Fuera de la Caja

Dice Agustín

Quien fue gobernador del Banco de México sugirió tener cuidado con lo que viene, porque habrá sectores económicos que no logren recuperarse de la crisis.

Hace unos días, Agustín Carstens, quien fue gobernador del Banco de México y hoy es encargado del Banco Internacional de Pagos (es decir, es gobernador de gobernadores de bancos centrales en el mundo), sugirió tener cuidado con lo que viene, porque habrá sectores económicos que no logren recuperarse de la crisis que estamos viviendo.

Con esto, no se refiere Carstens a una tragedia generalizada, sino a una transformación que implica nuevas maneras de hacer las cosas. Tal vez usted recuerde que hace 90 años, Joseph Schumpeter describía a la economía de mercado como "destrucción creativa". Nuevas formas de producir, más eficientes o mejor orientadas a los deseos de los consumidores, desplazan viejas formas. En su época, el auto reemplazaba a los caballos, por ejemplo, o los medios masivos iniciaban la sustitución de los impresos. En el primer caso, la sustitución fue total, y los pocos caballos que quedan son más por deporte (y alguna actividad rural). En el segundo, el reemplazo fue parcial, luego se transformó en complemento, y ahora ambos medios se enfrentan a las redes sociales. Es decir, estos procesos no los podemos imaginar, aunque sepamos que están frente a nosotros.

En Estados Unidos, en los últimos años, las tiendas y centros comerciales ya sufrían el embate del comercio electrónico, pero en México eso les parecía algo remoto. Seis meses después del confinamiento, hemos empatado al país vecino, y las grandes áreas comerciales no parecen tan buena idea. Una vez que las personas han aprendido a utilizar las nuevas herramientas (buscadores, proveedores, tarjetas, etcétera) es seguro que una parte no menor de su consumo se guiará de esta manera. Esto no implica que desaparezcan todas las grandes tiendas, pero sí tendrán que reducir su tamaño y su número de sucursales. Y como esos espacios fueron construidos con base en créditos, habrá presión hacia los bancos.

También de eso alertó Carstens. Afirmó que los bancos centrales actuaron bien, reduciendo la volatilidad y estabilizando las economías y los sistemas financieros, pero que el trabajo no termina ahí, sino que ahora hay que cuidar el impacto de los sectores que no se recuperarán. El Banco de México ha estado muy atento a ello, y ha construido instrumentos para facilitar la liquidez y monitorear adecuadamente estos riesgos, pero los riesgos ahí van a estar.

Hace algunas semanas, para referirnos a estos procesos, que no son evidentes, decíamos que la crisis que hoy se sufre es más parecida a arenas movedizas que a un precipicio. Aunque la caída de la actividad económica fue muy pronunciada en abril y mayo, debido al confinamiento, en realidad la crisis no es ésa. La parte complicada es que se perdieron prácticamente dos meses de producción: desapareció 10 por ciento del valor agregado de un año. Esta pérdida se distribuyó entre menores ganancias de empresas, menores sueldos de trabajadores, mayor déficit de gobiernos, y más dinero en circulación (que no es otra cosa que mayor pérdida de generaciones futuras). En cada país, esto ocurrió de diferente manera, pero ocurrió.

Lo que viene ahora es la reasignación de esas pérdidas. Las personas que vieron sus ingresos reducidos cambian su patrón de consumo en consecuencia: menos educación y esparcimiento, menos gasto en transporte, más en comida. Las empresas que tuvieron que reducir sus ganancias, tienen que buscar un equilibrio entre accionistas y acreedores, que en muchas ocasiones pasa por reducción de personal. Los gobiernos, que incrementaron su deuda, deben moverse hacia mayores impuestos o menores gastos.

La suma de estos movimientos es una crisis diferente, y es precisamente la que estamos empezando a ver en este último trimestre del año. Por eso Carstens pide que estemos atentos, y creo que hay que hacerle caso.

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