Costo de oportunidad

No lloren por Milei de Argentina

Un discurso fresco, como el de Javier Milei, puede ser positivo. Ojalá en México le demos una oportunidad a la libertad individual.

A mi mamá le gustaba cantar la canción Don’t cry for me, Argentina, del musical Evita, de Andrew Lloyd Webber. Mi mamá se siente argentina. Se casó con un argentino, quien murió en Miami este año, y nunca regresó a su tierra. Para él, Argentina era un caso perdido.

Cuando mi mamá cantaba Evita, cantaba la versión en español. Esa es de 1981; y entiendo que se estrenó en México. Por esos años, mis padres se divorciaban. A la mejor mamá vio Evita en México, durante una breve estancia aquí, o en Bogotá, que tiene su Teatro Colón, igual que Buenos Aires. Yo tenía unos nueve años, y recuerdo preguntarle por qué le conmovía tanto Evita. Su respuesta fueron los horrores de la dictadura, las madres de Plaza de Mayo, los crímenes de lesa humanidad. Evita, en la canción, hablaba a la gente de Argentina después de que eligieron a Perón en 1946. Decía al pueblo que la adoraba, que no llorara; que sería una buena primera dama, y que su felicidad no importaba; que lo sacrificaría todo por su país.

Lo cierto, es que, si en 1946 Eva Perón hubiera pedido a los argentinos no llorar, como lo imaginó Lloyd Webber, tendría que haberlo hecho con clarividencia por los siguientes 28 mil 260 días en los que el peronismo solamente trajo desgracias a la Argentina, entre ellas su legado inmediato, la dictadura militar de 1976 a 1983, en la cual torturaron y asesinaron a miles de argentinos. El periodista Jorge Fernández Menéndez, originalmente argentino y naturalizado mexicano, escribió hace unos días que Milei es el heredero del legado militarista de la dictadura y el peronismo, por la persona que eligió como vicepresidenta, Victoria Villarruel, hija y nieta de militares, y a quien se le atribuye en la campaña de Milei una versión revisionista, negacionista, de los horrores de la dictadura; versión en la que ella quisiera que se reconocieran los crímenes de las guerrillas socialistas de esa época. Los militares de hoy han tomado distancia de esta posición de Milei, y les preocupa que se les asocie con los horrores del período 76-83. (Federico Rivas Molina, El País, 15 de noviembre de 2023).

Añada usted a estos alegatos, que no fueron suficientes para tumbar un candidato, algo que ya habíamos comentado. Milei parece un loco furioso; aunque nunca he visto un diagnóstico psiquiátrico en forma para él. La gente que le llama loco: políticos, burócratas, economistas, periodistas, y gente que tiene poco o nada que ver con la salud mental. Es excéntrico. Sin embargo, su perspectiva austriaca respecto a la economía argentina es correcta. Ese país necesita adelgazar mucho aquello que Bastiat llamó “la ficción por la cual todos creen que pueden vivir de los demás”: el Estado.

Nada de lo que quiere hacer Milei en Argentina es fácil. Además, el electorado le dio un mandato débil, sin influencia en el Poder Legislativo. Es una prueba para la escuela austriaca de economía, que en realidad no es una doctrina de política pública, porque cree profundamente en la no intervención del Estado. Que yo sepa, nunca ha habido un jefe de Estado de la escuela austriaca. Quizá lo más cercano fue Joseph Schumpeter, que fue ministro de hacienda de Austria, y que fue un desastre de corrupción. La escuela austriaca es más una doctrina filosófica que una guía de asuntos de gobierno. Una religión de la libertad individual. A mí me gusta. Hay peores cosas en qué creer.

Ojalá los mexicanos aprendamos algo de esto. El sector público argentino se come dos terceras partes de la economía. En México no llegamos a una tercera parte aún, pero ahí vamos. Necesitamos que las candidatas entiendan la lección argentina. El mantra implícito de los políticos que endeudan a los países es que “el de atrás paga”. Llega un momento en que no hay nadie atrás. Tú pagas.

Milei tendrá que privatizar activos públicos, y tendrá que cortar gastos. México lo hizo en los 80 y 90. Después de este gobierno, en México también tendremos que deshacernos de elefantes blancos. Sí, existe la fórmula para construir gobiernos efectivos y eficientes, pero en América Latina no la hemos tropicalizado. Ante ello, menos gobierno, como ofrece Milei, es una buena alternativa.

Hace tiempo comenté con un colega que los economistas parecemos locos. En una de esas, estamos frustrados porque los políticos no nos hacen caso. Un discurso fresco, como el de Milei, puede ser positivo. Ojalá en México le demos una oportunidad a la libertad individual. Tú puedes desarrollarte. Ningún político lo hará por ti.

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