Luis Wertman Zaslav

Sabiduría

La sabiduría de los mercados siempre ha sido un tema de preocupación para los economistas, ya que valoran los números y no la batalla política diaria.

La sabiduría de los mercados siempre ha sido un tema de preocupación para los economistas. Desde quienes piensan que su lógica es perfecta, hasta quienes consideran que se mueven por impulsos, codicia y miedos infundados.

Partidarios de un lado sostienen que no pueden regularse solos, por lo que la presencia del Estado es necesaria para evitar sus excesos. Los del otro bando, afirman que los Estados y sus gobiernos nunca han sido buenos para administrar y que, cada vez que lo intentan, los resultados son catastróficos.

Esta semana, la tan anunciada recesión "técnica" se conjuró gracias a un crecimiento marginal que demuestra, al menos, un estancamiento en la economía. Celebrado por unos y descalificado por otros, la realidad es que este indicador tuvo mayor peso político que financiero.

Ello podría traer buenas y malas noticias. Entre las positivas está que los mercados valoran los números y no la batalla política diaria; una negativa, es la posibilidad de que, en un entorno mundial enrarecido, las metas de crecimiento no puedan coincidir con los planes y promesas.

El propio Presidente parece haberse adelantado a este escenario e insiste que hay una diferencia entre desarrollo y crecimiento. Desde su trinchera, el secretario de Hacienda trata de alimentar las dos vías inyectando dinero público y adelantando concursos que den certidumbre hasta el próximo año.

Faltan indicadores sobre el consumo, que tiene un pico en estas fechas de regreso a clases y es previsible también durante la época navideña, lo que podría modificar levemente los pronósticos a la baja que ya decretaron calificadoras, la banca y las instituciones financieras internacionales.

Si los recursos de programas sociales empiezan a sentirse en el bolsillo de muchas familias, el avance marginal que tanta polémica ocasionó podría no serlo tanto. Sumarlo al inicio de las grandes obras de infraestructura y la asignación de contratos millonarios a la iniciativa privada, podría contagiar al mercado de valores y a las corredurías.

Eso no quiere decir que los nubarrones desaparezcan o que otros factores globales no afecten al país, al contrario, esta misma semana el titular del Ejecutivo dejó claro que el año entrante será de austeridad, prioridad para los programas sociales y gasto restringido a todo proyecto que no sea de los ya conocidos.

Es decir, será hasta el tercer año, por muy cerca, que el gobierno pensará en aflojar el ajustado cinturón de la austeridad. Y no lo hará así como así, deberá estar en la lógica del avance de los objetivos que sentarán el legado de esta administración.

Nada nuevo, podemos pensar, porque se tomó el mismo camino en la CDMX cuando fue jefe de Gobierno; no obstante, los periodos históricos son únicos en sus circunstancias y no existe evidencia de que se repitan.

Valdrá la pena que tanto la iniciativa privada como esta administración sientan las bases de un desarrollo sostenido, pero sin el impulso de congelar las decisiones económicas por razones políticas o de burocracia. Sólo así vamos a crecer al 4.0 por ciento prometido.

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