Fuera de la Caja

Aguantando

Si bien no se confirma una contracción de la economía, el crecimiento es bajo y parece que se reducirá aún más, escribe Macario Schettino.

Se publicó el dato del Índice Global de Actividad Económica (IGAE) de enero. Esta columna había pronosticado que podría ser negativo, porque los datos de ventas en autoservicios y anécdotas de turismo así lo sugerían. Afortunadamente, la predicción no fue correcta. El IGAE de enero muestra un crecimiento de 0.2 por ciento frente a diciembre, o de 1.2 por ciento contra enero de 2018, en datos desestacionalizados. En datos originales, sí hay una caída considerable en enero, pero no le hagamos caso, por ahora.

Los datos de industria ya los conocíamos, y traen una contracción anual de 1.1 por ciento, en buena medida por la caída de la producción de petróleo, pero también de una debilidad creciente en las manufacturas. Los datos nuevos son de servicios, y fueron mejores de lo que esperábamos.

A pesar de que el indicador de ventas a tiendas iguales de ANTAD mostraba una contracción, en términos reales, de 1.7 por ciento, el comercio al menudeo creció 2.8 por ciento. Este dato es incluso mayor que el indicador de ventas a tiendas totales, que era de 1.9 por ciento. Hay contracción en comunicaciones y transportes, de casi 2 por ciento frente a diciembre, y todavía con crecimiento anual de 0.8 por ciento. Hay también caídas en servicios recreativos, de 3.3 por ciento mensual y 2.6 por ciento anual; y en turismo, de 0.9 por ciento mensual, 2.9 por ciento anual. También se esperaba una contracción en gobierno, que fue de 2.3 por ciento en términos anuales.

El ritmo promedio de la economía, sin embargo, sigue cayendo. El crecimiento trimestral era ligeramente superior al 2 por ciento, como de costumbre, pero ha caído a 1 por ciento ahora. Algo similar ocurrió al inicio del gobierno de Peña Nieto, porque el crecimiento previo rondaba 3 por ciento, y durante los primeros meses cayó a 2 por ciento, y luego a 1 por ciento. Como ya comentamos en alguna ocasión, esto se debió fundamentalmente a una grave recesión en la industria de la construcción, producto del cambio de reglas en producción de vivienda. Ahora, hasta el momento, todo indica que se debe a un cambio de reglas diferente, a la cancelación del aeropuerto y al desorden que hay en el sector energético.

De cualquier forma, los servicios han mostrado bastante resistencia a caer, y eso es bueno. Si logran aguantar unos meses más, el fantasma de la recesión puede desaparecer. El sector más importante en eso, aunque no lo crea, es el sistema financiero. Dentro de los servicios es el más grande, y representa 26 por ciento de toda la actividad terciaria. Equivale a la suma del comercio al mayoreo y al menudeo. En enero, el sistema financiero aportó un punto de crecimiento a los servicios, mientras que los dos rubros de comercio aportaron otro. Prácticamente ahí ocurre todo el crecimiento, aunque hubo un repunte sorpresivo en el rubro de corporativos, servicios profesionales y servicios de apoyo, que tiene un comportamiento muy errático, y ahora se movió positivamente.

Del mes de febrero tenemos ya algunos datos. El indicador de ANTAD es mejor que en enero, pero las ventas de autos fueron negativas. Dudo que turismo o gobierno hayan tenido un mejor comportamiento en febrero, de forma que el resultado final dependerá esencialmente de los servicios financieros (que incluyen desde banca hasta inmobiliarios).

Por la naturaleza del cálculo que se hace para quitar el efecto estacional, cuando se publique febrero se modificará enero. Por eso es conveniente considerar la tendencia anual que, como le decía, apunta a menor crecimiento. Aunque enero resultó mejor que diciembre, la tendencia ha caído en un punto porcentual.

Si bien no se confirma una contracción de la economía, el crecimiento es bajo y parece que se reducirá aún más. Ya también lo habíamos comentado: crisis, no hay. Menor crecimiento, sí.

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