Fuera de la Caja

Al ajuste

El hecho es que ya descompusieron lo poco que funcionaba, y no les alcanza el dinero. Ha llegado el momento de ajustar.

Se acerca el tiempo de ajustar. Cumplimos seis meses de 2019, siete de la actual administración, un año del triunfo electoral que ha cambiado el rumbo del país. Quienes ganaron, perciben este cambio como algo necesario, pero las diferentes ideas de lo que eso significaba se han ido enfrentando conforme hay que tomar decisiones. Cuando algunas de esas decisiones le cuestan a distintos grupos de la población, el ánimo del cambio se modera, o incluso desaparece. Es normal, aunque en este caso sea más fuerte, por el tamaño de las expectativas.

Sin embargo, algunas de esas decisiones han tenido más peso que otras, desde la perspectiva nacional. Sin duda es una tragedia el cierre de guarderías, para quienes las utilizaban; y también las menores transferencias a cultura, ciencia y tecnología, educación superior, etcétera. Pero cancelar el aeropuerto, la mayor obra de infraestructura en décadas, o revertir la reforma energética, tienen un impacto que supera a las demás, no en términos de sufrimiento personal, sino en desempeño económico.

Ya usted sabe que la economía no vive el mejor momento. El último dato de crecimiento, al mes de abril, fue de 0.3 por ciento anual. Mayo posiblemente sea un poco menor, pero no tanto como marzo, que fue de -0.6 por ciento. Como quiera, el primer trimestre apenas crecimos 0.5 por ciento, y en este segundo, que termina hoy, difícilmente superaremos el cero. Por eso los especialistas modifican su estimación de crecimiento para todo el año, y varios ya lo ponen debajo del 1 por ciento. Si el crecimiento de la primera mitad apenas rondará 0.3 por ciento, es difícil creer que lleguemos incluso al uno para todo el año.

A ese menor crecimiento, producto, en opinión de esta columna, del daño a la confianza producido por el berrinche del aeropuerto, hay que sumar el problema energético. Por un lado, Pemex no puede parar la caída de producción. Sin duda cae un poco menos rápido, pero el promedio de producción del primer semestre es de 1.67 millones de barriles diarios (mbd), considerando la estimación de junio aportada por el director de Pemex. Hacienda había proyectado una plataforma de producción de 1.85 mbd para 2019, que ya no se cumplió. El boquete que esto abre en las finanzas públicas ronda los 200 mil millones de pesos para todo el año. Es más o menos equivalente a todos los programas del nuevo gobierno o al superávit primario, lo que usted prefiera.

No sólo no pueden revertir la caída de producción, sino que insisten en gastar dinero en áreas que no producen valor, como la refinería, y en complicar todo el tema eléctrico: desde obstaculizar la producción vía renovables, hasta regresar a carbón y combustóleo, pasando por pelearse con los canadienses, otorgar licitaciones a IUSA, y lo que guste usted sumar. Es como regresar a los años setenta. Años terribles para México.

Aunque muchos no lo crean, el gobierno mexicano era uno de los que menos gastaba en el mundo, simplemente porque tenía ingresos muy bajos. Hasta 2013, fuimos el país con menor recaudación en el mundo, en comparación con el tamaño de la economía. Por eso la idea de austeridad puede ser sumamente riesgosa, porque gran parte de las actividades del gobierno no tenían margen alguno de ahorro. Me parece que eso explica mucho del desorden que se ve desde la sociedad: al recortar, mutilaron.

No aparecieron los 500 mil millones que según ellos se iban a corrupción, ni hubo fortunas en Pemex, como pensaban. Recibieron un gobierno que operaba a duras penas, y es a eso a lo que llaman "cochinero". El hecho es que ya descompusieron lo poco que funcionaba, y no les alcanza el dinero. Ha llegado el momento de ajustar. Ojalá lo hagan sin perder el grado de inversión. Sean responsables, por una vez.

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