Fuera de la Caja

El extraño caso del precio de gasolina

Resulta cierto que la gasolina ha subido menos que la inflación desde el 1 de diciembre. Y también es cierto que ha subido al doble, comparando con el año anterior.

El actual gobierno anunció, antes de tomar posesión, que ya no habría 'gasolinazos' y que los combustibles subirían al mismo ritmo que la inflación. Más allá de que no hay peor gasolinazo que la escasez producto de la incompetencia, como aprendimos en diciembre y enero, la oferta de mantener el precio tenía un pequeño truco.

Primero, es cierto que en estos primeros cinco meses de la administración las gasolinas han subido de precio menos que el resto de bienes y servicios de la economía. De la segunda quincena de noviembre a la primera de abril, la inflación general fue de 1 por ciento, mientras que la gasolina Magna incrementó su precio en 0.5 por ciento y la Premium incluso lo redujo, en 0.4 por ciento. De forma que se puede confirmar que han cumplido su promesa.

Sin embargo, cuando vemos el comportamiento de los precios de las gasolinas durante 2018, el que ahora no suban no resulta extraño. Como usted sabe, durante casi toda la historia, el gobierno mexicano establecía los precios de los energéticos, porque sólo el gobierno los vendía. Si se equivocaban con un precio más alto o más bajo del que el mercado hubiera determinado, nadie podía hacer nada al respecto. Si acaso quienes vivían en frontera, que se iban al otro lado a cargar cuando el precio en México era demasiado alto. A cambio, los de allá venían a hacer lo propio cuando el precio era demasiado bajo.

Aunque tener precios oficiales es dañino de forma general, en el caso de la energía es peor, debido a que es un insumo general. Por eso le costaba tanto trabajo al gobierno subir la gasolina, tenía efectos similares a otros precios clave, como los salarios, la tasa de interés o el tipo de cambio.

Finalmente, gracias a la reforma energética se liberó el mercado, y no sólo llegaron a vender otras empresas, sino que el precio dejó de estar determinado por el gobierno. Sin embargo, un elemento muy importante del precio, el impuesto especial, se convirtió en el problema. Aunque adelantaron un año el ajuste, a enero de 2017, para evitar su impacto en las elecciones, no tuvieron éxito: de ahí el 'gasolinazo' como herramienta electoral. Para reducir un poco ese golpe, el gobierno instrumentó un subsidio (estímulo fiscal).

Sin embargo, durante 2018 el estímulo se fue reduciendo hasta desaparecer por completo. Esto elevó significativamente el precio de las gasolinas, con una inflación anual, a la segunda quincena de noviembre, de 17 por ciento en Premium y 21 por ciento en Magna. Es decir, el anuncio de que no subirían las gasolinas se hizo porque ya habían subido. Puesto que, en los hechos, López Obrador se convirtió en el factótum el día de su elección, queda claro que pidió (ordenó) que el ajuste de precios se hiciera durante el final de la administración de Peña Nieto. Visto así, la inflación desde la segunda quincena de junio ha sido de 4 por ciento, mientras que la gasolina Premium ha subido 5.8 por ciento y la Magna 7.3 por ciento.

El efecto importante, me parece, no es cuánto ha subido desde el triunfo o toma de posesión del actual gobierno, sino el cambio en los precios contra el año anterior. Si usted paga hoy 5 o 10 por ciento más por algo, comparado con lo que pagaba hace un año, eso es lo relevante. La inflación promedio durante los primeros cinco meses del gobierno actual, comparando con los mismos meses del año anterior, es de 4.3 por ciento. En ese mismo lapso, la gasolina Premium ha subido de precio 9.8 por ciento y la Magna 13.5 por ciento.

Es un ejemplo de cómo se pueden afirmar cosas diferentes, utilizando datos confiables. Resulta cierto que la gasolina ha subido menos que la inflación desde el 1 de diciembre. Y también es cierto que ha subido al doble, comparando con el año anterior.

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