Fuera de la Caja

Dos mercados

En México el golpe se suaviza porque no es fácil despedir personal, pero después de tres meses aún no se llega al fondo, aunque éste es mucho menor, de -5 por ciento.

Para mi papá, en sus 85

En los primeros tres meses de este año, tenían empleo en Estados Unidos casi 152 millones de personas, en actividades no relacionadas con el campo. En el segundo trimestre, el promedio se había reducido a poco menos de 134 millones de personas. Es decir, 18 millones de estadounidenses dejaron de trabajar en los últimos tres meses, 12 por ciento de la población ocupada. El peor momento fue en abril, cuando esa cifra llegó a casi 22 millones, y de ahí se han recuperado 7 y medio, con lo que el dato de junio es de casi 138 millones de trabajadores, y quienes han perdido su empleo son 14 millones.

En México, el comportamiento es diferente. En el sector formal, afiliados al IMSS, la caída ha continuado incluso hasta junio, según cifras anunciadas por el Presidente (todavía no por la institución). En los primeros tres meses del año tenían empleo formal 20.5 millones de mexicanos; en el segundo trimestre, fueron 19.6, una pérdida de 850 mil puestos de trabajo. Pero, como le decía, aquí no se toca fondo en abril, sino que la caída continúa al menos hasta junio. Pasamos de 20.6 millones de empleos en febrero, a 19.5 en junio, una pérdida de 1.1 millones de puestos de trabajo, que equivale a una caída de 5 por ciento.

Esta comparación es ilustrativa. Por un lado, podemos ver la diferente flexibilidad de los mercados laborales. En Estados Unidos, el golpe es directo: la pérdida es de -15 por ciento en dos meses, y la recuperación es instantánea, aunque su velocidad dependa de muchos factores que en otro momento comentaremos. En México, el golpe se suaviza, porque no es fácil despedir personal, de forma que después de tres meses aún no se llega al fondo, pero éste es mucho menor: -5 por ciento.

Una segunda lectura es que en Estados Unidos todos los puestos mencionados son 'formales', aunque su formalidad dista mucho de la nuestra. Como usted sabe, la mayoría de los empleos en el país vecino no llevan consigo pensión ni compensación por despido ni servicios de salud. Al menos, nada comparable a lo que tenemos en México. Nos podemos quejar (con razón) de las pensiones o del IMSS, pero allá no hay eso. Precisamente por esa razón se puede despedir personal sin más que un aviso, y luego recontratarlos con una llamada. Y eso parece estar ocurriendo.

En México, quien tiene un empleo formal tiene las garantías mencionadas. No siempre funcionan bien, y no siempre se cumplen, pero hay manera de defenderse. Sin embargo, esas garantías al empleo, como vimos hace una semana, implican menos empleos creados. En buena medida, por eso tenemos más de la mitad de nuestra fuerza de trabajo empleada de manera informal, que en términos estrictos es ilegal. Son empleos sin pensiones ni servicios de salud ni compensaciones, que nuestra ley prohíbe, pero ahí están, y son más de la mitad de los que existen.

Ahí hemos tenido una pérdida mucho mayor. Pasamos de cerca de 32 millones de personas en la informalidad, en marzo, a 21 millones en abril. Once millones de mexicanos que dejaron de tener ingresos de golpe, sin compensación, acceso a salud ni nada. Y aquí sí ocurre que abril parece ser el peor mes, aunque la recuperación de mayo es pequeña: llegamos a cerca de 22 millones de personas ocupadas, un incremento de 3 por ciento.

La caída de empleo en ambos países responde a la reducción de actividad económica provocada por la pandemia, porque las decisiones oficiales de confinamiento no parecen ser relevantes: fue la sociedad, en ambos países, la que redujo su actividad, semanas antes de anuncios oficiales. Más sobre eso en los próximos días.

COLUMNAS ANTERIORES

Votos
Resultados y popularidad

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.