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Chichén Itzá, de cara al futuro

Si queremos preservar la viabilidad y sustentabilidad del sitio en el largo plazo, se requiere tomar acciones ya.

Las medidas de distanciamiento generadas por el COVID-19 obligan a renovar la experiencia del visitante a Chichén Itzá, un sitio que por décadas ha ido acumulando vicios sin resolver.

El sitio arqueológico, ubicado a medio camino entre Mérida y Cancún en la Península de Yucatán, está celebrando el 13 aniversario de su nombramiento, el 7 de julio de 2007, como una de las siete maravillas del mundo moderno. Es el segundo sitio más visitado del país y una importante fuente de ingresos en el presupuesto del estado de Yucatán.

Cabe mencionar que los sitios arqueológicos más importantes para el turismo en el estado, tienen en Yucatán una doble cuota de entrada: la del INAH (80 pesos) y la del Patronato de las Unidades Culturales y Turísticas, CULTUR (417 pesos para visitantes extranjeros y 130 pesos para mexicanos). Esto lo convierte en el sitio más caro del país, pero está lejos aún de dar el servicio que la cuota refleja.

Más allá del innegable valor cultural y turístico del sitio, el gobierno de Yucatán debe mejorar la experiencia del visitante. Para ello, decidir, sobre todo ahora por la pandemia del COVID, a ejecutar el anhelado cambio que el soberbio sitio merece.

1. Venta de boletos en línea. Para entrar al sitio hay que hacer tres colas: la compra del boleto de CULTUR, la del INAH, y la de entrada al sitio. Si tomamos en cuenta que Chichén Itzá puede llegar a tener 16 mil visitantes en un solo día de temporada alta, el caos que se genera en la entrada es desalentador. Y más, con los protocolos de distanciamiento vigentes. Si CULTUR o INAH no tienen los recursos inmediatos para llevar a cabo la venta de boletos en línea, bien podrían hacer un acuerdo comercial con alguna empresa dedicada a eso, como Ticketmaster o similar.

2. Visitas en bloques horarios. Es común, alrededor de las 11:00 am, ver largas filas de autobuses para ingresar. Chichén Itzá requiere administrar mejor sus flujos de visitantes, y para eso debería tener ingresos con horarios. No es nada nuevo, sitios como La Alhambra en Granada o las cuevas de Cantabria lo realizan de manera exitosa. Otra ventaja de esta acción, es tener un mejor control de la capacidad de carga del sitio, lo que contribuye a un mejor cuidado del patrimonio.

3. Desarrollar el recorrido en un solo sentido. Con un visitante que compró sus boletos en línea y a una hora específica, tendrá una visita más placentera cuando vea que su recorrido interpretativo ya está diseñado. El visitante podrá ingresar por un lado, dejar para el final el Castillo, que es la estructura más importante del sitio, y salir hacia el mercado de artesanos; además de ser una mejora en la experiencia del visitante, la visita en un solo sentido disminuye la presión y el daño al patrimonio, algo que los arqueólogos del INAH valorarían mucho.

4. Un nuevo parador turístico y estacionamiento. Ya han pasado varias administraciones estatales en las que el tema ha estado sobre la mesa. No es cosa menor, requiere de una inversión millonaria. Pero Chichén lo necesita, y así lo exige también la elevada cuota que se pide para el ingreso.

5. Reubicar a los vendedores de artesanías, que tendrían que estar contemplados en el diseño del nuevo parador, como paso obligado de todo visitante del sitio.

6. Desarrollar un plan maestro para Pisté, la comunidad en donde se encuentra el sitio arqueológico. La idea es que el turista tenga un atractivo adicional y encuentre atrayente pernoctar cerca del sitio.

Chichén Itzá es uno de los imanes turísticos más importantes del país, una visita obligada para el turista. Si queremos preservar la viabilidad y sustentabilidad del sitio en el largo plazo, se requiere tomar acciones ya.

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