Luis Wertman Zaslav

Tratado en medio de la crisis

Necesitamos impulsar al sector industrial, recuperar el terreno que perdió el de servicios y empezar a diversificar inversiones con visión, calidad y respeto a las y los trabajadores.

Los siguientes meses serán cruciales para poner a prueba el T-MEC y obtener resultados rápidos que ayuden a dos economías –la nuestra y la de los Estados Unidos– que, guardando mucho las proporciones, lo necesitan con urgencia.

La cena del miércoles por la noche en Washington no tiene una sola casualidad, como tampoco se trató de un evento social de intercambio de buenos deseos, se trató de sentar en un mismo espacio (con poca sana distancia) a quienes pueden tomar las decisiones que hagan operar de inmediato el acuerdo comercial más importante que tiene México y una buena parte de los estados de la Unión Americana.

Cómo bajarán esos beneficios desde las grandes corporaciones hacia las Pymes y micronegocios está por verse, pero debió ser parte del plan trazado por los dos gobiernos y sus dos iniciativas privadas. Capitales de ese tamaño tenían que entrar en contacto y ponerse de acuerdo con velocidad.

Luego vienen las remesas y su importancia cada vez mayor dentro de la economía mexicana, al menos este año, serán la tabla de salvación de la actual administración y de millones de mexicanas y mexicanos que no han sido abandonados por sus familiares que trabajan fuerte en los Estados Unidos.

Sin embargo, no podemos pensar que son una gallina de los huevos de oro como en su momento lo fue el petróleo. Necesitamos impulsar al sector industrial, recuperar el terreno que perdió el de servicios y empezar a diversificar inversiones con visión, calidad y respeto a las y los trabajadores, tal cual lo señala el escrito del tratado que se acaba de actualizar.

Ello, sin perder de vista que ya no tenemos pretextos, ni opciones, para construir un mercado interno que no solo dedique sus ingresos a transporte, comida rápida o de bajo contenido nutricional, y moda rápida. Requerimos un mercado interno real, que consuma bienes y servicios intermedios y pueda sentar las bases de mejores niveles de vida y desarrollo.

De su lado, el gobierno mexicano tiene un enorme reto de consolidar el sistema de salud, renovado parcialmente por la emergencia del coronavirus, ampliar su presencia en el territorio y aumentar la calidad de sus servicios. Para lograrlo se necesitan más inscripciones al IMSS y esas solo las consiguen las empresas que crean puestos de trabajo; en este objetivo no es ajeno el ISSSTE, porque la administración pública seguirá siendo uno de los principales patrones en el país.

A mejores servicios de salud, deberemos establecer servicios de educación con calidad, que aporten las habilidades de conocimiento e innovación necesarias para que miles de jóvenes puedan tener una oportunidad en un mercado laboral competido, estrecho debido a la crisis económica por el Covid-19, y demandante de posiciones especializadas que, muchas veces, no están en el radar de los programas escolares vigentes.

Y tenemos que empezar a innovar y a desarrollar investigación científica. Una de las mejores noticias que ha traído esta crisis sanitaria es la participación de instituciones educativas nacionales en la búsqueda de una vacuna y un tratamiento que frene la pandemia. Es la carrera contra el tiempo más importante de nuestra historia reciente y una que decidirá quién se quedará en el atraso tecnológico y quién no, tan solo por el acceso que habría a una medicina que funcione.

Todo a contrarreloj, con la economía mundial detenida en seco y apenas echando a andar algunos de sus motores, bajo la amenaza de nuevos brotes que podrían sumarse a padecimientos recurrentes en pleno segundo semestre de un año muy complicado.

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