Fuera de la Caja

Montaña rusa

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El viernes cerró el peso mexicano en 15.45 por dólar al mayoreo. Para personas normales, hasta en 15.80. Y eso angustia mucho a los mexicanos, porque seguimos recordando las grandes crisis económicas acompañadas de devaluaciones en las décadas pasadas. Desde 1976 y hasta 1995 las devaluaciones en México ocurrían porque algo estaba muy mal, ya fueran las finanzas públicas, la deuda del gobierno o de las empresas, o la cuenta corriente. A partir de entonces México dejó de experimentar y adoptamos un tipo de cambio flexible, que implica que el valor del peso frente al dólar se ajusta mucho antes de que haya algún problema, y gracias a eso, se reduce la probabilidad de que éste aparezca.

Desde entonces, no hemos tenido crisis económicas por nuestra culpa, pero no hemos podido aislarnos de lo que hacen otros. Por eso la gran recesión de 2009 nos pegó tan fuerte, porque nuestro cliente principal cometió errores parecidos a los nuestros de inicios de los noventa, y tuvieron que tomar medidas igualmente similares, desde un Fobaproa hasta ajustes en gastos e impuestos. Nos dejaron de comprar, y sufrimos.

Ahora el fenómeno es el opuesto. No es que Estados Unidos esté en problemas, sino que su regreso ha ido descomponiendo al resto del planeta. Hay que recordar que ese país representa 22 por ciento del PIB mundial y 40 por ciento del consumo, de forma que sus movimientos desplazan a todos los demás. Así, durante el año pasado tuvimos un ajuste de todas las divisas frente al dólar. Las que menos se movieron fueron la corona sueca, que se ha depreciado 9.0 por ciento contra el dólar desde julio, y el franco suizo (que por eso se separó del euro) con 10 por ciento de corrección.

Los dólares canadiense y neozelandés se han depreciado 18 por ciento, el peso mexicano y el yen japonés 19 por ciento; el dólar australiano 22 por ciento, el euro 25 por ciento y el real brasileño 38 por ciento. Todas las cifras son la comparación del viernes pasado contra el promedio de julio de 2014.

Cuando se hacen comparaciones, no falta el que sale con el refrán "mal de muchos…", pero eso es una tontería. No se compara para encontrar excusas, sino para entender si se trata de un fenómeno global o de errores propios. En este caso, es global, como lo fue en 2009. Insisto en que la última crisis por errores propios ocurrió hace 20 años. Puede volver a ocurrir, sin duda, pero no es el caso de hoy.

Lo que estamos viendo es un recordatorio de que el dólar seguirá siendo la moneda de referencia mundial por un buen rato. Quienes preconizaban el fin del dólar con la crisis de 2009 hoy seguramente han perdido una buena parte de su capital, si fueron consistentes con sus dichos, cosa que dudo. El fortalecimiento del dólar implica una transferencia de riqueza de todo el mundo hacia Estados Unidos, que puede comprar más con sus billetitos verdes. Por eso, todos los demás exportaremos más y tendremos más empleos, porque medido en dólares, todo se ha hecho más barato.

Por el lado positivo, es muy probable que esto signifique una época de crecimiento para México; por el lado negativo, somos comparativamente menos ricos. Lo que no hay por ningún lado, al menos por el momento, es una crisis.

Twitter: @macariomx

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