Fuera de la Caja

Revisen cuentas

Sigo sin imaginar cómo podría un programa, que consiste en colocar cientos de miles de jóvenes en establecimientos, tener un impacto real en el futuro del empleo.

Le comentaba la semana pasada del programa Jóvenes Construyendo el Futuro. Se trata de una beca de un año, que incluye seguro médico del IMSS, para que jóvenes de entre 18 y 29 años de edad se incorporen a alguna empresa o institución (pública o del sector social) en calidad de aprendices. Cada joven que se incorpora implica un compromiso de gasto del gobierno por 50 mil pesos anuales, que no parece mucho, hasta que uno multiplica.

En esta semana el número de jóvenes en este programa superará 750 mil. A grandes números, se acumulan 40 mil cada semana, aunque al inicio el ritmo era menor. Con los que hoy ya están inscritos, el compromiso del gobierno asciende a 37 mil 500 millones de pesos. Si en lo que queda del año se mantiene el ritmo actual, se sumará poco más de un millón de jóvenes, que implican un gasto de 50 mil millones de pesos más. Suponiendo que ahí se mantenga el total, y nada más se incorpore una cantidad equivalente a los que tendrán que retirarse al término de sus doce meses, el gasto anual comprometido será de 89 mil 500 millones de pesos.

El límite anunciado en el programa es todavía mayor, como usted sabe: hasta 2.3 millones de jóvenes, que elevarían el gasto a 110 mil millones de pesos anuales. Eso equivale a todo el presupuesto de programas sociales sujetos a reglas de operación durante 2018: 46 mil millones de Prospera, 39 mil millones de adultos mayores, 4 mil de estancias infantiles, 3 mil de comedores comunitarios, y varios otros con menores cantidades. No sé si quede claro ahora por qué todos esos programas desaparecieron o fueron mutilados.

Cabe aclarar que Prospera tiene presupuesto de tres ramos: desarrollo social (el mencionado arriba), educación y salud. Sumando los tres, son cerca de 83 mil millones de pesos. El Seguro Popular, que también ha sido mutilado, costaba menos de 70 mil millones. Para que sea todavía más claro: todo el presupuesto de la Secretaría de Desarrollo Social en 2018 es menos de lo que costará 'Jóvenes…'. El de la Secretaría de Salud, completo, es apenas un poco superior a eso.

Terminar con programas sujetos a reglas de operación para sustituirlos por una beca anual sin realmente ninguna planeación ni objetivo, parece un absurdo. Más cuando considera uno que los programas mutilados realmente van a quienes más lo necesitan, mientras que el nuevo se destina a jóvenes que, en principio, uno supondría que no están en el grupo de más necesitados, en su mayoría.

A menos que exista alguna documentación seria, sigo sin imaginar cómo podría un programa que consiste en colocar cientos de miles de jóvenes en decenas de miles de establecimientos, tener un impacto real en el futuro del empleo o la productividad. No hay duda de que un programa de vinculación y aprendizaje dirigido puede tener gran utilidad, pero requiere planeación, objetivos claros, mecanismos de evaluación y ajuste, y es imposible de aplicar de manera masiva. Mucho menos si inicia 45 días después de la toma de posesión del nuevo gobierno, y en 24 semanas incorpora 750 mil personas para ubicar en casi 140 mil establecimientos.

Sin esa planeación, documentación y evaluación, la única conclusión a que se puede llegar es que se trata de un programa clientelar, que consiste en regalar 40 mil pesos a cada joven, y darle unas semanas de adoctrinamiento, para que no olvide a quien le debe. Para alcanzar este objetivo, han destrozado la política social construida en 30 años, y reconocida a nivel internacional.

O, en sus propios términos, le están cargando el costo del clientelismo electoral, "primero a los pobres".

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