Costo de oportunidad

Privilegios perdidos

Seguramente desde el oficialismo sí ganan votos insultado a los ciudadanos, porque si lo hacen de manera consuetudinaria es porque su estrategia es efectiva.

Mi esposa y yo fuimos a la marcha del domingo, aquí en Puebla. La aplicación celular del parquímetro no estaba funcionando; decía que no podía aceptar el pago por estar fuera de horario. La realidad es que a las 9:30 a. m. sí había que pagar, y un diligente agente de tránsito nos quitó la placa. El lunes que fuimos por ella, la funcionaria que la entregó le dijo a mi mujer: “Pues para qué va a su marcha; se hubiera quedado en su casa”. Seguramente ella compró el discurso presidencial; esa mañana, el presidente dijo desde Palacio Nacional que los que marchamos es porque queremos que regresen nuestros privilegios y la corrupción. La candidata oficialista, la doctora Sheinbaum, nos dijo hipócritas.

Yo no sé qué es lo que ganan con insultarnos. Seguramente sí ganan votos, porque si lo hacen de manera consuetudinaria es porque su estrategia es efectiva. La marcha me llevó a las siguientes reflexiones. Efectivamente, tendré que contar todos los privilegios que he perdido desde que el presidente López Obrador llegó al poder:

1. Perdí el privilegio de manifestarme pacíficamente sin que las autoridades, a nivel federal y municipal, me acosen.

2. Perdí el privilegio de vivir en un país donde los adolescentes podían ser más o menos independientes y no les pasaba nada.

3. Perdí el privilegio de salir a la calle y no pensar que en el mejor de los casos me van a robar algo, si no es que la aventura me cuesta la vida.

4. Perdí el privilegio de tener un sistema de salud público que, en caso de tener una enfermedad grave, me ayudara.

5. Perdí el privilegio de decir lo que pienso sobre la clase política, porque es posible que alguien me tache de enemigo del pueblo.

6. Perdí el privilegio de ejercer libremente mi profesión de economista y asesor de políticas públicas. Ya no se puede decir que cierta inversión es un despropósito, o que cierta decisión es un desatino.

7. Perdí el privilegio de vivir en un país donde los ciudadanos organizamos de manera libre y efectiva las elecciones. De salir a votar el 2 de junio tranquilo de que no me vayan a balacear en mi casilla.

8. Perdí el privilegio de ejercer tranquilamente el oficio, aunque sea probono, de escribir en un periódico y participar en medios. El miedo no anda en burro.

9. Perdí el privilegio de tener un gobierno con división de poderes, en Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

10. Perdí el privilegio de confiar en los funcionarios públicos de mi país porque están acusados de ser corruptos y narcotraficantes.

11. Perdí el privilegio de que hubiera un sistema nacional anticorrupción y la esperanza de que el ‘gobierno anticorrupción’ le destinara recursos presupuestales a ese mecanismo.

12. Perdí el privilegio ganado de varios órganos constitucionales autónomos, que defendían mis garantías y derechos en diversos frentes.

13. Perdí el privilegio de que haya una elección con más de dos candidatos, porque en la circunstancia actual, si la oposición se divide, se suicida; y la democracia se muere.

14. Perdí el privilegio de pensar que México es el país más libre del mundo para vivir. Hay muchos indicadores que prueban que nuestras libertades y nuestra democracia van en retroceso.

15. Perdí el privilegio de confiar en los demás. El púlpito presidencial alienta el odio contra la gente que trata de salir adelante por su propio esfuerzo.

16. Perdí el privilegio de la confianza de los adultos mayores de mi familia y mi entorno cercano. Ellos creen que las clases medias trabajadoras les estamos esquilmando su derecho a una pensión.

17. Perdí el privilegio de la tranquilidad de que en mi país no haya una crisis económica, o un levantamiento armado, porque los ánimos están muy crispados.

18. Perdí el privilegio de tener unas Fuerzas Armadas dedicadas a labores de auxilio de población en situaciones de desastre.

19. Perdí el privilegio de apoyar a mi municipio y mi Estado en garantizar la seguridad pública a través de cuerpos de policía ciudadanos.

20. Perdí el privilegio de educar a las nuevas generaciones en una cultura del mérito y el esfuerzo. Todos los días desde el poder les dicen que ambos conceptos no existen.

Todo eso perdí, presidente. Ni apoyaba la corrupción antes, ni lo hago hoy; y estoy seguro que los millones que marchamos en todo el país el domingo, somos gente de bien. Los mexicanos no somos ladrones y asesinos por ser pobres, o corruptos e indolentes por ser ricos. Nuestra democracia no es distinta de la suya. Es la misma, la que lo llevó al poder. Por favor no se la robe, como se llevó nuestros privilegios.

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