Luis Wertman Zaslav

La apuesta

México requerirá de mucha inversión para impulsar la producción petrolera, la exploración de nuevos yacimientos y el saneamiento de una paraestatal en crisis y condenada a muerte.

Se ve monumental y es posible que el resto consuma más de lo originalmente planeado en lo económico y en lo político, pero el rescate de la industria petrolera nacional es la apuesta del gobierno de nuestra nación para los próximos años.

Esta semana se presentó el no tan esperado plan de negocios de Petróleos Mexicanos, y lo escribo así porque mientras la oposición al Presidente centró en este la posibilidad de un nuevo revés en el ánimo de los mercados, después de la intempestiva renuncia del ahora exsecretario de Hacienda, Carlos Urzúa, la realidad es que estos y las calificadoras le dieron el beneficio de la duda.

La tibia recepción del plan, tanto a favor o en contra, posiblemente se deba a que el diagnóstico es ya muy conocido: México requerirá de mucha inversión para impulsar la producción petrolera, la exploración de nuevos yacimientos y el saneamiento de una paraestatal en crisis y condenada a muerte.

No obstante, el gobierno en turno decidió virar hacia la dirección contraria y enfocar gran parte de su estrategia de desarrollo en la producción de combustibles derivados de petróleo y la construcción de nuevas instalaciones de refinamiento para ocupar en el mediano plazo el 70 por ciento del mercado, por ejemplo, de gasolinas.

A esta meta de soberanía energética se le suman los planes en la CFE, los cuales tienen aún más riesgo, aunque no la misma atención pública y política, para establecer otras condiciones en la generación de energía, que ya provocaron diferencias no sólo con empresas privadas participantes, sino también con sus gobiernos de origen.

Desde que en este país descubrimos la riqueza petrolera, el mayor desafío ha sido no mezclarla con el abuso y con la política, ambos ingredientes que sirven para explicar el problema que hoy enfrentamos.

En los juegos de cartas existe una frase común que dice "pago por ver" y es, más o menos, la respuesta que se dio a esta ambiciosa inversión que, hasta hace unos días, era un fracaso anunciado por quienes diariamente predicen el apocalipsis mexicano. No afirmo tampoco que todo está salvado, porque la recuperación del sector energético será una de las enormes tareas que tendrá la llamada cuarta transformación.

¿Qué necesitamos saber y hacer los ciudadanos al respecto? Algunas sugerencias rápidas: disminuir progresivamente nuestro consumo de combustibles fósiles, aunque no será sencillo porque ya vimos que este país sigue funcionando con gasolina y diesel; modificar nuestra idea de movilidad donde habitamos, sea cual sea el estado; involucrarnos en el desarrollo de estas estrategias para opinar de manera informada y no caer en las mentiras de uno y otro lado; y a partir de esta participación civil, denunciar y protestar si vemos que la corrupción del pasado (que mucha sigue ahí) vuelve a tomar el control de la energía.

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