Fuera de la Caja

Pagar por lo que se quiere

   

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Le comentaba ayer que la tranquilidad cuesta, y si queremos terminar con la inseguridad (es decir, con los niveles actuales de la misma) necesitamos invertir mucho más de lo que hoy dedicamos a ello. Le recuerdo que en seguridad, justicia y defensa gastamos hoy 1.3 por ciento del PIB, cuando deberíamos estar aportando entre 5.0 y 6.0 por ciento en ese rubro.

Lo importante es que eso mismo nos está ocurriendo en otras áreas. Nuestro gasto en salud apenas llega a 6.0 por ciento del PIB (y el gasto público es sólo la mitad de esa cifra), mientras los países a los que queremos parecernos gastan el doble. Y no puede usted argumentar que gastan más porque son más ricos, porque precisamente para ello hacemos la comparación con el PIB, es decir, con la capacidad de producción del país. En educación gastamos seis puntos (cinco de ellos son del gobierno, uno de la IP), que no es tan mala cifra, pero sería muy bueno elevarla en dos puntos, sin duda. Y en ciencia y tecnología habría que invertir un punto del PIB, y no la tercera parte que hoy aportamos.

El asunto es que a la hora de sumar, no dan las cifras. Si queremos un país que funcione, en calma, con posibilidades de desarrollo, en el que valga la pena vivir, hay que ponerle. En seguridad, ya le decía, cinco puntos. Digamos que siete en educación y ciencia, y cinco en salud. Las pensiones hoy requieren tres puntos, y seguirán creciendo; para el 2025, que puede ser un buen horizonte de planeación, llegarán a cinco puntos. Si sumamos nada más en esos cuatro rubros: educación, salud, seguridad social y seguridad pública y defensa, requerimos hoy 20 puntos del PIB. Los impuestos que pagamos apenas han logrado superar 12 puntos. Del petróleo podemos esperar tres puntos más, y eso es todo.

No hemos considerado ni un centavo para infraestructura ni para apoyo a los más pobres. Sin duda, un mayor y mejor gasto en educación y salud, y garantizar pensiones, permitirá mejorar las condiciones de parte de la población, pero hay muchos que requieren un apoyo adicional para poderse incorporar de verdad a la economía nacional. Al menos hay que pensar en un par de puntos para este tema, y entre tres y cinco puntos para infraestructura. Suma mínima: 25 puntos; 28 en diez años.

Muchas personas afirman que el gobierno debe ser más pequeño, pero no han entendido en qué mundo vivimos. Hoy, en ninguno de los países en que usted querría vivir, el gobierno gasta menos de 40 por ciento del PIB. Cuando no se consideraba necesario dar educación o salud a todos, o cuando se podía controlar la delincuencia con dos policías armados con porras, los gobiernos gastaban poco. A inicios del siglo XX, era frecuente un gasto de 5.0 por ciento del PIB. Hoy eso no es posible: el estado de bienestar y la conciencia común que hemos construido lo impiden.

Por otra parte, abundan quienes dicen que piensan pagar más impuestos cuando el gobierno funcione mejor, que no es otra cosa que decir que sean otros los que sostengan el país en el que quieren vivir. Abusivos, podemos llamarles, para no enlodar estos renglones.

Ahora que los diputados van a llorar porque no hay dinero, y abundarán los mendigos a las puertas del Congreso, desde gobernadores hasta empresarios y campesinos, conviene que pongamos las cosas en perspectiva. Si quiere un país decente, ya no de lujo, hay que aportar el doble de lo que hoy ponemos. Cómo repartir ese incremento, se puede discutir. Pero, ¿para qué hacerlo si vamos a seguir de cuentachiles?
Primero decidamos si queremos invertir en México. Luego vemos cómo debemos hacerlo.

Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey.

Twitter: @macariomx

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