Fuera de la Caja

Datos y conclusiones

A diferencia de lo que creen muchos, la economía mexicana funciona bastante bien, considerando el grave problema de capital humano que tenemos.

En los últimos 25 años, los países grandes de mayor crecimiento en el mundo han sido China, India e Indonesia, promediando 11.3 por ciento, 9 por ciento y 6.6 por ciento anual, respectivamente. Quitando esos tres, que vienen de un nivel muy bajo, los otros países grandes que crecen son Brasil, México y Estados Unidos, a un ritmo de 4.4 por ciento anual. Estas cifras miden el crecimiento en dólares comparables, es decir, de Paridad de Poder Adquisitivo, que tienen la ventaja de eliminar las diferencias en poder de compra entre las naciones (Fuente: FMI). Cuando medimos así, como puede usted ver, México ha sido uno de los países más exitosos del mundo.

En nuestro espacio de competencia, Italia ya se quedó muy atrás, con un crecimiento promedio de 2.6 por ciento, pero también hemos superado de forma consistente a Rusia (3.9 por ciento), Reino Unido (4.1 por ciento), Francia (3.6 por ciento) y Alemania (3.5 por ciento). Puesto que es con ellos con quienes disputamos un lugar entre las economías más grandes, la estimación de que México podría ser la séptima economía del mundo para 2030 sigue vigente. Ahora con una pequeña duda, debido a que Brasil puede crecer más rápido en los próximos años, y México más lento. Aunque ambos eligieron populistas, hay diferencias.

Si en lugar de medir estos últimos 25 años comparamos contra 1985, el año anterior a que México cambiara de rumbo económico (con el ingreso al GATT), seguimos siendo uno de los países de mayor crecimiento (4.7 por ciento). Superados, obviamente, por los tres asiáticos, y por muy poco por Estados Unidos (4.8 por ciento). Brasil queda ligeramente debajo, con 4.6 por ciento.

Es decir que la idea de que México ha crecido muy poco en los últimos decenios no tiene ningún sentido. Si se compara sin considerar los grandes avances en poder de compra, entonces puede uno concluir cosas diferentes. Por ejemplo, Brasil creció, en dólares corrientes, 7 por ciento anual de 1985 a 2018, mientras México lo hacía en 5.4 por ciento, pero como el país del sur es menos eficiente y productivo, ese crecimiento ha ido acompañado de menor capacidad de compra, que es lo que está corregido en los datos anteriores.

El crecimiento sostenido de México durante los últimos 25 años, además, ha ido acompañado de una reconfiguración de la economía. Nos hemos alejado de la producción de bienes primarios y hemos avanzado en la industria, al grado de ser hoy uno de los países con mayor exportación de manufacturas. Esto nos aleja de los ciclos de precio de commodities, que siguen siendo tan fuertes en Sudamérica, por ejemplo. Por eso a veces vemos a aquellos países crecer muy rápido, y luego hundirse, mientras nosotros seguimos a un paso sostenido, que además no es nada pequeño, considerando el tamaño de este país.

Todavía más importante es que precisamente gracias a esa reconfiguración logramos esquivar la tragedia del petróleo. En 2003, la extracción de crudo y gas aportaba el 9 por ciento del PIB de México. En 2018, apenas fue de 4 por ciento. En esos 15 años, seguimos creciendo parejo, sólo resintiendo la Gran Recesión, que vino del exterior.

A diferencia de lo que creen muchos, la economía mexicana funciona bastante bien, considerando el grave problema de capital humano que tenemos. Como usted sabe, los jóvenes mexicanos, en promedio, son de lo mejor de América Latina, apenas debajo de Chile y Uruguay. Sin embargo, la proporción de jóvenes que logramos colocar en nivel de excelencia es una de las más bajas del mundo: tres de cada mil. Es por eso que somos una potencia mundial en ensamblar, pero inexistentes en crear.

El siguiente paso, para competir de verdad, es transformar a nuestros jóvenes en una fuerza creadora, con un sistema educativo totalmente distinto. Aunque entiendo que la idea actual es más bien regresar al campo, al petróleo y al adoctrinamiento escolar.

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