Fuera de la Caja

Trabajo sacrificado

El golpe al empleo es resultado de la necesidad del distanciamiento social para tratar de controlar la pandemia.

Cuando los números son muy grandes, olvidamos a qué se refieren. Así, me parece, ocurre con las veinte mil personas que han muerto debido al Covid. O a las cerca de 80 mil que han fallecido en estos últimos tres meses por esa razón, hayan sido o no diagnosticados, o hayan estado enfermos de eso o no: son fallecimientos ocurridos debido a la saturación de hospitales. Muertes en exceso. Pero no los imaginamos como personas, sino sólo como números y eso es una tragedia.

Algo similar, en otro nivel de magnitud, ocurre con la pérdida de empleos. Creo que no lo estamos asimilando, y nos irá golpeando paulatinamente en los siguientes meses. Como usted sabe, se ha perdido un millón de empleos formales, otro millón de trabajo independiente, y diez millones de trabajos informales. Eso, nada más en abril, porque de mayo apenas si tenemos algunos datos.

No justipreciamos la pérdida de 10 mil empresas, la mayoría de ellas con decenas de trabajadores, que no pudieron aguantar. Apenas tenemos información detallada de abril, cuando cerraron poco menos de 6 mil 700 empresas. En realidad, el cierre fue de casi 9 mil, pero aparecieron 2 mil 100 empresas con un solo trabajador. De esas 9 mil empresas que cerraron, mil eran pequeñitas (de dos a cinco empleados), 5 mil tenían hasta 50 trabajadores, 2 mil iban de 51 a 250 empleados, y 450 eran ya empresas grandes, incluyendo 40 con más de mil trabajadores. Todas cerraron en abril. En mayo tuvimos el cierre de otras 3 mil, que aún no puedo detallar, porque el IMSS no ha publicado aún el desglose.

Recuperar esas empresas no será algo sencillo. Si usted ha tratado de construir un emprendimiento, sabe lo difícil que es garantizar el salario y prestaciones para cada uno de los trabajadores. Hacerlo para diez, cincuenta o cien es algo que requiere años, o décadas de trabajo. Crear una empresa de un trabajador no tiene mayor complicación, hasta este columnista tiene una, pero asegurar el ingreso de los colaboradores y sus familias es otro cuento.

Las empresas que han desaparecido se concentran en construcción (3 mil) y en servicios a empresas (2 mil). En tercer lugar, aparecen las manufacturas, con 600 empresas cerradas, y poco más de 200 en servicios comunales y sociales (educación, salud, alimentos, hospedaje).

El esfuerzo de los empresarios por no cerrar puede ilustrarse con los datos de Inegi, de manufacturas. En abril, el valor agregado de la industria manufacturera cayó -36 por ciento, las horas hombre trabajadas, en -32 por ciento, pero el empleo se contrajo sólo -4 por ciento. Casi todo el golpe lo asumieron los empresarios, que saben lo que vale el capital humano de sus trabajadores, y lo que significa para ellos el empleo. Esos mismos empresarios que han sido tantas veces insultados desde el palco presidencial, son los que han impedido que la tragedia económica sea mayor. Al menos, así fue en abril, no sabemos si en mayo y junio lograron aguantar, no sólo sin apoyo gubernamental, sino con presiones crecientes, incluyendo el terrorismo fiscal.

El golpe al empleo es resultado de la necesidad del distanciamiento social para tratar de controlar la pandemia. Ha ocurrido en todas partes del mundo, pero en muchas de ellas el gobierno ha movilizado recursos sociales para distribuir mejor los costos. De eso se trata la contratación de deuda pública para sostener programas de contención económica. Aquí eso no ocurrió. Aquí se ha dejado a cada quién que se rasque con sus uñas: frente al Covid, la crisis económica, la inseguridad, todo.

La profundidad y duración de la depresión económica será significativamente mayor debido a la incuria de un Presidente más preocupado por acumular poder y popularidad que en gobernar. Un Presidente capaz de sacrificar millones de empleos en la pira de su altar de popularidad.

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