Fuera de la Caja

Horizonte limitado

Tal vez el problema más serio que tiene López Obrador para desempeñar su cargo actual es la falta de visión estratégica. No puede pensar en un plazo mayor a 24 horas.

Tal vez el problema más serio que tiene López Obrador para desempeñar su cargo actual es la falta de visión estratégica. Ya habrá usted visto el editorial del Financial Times (FT) en el que califica a AMLO del nuevo "hombre fuerte" en América Latina. No porque tenga fortaleza alguna, sino por ser un líder autoritario que guía al país a un pasado más pobre, oscuro y autoritario, dice el periódico británico.

Por muchos años, los seguidores de López Obrador, y los facilitadores en medios (Majluf dixit) se han referido a la genialidad política del Presidente. Algunos lo ven como brillante comunicador, otros como excepcional estrategia. La realidad no respalda estas creencias.

López Obrador es un gran agitador, no tengo duda. Tiene reflejos y es propenso al enfrentamiento, en el que su falta de escrúpulos y decencia le son muy útiles. Pero no parece tener mucha capacidad para imaginar escenarios, plantear caminos de largo plazo, construir estrategias.

Su camino a la Presidencia muestra esa capacidad de reacción sin visión estratégica: utilizar Fobaproa para fortalecerse a costa de Cuauhtémoc Cárdenas; usar el desafuero para convertirse en víctima; reaccionar frente a la derrota de 2006 poniendo al país al borde del enfrentamiento; proponer la ruptura frente a Ebrard para no respetar el acuerdo en 2012; aprovechar que Calderón abandonó a Josefina para colocarse a duras penas en segundo lugar; mendigar el registro para Morena; cosechar a los resentidos de las reformas…

Después de su triunfo, no cambió nada: la cancelación del NAIM es un error estratégico mayúsculo. Si no lo hubiese hecho, hoy sería mucho más popular, tendría una economía en mejores condiciones, y no sufriría editoriales extranjeras descalificándolo. Su apuesta por Pemex es todavía un error mayor: lo que hemos perdido en estos dos años no se podrá recuperar jamás, y equivale a un tercio del presupuesto del sector público de un año. O si quiere verlo de otra forma, a tener un presupuesto 5 por ciento menor cada año durante todo su sexenio.

La incapacidad de entender que contratar deuda en marzo resultaba más barato que no hacerlo es una muestra más de su ceguera. Pensar en el futuro le es imposible. Se orienta por una mañanera a la vez, por los enemigos que pueda inventar, los anuncios que puedan servirle, los chistoretes que le aplaudan los paleros. Mañana… será otro día.

Dos excelentes ejemplos de la semana pasada: perdió el control de lo que ocurre en Morena y sacrificó a la Corte por una ocurrencia. Esto segundo es lo que provocó (creo) la editorial del FT. Lo primero lo llevó a descalificar a un aliado de primer nivel, Ramírez Cuéllar, a cambio de nada, porque no tiene nada en las manos. Es que de pronto se ha enojado porque no hay manera de organizar un frente político que no tiene disciplina, tradición, ideología o prácticas políticas comunes. Vaya sorpresa.

Comento todo esto porque creo que debemos preocuparnos. La elección de 2018 destruyó el sistema de partidos (apenas queda el PAN, menoscabado, tal vez MC. Los demás no existen). Morena no es un partido político en forma. Pregunto: ¿cómo manejará la sucesión el Presidente en 2024? Con una democracia debilitada, sin dedazo ni dinastía, no existe forma de resolver el problema más serio de cualquier régimen político.

No me vayan a decir que AMLO no se reelegirá, o que sí lo hará. Les puedo asegurar desde hoy que él no tiene la más remota idea. Ése es precisamente el origen de mi preocupación: no puede pensar en un plazo mayor a 24 horas. Por eso se derrumbó la economía, por eso estamos al borde de la pérdida del grado de inversión, por eso la tragedia del Covid, por eso Morena no funciona, por eso todo…

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