IMCO

Cuando lo público es privado

Los negocios públicos son iguales que los privados, deben manejarse con la misma eficiencia, eficacia y honradez.

"Yo entiendo que con la nueva política de rescate a la CFE y a Pemex no estén conformes, pero nosotros no vamos a ceder (...) porque tenemos que defender el interés público, el interés del pueblo, de la nación, a nosotros no nos interesa los negocios privados, nos interesan los negocios públicos" -. Andrés Manuel López Obrador .

A un día de que el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, declarara que la empresa retiraría sus inversiones de México a menos que hubiera cambios en la política energética, el presidente López Obrador respondió lo que citamos arriba: al Estado mexicano no le interesan los negocios privados, solamente los públicos.

Es importante dar contexto a la frase presidencial. Al presidente López Obrador le pesa que las empresas privadas del sector energético tengan en sus consejos de administración a antiguos funcionarios federales. Le parece un signo de captura de las instituciones del Estado. Es posible que haya un conflicto de interés cuando quien hace las reglas, se pasa al equipo de quien tiene que acatar las reglas. Por eso en la mayoría de los países hay tiempos de espera para hacerlo, aunque en ningún lado son 10 años, como lo decidió la Legislatura el año pasado por indicación presidencial.

El otro lado de la moneda también importa. ¿Un empleado de Pemex o la CFE es burócrata o empleado de una empresa? En esas empresas, el gobierno representa el interés de los accionistas (que somos todos los mexicanos).

Un empleado de Pemex no es un burócrata, porque su trabajo no es de autoridad; no corresponde con las labores de gobierno. Su trabajo es administrar activos y negocios que legalmente son propiedad del Estado mexicano, de la misma forma en que las empresas privadas tienen dueños del capital y funcionarios y directivos que representan sus intereses.

Cuando los funcionarios de Pemex o la CFE dictan la política energética, un par de empresas capturaron la regulación del mercado. Que Pemex dicte la política de hidrocarburos es tan malo como que la dicte Exxon. Que CFE dicte las reglas de despacho eléctrico es tan malo para el mercado como si el país no tuviera una red eléctrica estructurada, o que ésta fuera propiedad de algún billonario local. Los intereses de los mexicanos como accionistas de empresas de energía no están por encima de los intereses de los mexicanos, habitantes y empresas, como consumidores de energía.

Al Estado le tienen que interesar los negocios privados. Sin negocios privados, la economía no crece y rara vez innova. Sin negocios privados, no hay posibilidades de que las personas y las familias vendan su trabajo y conocimientos en empresas de alta productividad, lo cual es fundamental para que su ingreso crezca. Las empresas privadas, en México, son el principal sostén económico del gobierno, porque nuestra estructura fiscal está muy recargada en las utilidades empresariales.

En una democracia liberal, y bajo el sistema de economía de mercado, la función de las empresas es obtener la máxima utilidad posible. La función del Estado es cuidar que nadie capture la regulación para obtener utilidades indebidas, generadas a partir de depredar a competidores, consumidores o al Estado. La función del sistema político y el mercado es balancear este delicado equilibrio. ¿De qué serviría tener empresas públicas muy rentables, si sus prácticas de mercado encarecen su producto y lo hacen escaso, retrasando el desarrollo de todos los demás mexicanos?

Los negocios públicos son iguales que los privados. Deben manejarse con la misma eficiencia, eficacia y honradez. Los dueños somos todos los mexicanos; no los sindicatos de esas empresas, no los burócratas de turno. No hay justificación social que les permita perder dinero, ni estatus especial que les permita romper las reglas a su conveniencia.

La captura de los asuntos públicos por intereses privados es lamentable. Pero la captura de los negocios públicos por grupos de interés que simulan dar algo a la mayoría, cuando en realidad son un lastre para la economía, lo es mucho más.

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La semana pasada se incorporó al equipo de trabajo de Imco el Mtro. Francisco Varela, economista brillante por el ITAM y maestro en asuntos públicos por la Universidad de Princeton. El Mtro. Varela fue funcionario público durante 12 años, y docente en el ITAM. Su responsabilidad en Imco como director de instituciones y gobernanza es muy importante: no sirve de nada tener capital y talento en un país con instituciones capturadas y donde la ley no cumple sus propósitos. Le deseamos el mayor de los éxitos.

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