Fuera de la Caja

Algo bueno

Si nos enfocamos en las decisiones impulsadas por el presidente mismo, creo que lo único que se mueve en dirección correcta es el tema del salario mínimo.

Las evidencias de mal gobierno son tan abundantes que con frecuencia el público quiere escuchar, más bien, si hay algo bueno que pueda decirse de la actual administración. Esta columna percibe, al menos, esfuerzos de contención en la Secretaría de Hacienda, que permiten confiar en que las finanzas públicas no saldrán de control. También se nota una actitud similar en Relaciones Exteriores, que busca construir acuerdos con actores relevantes para los temas de migración y comercio, donde tenemos dificultades con Estados Unidos.

En ambos casos, son esfuerzos a contracorriente, visto desde acá. Moderan, hasta donde es posible, los desaguisados causados por el titular del Ejecutivo, pero deben hacerlo con mucha cautela. Es posible que algo similar ocurra en Educación o Salud, pero si es así, no lo alcanzo a percibir.

Si nos enfocamos en las decisiones impulsadas por el presidente mismo, creo que lo único que se mueve en dirección correcta, aunque con asegunes, es el tema del salario mínimo. Como usted sabe, desde 2018 se logró que ese indicador creciera a un ritmo relevante. Para lograrlo, antes hubo que desvincular del mismo una cantidad muy importante de leyes. Por décadas, pensiones, créditos y varias otras cosas se medían en múltiplos del salario mínimo, impidiendo que éste pudiera moverse sin afectar seriamente a la economía. A fines de 2017 esto se había resuelto y se pudo elevar el salario más de lo acostumbrado. Ahora, en 2019, se repitió ese movimiento.

Esta columna propuso, hace más de dos años, que en lugar de subir el salario mínimo por partes, se dejara como indicador, y se estableciese un nuevo salario ('básico', por ejemplo), por un valor del doble del anterior. Puesto que en la economía formal hay pocos que ganan este salario, duplicarlo simplemente reconocería la realidad. En la economía informal, no importa qué haga uno con las leyes. La propuesta no tuvo éxito, y el camino ha sido elevar el mínimo en escalones de dos dígitos. Eventualmente se llegará a un nivel razonable.

Ahora, sin embargo, se sumó la idea de duplicar, pero sólo en la frontera. El impacto, según entiendo, ha sido bueno en el sentido de que no ha provocado caída de empleo y sí una mejora en los ingresos de las personas.

En lo relativo a los salarios en general, el incremento a inicios de 2019 es también importante. El salario promedio del IMSS creció 6.9 por ciento anual en enero y febrero, y eso ayudó a compensar la menor generación de empleos, para dar como resultado una masa salarial que crece al mismo ritmo que en 2018. Este crecimiento del salario es superior a la inflación, como es evidente. En términos reales, en enero alcanzó 2.5 por ciento anual, y en febrero 2.9 por ciento.

Curiosamente, no habíamos visto crecimientos de ese tamaño ¡desde el sexenio de Vicente Fox! En la administración 2000-2006, el crecimiento anual real del salario promedio del IMSS fue de 2.1 por ciento, frente al 2.0 por ciento que tiene la actual en sus primeros tres meses.

La diferencia es que en tiempos de Fox todavía se alcanzó parte del impacto del inicio del TLCAN, y del incremento de productividad que eso produjo, especialmente en el centro y norte del país. Hoy, en lo que va de este gobierno, la productividad no va bien, en tanto que la economía no está creciendo. Adicionalmente, el activismo laboral está creciendo muy rápido. Durante el sexenio de Peña Nieto hubo un promedio de una huelga estallada cada tres meses. Hoy, en los cuatro primeros meses, ha habido siete. Se perdían, en la administración previa, menos de cinco días de trabajo por mes en cada huelga. Hoy, 27.

Es bueno que haya recuperación salarial, aunque puede convertirse en un problema sin incrementos de productividad. Pero el activismo, me parece, es algo más preocupante.

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