Razones y Proporciones

El crecimiento económico reduce la pobreza

El crecimiento económico es el instrumento más poderoso para disminuir la penuria y, en su ausencia, es difícil encontrar políticas que lo reemplacen.

Una idea común entre algunos actores políticos es que el crecimiento económico sólo favorece a los ricos, a costa de hacer más pobres a los pobres. A pesar de su extensa divulgación, esta noción contradice los hechos. El crecimiento económico beneficia a todos, incluyendo a los de menores ingresos.

La pobreza se refriere a la población cuyo nivel de vida se encuentra por debajo de un cierto estándar considerado socialmente como 'mínimo indispensable'. Los umbrales suelen ser variados y pueden contemplar factores monetarios y no monetarios.

En general, los países establecen referencias más estrictas entre más elevado sea su nivel de desarrollo. Así, con el fin de hacer comparaciones internacionales, el Banco Mundial ha propuesto tres parámetros de ingreso monetario diario por persona.

Específicamente, a precios de 2011, ajustando por paridad de poder de compra, la línea internacional de pobreza extrema corresponde a 1.90 dólares, la de ingreso bajo a 3.20 y la de ingreso mediano alto a 5.50 dólares.

Según esta institución, durante las últimas décadas el mundo ha registrado un descenso casi continuo en la tasa de pobreza, entendida como la proporción de pobres respecto a la población total. En concreto, de 1990 a 2015 la reducción de esta proporción fue de casi 26 puntos porcentuales para la primera medición, de 29 para la segunda, y de 21 para la tercera.

Más alentador es el hecho de que este mejoramiento ha resultado en una disminución en el número absoluto de pobres para cada uno de los niveles aludidos. En el cuarto de siglo de referencia, casi mil 160 millones de personas superaron la pobreza extrema, 995 millones la de bajo ingreso y 175 millones la de mediano alto.

La mitigación de la pobreza ha sido posible gracias al persistente incremento del ingreso por persona en el mundo, calculado con independencia de las nacionalidades.

La tasa de pobreza bajo los tres criterios ha disminuido en todas las grandes regiones del mundo, pero de forma extraordinaria en Asia del este y el Pacífico, así como Asia del sur, donde se ha observado la mayor expansión económica. Por el tamaño de su población, destaca la contribución del espectacular dinamismo de China desde finales de los años setenta y de India desde los noventa, del siglo pasado, a partir de sus reformas de liberalización económica.

La aportación significativa del crecimiento a la reducción de la pobreza ha sido confirmada en estudios estadísticos. Por ejemplo, con base en datos de 118 países para las últimas cuatro décadas, los economistas David Dollar, Tatjana Kleineberg y Aart Kraay encontraron que el ingreso medio de los dos quintiles más pobres tiende a aumentar a la misma tasa que el ingreso medio total.

Además, otras variables típicamente asociadas al dinamismo del PIB, como la apertura comercial y la estabilidad macroeconómica, y a la desigualdad, como la educación y la salud, no mostraron una correlación estadísticamente significativa con la variación del ingreso de los pobres, más allá del efecto directo de estas variables sobre el crecimiento económico.

Estos resultados sugieren que el crecimiento económico es el instrumento más poderoso para disminuir la penuria y, en su ausencia, es difícil encontrar políticas que lo reemplacen.

Ahora bien, si son tan contundentes, ¿por qué persiste el escepticismo sobre estos hechos? No pueden descartarse las siguientes dos explicaciones. La primera podría derivarse del frecuente error de confundir la pobreza con la desigualdad, la cual es conceptualmente diferente y, desde el punto de vista de bienestar, menos concluyente. En particular, una gran reducción de la pobreza puede coexistir con un aumento de la desigualdad, como ha ocurrido en China.

La segunda podría reflejar el hecho de que, en algunos casos, el beneficio de un aumento del ingreso total sobre los más pobres es menos que proporcional, a pesar de que a nivel mundial tiende a ser proporcional. Aunque relevante, esta observación no invalida el aporte del crecimiento a la menor pobreza.

En México, de 2000 a 2016 la tasa de pobreza se redujo moderadamente para los tres umbrales mencionados. Además, durante la segunda mitad de este periodo, estas proporciones se mantuvieron virtualmente estancadas. Este limitado avance tiene su origen en el decepcionante dinamismo económico anual que, en términos per cápita, fue menor a uno por ciento anual.

Resulta preocupante que el presidente de la República haya minimizado la importancia del crecimiento económico. La recesión que se ha profundizado en México a raíz de las medidas contra el Covid-19 seguramente implicará un retroceso de varios años en los índices de pobreza.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y escritor del libro Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006) .

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