la atención la terquedad de la inflación subyacente en niveles relativamente elevados, a pesar de la postura claramente restrictiva adoptada por el Banco de México desde mediados de 2018.

Una hipótesis que podría contribuir a explicar este fenómeno es el hecho de que la política monetaria opera con rezagos largos y variables. Si este fuera el caso, y excluyendo un deterioro de las expectativas de inflación o un contagio derivado del surgimiento de nuevas presiones del componente no subyacente, es posible que la inflación subyacente baje en los próximos meses.

En segundo lugar, el declive de la inflación durante el presente año no ha estado sustentado sobre bases firmes, al depender de una evolución inusitadamente favorable del subíndice no subyacente, la cual puede tornarse contraria con facilidad.

La volatilidad típica de los precios agropecuarios, así como las restricciones derivadas de comprometer una trayectoria de precios públicos desvinculada de las referencias internacionales pueden resultar en severos brotes inflacionarios en el futuro.

Esto último ocurrió durante 2015 y 2016, cuando la inflación anual se mantuvo, en promedio, por debajo de 3.0 por ciento, en buena parte, gracias a la contención oficial de los precios de los energéticos. El rezago de estas cotizaciones obligó al gobierno a ajustarlas agresivamente durante los siguientes dos años, lo que resultó en la más dramática desviación al alza de la inflación respecto a su meta desde que ésta es vigente.

Lo anterior sugiere cautela en cuanto a declarar victoria en el combate de la inflación. Además de ser muy reciente, el descenso en el crecimiento de los precios luce vulnerable y puede fácilmente revertirse. De ahí que sea indispensable mantener una política monetaria prudente que permita consolidar la convergencia de la inflación al objetivo de forma sostenible.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006) .

COLUMNAS ANTERIORES

La autonomía del Banco de México
La baja de la tasa de referencia del Banxico

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.