Fuera de la Caja

El tío

Macario Schettino invita a imaginar que tenemos un tío albacea que no entrega cuentas, y por lo poco que hemos podido ver, todas las decisiones que ha tomado han sido muy costosas.

Imagine usted que su abuelo, que sin ser millonario algo logró acumular, fallece y en su testamento lo designa como heredero, pero por ser todavía menor de edad, le asigna a un tío como albacea. Ese tío no es muy brillante, pero sí necio y con iniciativa. Lo primero que hace es cancelar un edificio que su abuelo dejó en construcción, porque no le gustaba la ubicación. Afirma que es mejor hacerlo en otra parte, y ahí está invirtiendo algo del dinero de la herencia. Otra parte ha decidido meterla en una gasolinera, que dice que va a ser un negociazo, y en una flotilla de taxis. No le entrega cuentas, pero de lo poco que ha podido ver, todas las decisiones han sido muy costosas, dejó de entrar dinero, y es probable que el tío y sus hijos estén tomando parte de la herencia. Al menos, seguro están viviendo mucho mejor que antes.

El viernes, la Auditoría Superior de la Federación nos informó que así están las cosas. Por un lado, hay faltantes por 75 millones en la construcción de Dos Bocas, que además está en terreno muy riesgoso. Las estimaciones de ingresos del Tren Maya resultan demasiado optimistas. No pudo la auditoría revisar ciertas cuentas porque la obstruyó la Secretaría de la Función Pública. La cancelación del NAIM costó 332 mil millones de pesos. Hay mucho más en el informe, pero estos puntos han sido enfatizados por los medios.

Es cierto que la economía mexicana no era una maravilla, pero seguía siendo la número 15 del mundo (en dólares corrientes, número 11 en paridad de poder adquisitivo). El crecimiento promedio anual de la economía entre 1993 y 2018 fue de 2.4 por ciento, que no es poco. Recientemente, se habían tomado decisiones para elevar ese ritmo, liberando mercados como energía y telecomunicaciones, promoviendo la competencia, fortaleciendo el sistema financiero y las finanzas públicas, e iniciando un largo proceso de mejora en la educación.

Pero llegó el tío, y desde antes de tomar posesión canceló el aeropuerto, que decían que no estaba en buen lugar y que había corrupción, nada de lo cual se ha probado. Dijeron que costaría unos 100 mil millones de pesos esa decisión, y con el nuevo aeropuerto de Santa Lucía y unos parches en el actual, tendríamos servicio sobrado. Bueno, el costo directo de la cancelación fue del triple, es decir, de 15 mil millones de dólares. El indirecto, prepárese usted, es mucho peor.

El efecto inmediato de la cancelación del NAIM fue la caída en la inversión. Obviamente, la que se hacía en esa construcción desapareció de inmediato, pero otros proyectos se detuvieron, porque se confirmaba que López Obrador era una amenaza para el sector privado. En el transcurso de 2019 empezó la agresión al sector energético, se canceló la reforma educativa, se optó por la persecución fiscal, y se decidieron inversiones por consulta popular. La inversión cayó de 21 por ciento a 19 por ciento del PIB, y con ella el crecimiento pasó de 2.4 por ciento al -1 por ciento, antes de que llegara la pandemia.

En pesos y centavos, la caída de inversión entre 2018 y 2019 equivale a poco más de 400 mil millones de pesos, y es posible estimar una cantidad similar para 2020, más allá de la pandemia, que tuvo un impacto adicional. Así, al costo directo de 332 mil millones de pesos de la cancelación del aeropuerto hay que sumar cerca de 800 mil millones en los siguientes dos años, nada más en inversiones pospuestas o canceladas. Del crecimiento platicamos el miércoles.

Sale caro el tío, aunque su nombramiento sea legítimo.

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