Fuera de la Caja

Peor de lo esperado

Cuatro puntos de crecimiento perdidos en un semestre, según el dato oportuno del PIB, un ritmo de 8 por ciento anual, suena espeluznante.

El dato oportuno del PIB al primer trimestre fue significativamente peor de lo que esta columna esperaba. El día anterior se me ocurrió poner en Twitter que estaría por ahí de 0.8 por ciento, en comparación anual, pero resultó de 0.2 por ciento. Aunque el PIB oportuno no es propiamente comparable con ningún otro indicador, lo ocurrido en enero y febrero con el IGAE no me permitía imaginar una caída tan grande. El dato de marzo del IGAE se publicará en una semana, pero lo que el PIB oportuno apunta es a una contracción mayor a -1 por ciento, otra vez, en términos anuales. En términos sectoriales, con los datos publicados, estaríamos frente a un ligero avance del sector primario, una pequeña contracción en servicios y una caída mayor a 2 por ciento en la industria.

Aunque esta columna ha sido tal vez la única en insistir en que estamos ya en recesión, de verdad no esperábamos una caída de esa magnitud. En comparación anual, en septiembre crecíamos 3 por ciento y ahora, en marzo, -1 por ciento. Es decir, cuatro puntos de crecimiento perdidos en un semestre, un ritmo de 8 por ciento anual, que suena espeluznante.

No tenemos datos de abril, salvo los de la encuesta publicados ayer por Inegi, que indican una pequeña mejoría en pedidos manufactureros, comparando abril con marzo. Lo demás casi no se mueve. Y como en abril cayó ahora Semana Santa, no hay expectativa de cambios relevantes.

Para el resto del año, sin embargo, no se percibe que pudiera haber un cambio de dirección. Por el lado de los servicios, el turismo está sufriendo mucho, en parte por la menor depreciación del peso, en parte por la seguridad, y en el caso de Cancún, por el sargazo. Y como Cancún representa más de 60 por ciento del turismo internacional, pesa. En el comercio, el último dato es de marzo, y hay una contracción real en ventas de ANTAD. Esto, a pesar del crecimiento de la masa salarial, producto de un crecimiento real en los salarios, y un empleo que crece poco, pero hasta marzo no se había estancado. Además, han crecido las remesas. Pero, aunque la gente tiene dinero, y tiene confianza (según los indicadores), nada más no compra.

Si el consumo no está creciendo, entonces cualquier cambio de dirección tendrá que venir vía inversión. Al respecto, Jonathan Heath, subgobernador del Banco de México, puso este tuit ayer: "Preocupa que de los 39 especialistas en economía del sector privado, encuestados en abril, sólo 5% considera la coyuntura actual como buen momento para invertir y sólo 16% piensa que el clima de negocios mejorará en los siguientes seis meses". El gobierno no tiene dinero disponible para invertir, porque desde hace años la inversión pública ha aguantado el gasto creciente con ingresos casi fijos. Peor aún, la menor actividad económica implica menor recaudación, y eso aprieta más las cosas, y para acabarla de arreglar, la expulsión indiscriminada de capital humano del gobierno los ha dejado en un nivel de incapacidad casi increíble.

La conclusión es simple: no hay cómo revertir la tendencia. Si tenemos suerte, puede mantenerse donde está, con contracciones leves, trimestre a trimestre, pero no más que eso. Si fuese así, estaríamos cerrando 2019 con un crecimiento nulo. Nadie quiere pronosticar eso, y la esperanza nos hace a todos hablar de un crecimiento bajo, digamos ligeramente inferior a 1 por ciento anual.

En 2020, muchos esperan una recesión en Estados Unidos. Aunque no la haya, la campaña electoral, en la que Trump nos volverá a agarrar, presionará nuevamente el tipo de cambio, pero ahora en condiciones mucho más frágiles. El costo de la necedad política, la cerrazón ideológica y la incapacidad operativa, es evidente.

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