Razones y Proporciones

La fortaleza laboral estadounidense

Desde abril de 2021, las vacantes han excedido el número de desempleados y, a partir de septiembre de ese año, esta diferencia alcanzó el mayor nivel desde que se tiene registro.

Durante los últimos dos años, el mercado laboral de Estados Unidos ha mostrado signos de un considerable apretamiento. Por ejemplo, la tasa de desempleo, definida como la proporción de desocupados respecto de la población adulta que trabaja o busca empleo, pasó de 5.4 por ciento en 2021, a 3.6 por ciento en 2022, y a 3.5 por ciento durante el primer cuatrimestre de 2023.

Además, desde abril de 2021, los puestos vacantes han excedido el número de desempleados y, a partir de septiembre de ese año, esta diferencia ha alcanzado los mayores niveles desde que se tiene registro, con un promedio de 1.8 posiciones abiertas por desempleado.

La firmeza laboral estadounidense refleja presiones excedentes de demanda con relación a las disponibilidades de mano de obra. Ello ha ocurrido a pesar de que, a partir de marzo de 2022, el Banco de la Reserva Federal de ese país (Fed) ha incrementado en quinientos puntos base el intervalo objetivo de su tasa de interés de referencia.

Este fortalecimiento podría reflejar un insuficiente grado de restricción de las condiciones financieras, así como el rezago común con el que opera la política monetaria. Hay que tener en cuenta que la mayor parte del tiempo durante el actual ciclo alcista, la tasa de política monetaria se ha ubicado por debajo de la inflación observada y de la inflación esperada por los consumidores, calculada con base en encuestas por el Fed de Nueva York, por lo que la postura monetaria difícilmente ha sido restrictiva.

Por otra parte, durante los meses recientes, el Fed ha externado su preocupación por la lenta disminución de la inflación subyacente, definida como la que excluye alimentos y energía, en contraste con el descenso de la inflación general.

Con base en el índice de Precios de Gastos de Consumo Personal (PCE), indicador preferido por el Fed, en marzo de 2023, la inflación anual fue 4.2 por ciento, 2.8 puntos porcentuales por debajo del máximo de junio de 2022, mientras que la subyacente fue 4.6 por ciento, sólo cuatro décimas de punto porcentual menos que la de nueve meses antes.

En diversos momentos, el presidente del Fed, Jerome Powell, ha señalado que el problema de la escasa reducción de la inflación subyacente radica en las presiones de la inflación de servicios diferentes a la vivienda, que representan 56 por ciento del índice PCE, cuyo combate podría necesitar una atenuación de las condiciones del mercado laboral.

En términos generales, Powell se ha referido a las circunstancias laborales de dos formas. La primera argumenta la necesidad de obtener un “mejor balance” entre la oferta y la demanda de trabajo, lo cual puede entenderse como la atenuación de las presiones de demanda en el mercado de trabajo descritas anteriormente.

En la medida en que el exceso de demanda laboral sea una secuela de las políticas fiscal y monetaria extraordinariamente laxas derivadas de la pandemia del Covid-19, el combate de la inflación, mediante una postura monetaria restrictiva, podría mitigar la estrechez ocupacional.

Ello no significa que pueda determinarse de antemano el nivel de las condiciones de trabajo durante la desinflación. En particular, es inadecuado tomar un cierto nivel de desempleo como indicador de desempeño del combate de la inflación, como pareciera hacerlo el Fed y algunos economistas.

La segunda manera en que Powell ha expresado la conveniencia de moderar las presiones laborales es refiriéndose al crecimiento de los salarios. Si bien, en la conferencia de prensa de noviembre de 2022, reconoció que los salarios no eran el “principal relato” de por qué los precios subían, en repetidas ocasiones, este Banquero Central ha señalado que el aumento observado de los salarios es incongruente con la estabilidad de los precios.

Esta última aclaración es una verdad evidente porque la inflación en Estados Unidos se ha situado en más del doble del objetivo de 2.0 por ciento, considerado como estabilidad de los precios. El peligro de ese señalamiento es inferir, equivocadamente, que los salarios originan la inflación.

Históricamente, el crecimiento de los salarios ha estado estrechamente relacionado con la inflación, pero en épocas de elevada inflación el dinamismo de las remuneraciones se ha rezagado. Así, durante los últimos dos años los salarios reales han exhibido persistentes pérdidas. La identificación de los salarios como causa de la inflación contraviene su naturaleza estática en comparación con la inflación y el declive de largo plazo del poder de los sindicatos, entre otras consideraciones.

El Fed necesita cumplir la parte del mandato dual de la estabilidad de los precios. En la búsqueda de este objetivo, las condiciones laborales constituyen un resultado, no una causa. Confundir estas relaciones corre el riesgo de incrementar innecesariamente el costo social de la desinflación.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006).

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