Democracia Eficaz

Reformas electorales que inquietan

En lugar de minireformas para controlar la dirección del INE, el Congreso debe reflexionar los cambios a la ley electoral que sirvan para los próximos 10 años.

Por supuesto que es pertinente revisar la duración del cargo de consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), actualmente de nueve años, y quizá reducirlo en el futuro a tres, como propone una iniciativa de Morena. Pero debe ser vigente a partir de 2023, cuando concluye el periodo de Lorenzo Córdova, y no a partir de 2020, como propone la iniciativa del diputado Sergio Gutiérrez Luna.

Por supuesto que es deseable reducir el financiamiento de los partidos políticos, como lo han planteado también legisladores de Morena, pero de forma gradual, para no afectar su funcionamiento. La propuesta que sería sometida al voto del Pleno esta semana y que ayer fue retirada del orden del día, proponía un recorte de 50 por ciento a partir de enero de 2020.

Siempre es deseable revisar la regulación electoral para su mejora. Pero a partir de una ponderación global de las fortalezas y debilidades del sistema electoral mexicano. El diputado Gutiérrez Luna coordinó varias reuniones sobre reforma electoral hace algunos meses, que incluyeron diversos temas: desde financiamiento de partidos, los órganos electorales de las entidades u OPLEs, la justicia electoral y la organización de comicios.

Pero la semana pasada propuso una reforma constitucional en materia electoral que solo contiene un rubro muy específico: la reducción del mandato del presidente del INE de nueve a tres años, dejando fuera otros temas más relevantes y globales. ¿Y el debate sobre la nacionalización de las elecciones? ¿Y la existencia de tribunales electorales estatales? ¿Y el tema del voto obligatorio? ¿Y por qué no se incluye tema de financiamiento ilegal de campañas?

Aunque ayer Mario Delgado, coordinador de los diputados de Morena, dijo que era una iniciativa de un grupo de legisladores –no una postura oficial de la bancada– la propuesta despertó mucha preocupación porque la hace el coordinador de la mesa de reforma electoral de Morena y es apoyada por 132 diputados.

¿Cuál es el mensaje de querer cambiar la regla de nombramiento y duración del presidente del INE en 2020? ¿Cuál es la prisa para violar el principio de inamovilidad del titular del instituto? Si es mejor que la presidencia del INE sea de tres años, bienvenido, pero como parte de una reforma electoral global y sólo a partir de 2023, cuando termina el periodo de Córdova.

Respecto a la propuesta de reducir el financiamiento de partidos, es una medida sana para fortalecerlos, pero debe ser de forma gradual para no poner en riesgo su operación. Por ejemplo, una reducción de 10 por ciento al año hasta alcanzar 50 por ciento en cinco años. Querer hacerlo de machetazo conduciría a debilitar, en lugar de fortalecer, a los partidos políticos.

Siempre he pensado que reducir las prerrogativas de los partidos es una forma de fortalecerlos. Dicho a la inversa: el exceso de dinero los burocratizó y los corrompió. La reducción del financiamiento puede hacerlos más ágiles y cercanos a la gente.

Pero la propuesta de Morena busca tener más recursos para los programas sociales de López Obrador y contar con ellos ya, a partir de 2020. Busca encajar en la letanía de la austeridad republicana y eso causa sospecha y duda entre muchos.

Fortalecer al sistema de partidos debe ser un objetivo estratégico de cualquier reforma electoral. Reducir el financiamiento público y aumentar los topes de financiamiento privado puede ser una combinación virtuosa que ayude a ese fin, pero no para encajar en la austeridad republicana ni para tener más dinero líquido para fondear los programas de este gobierno.

Por cierto, si se quiere revisar con seriedad el impacto del financiamiento público sobre la calidad de la democracia, también deben hacerse cambios para contener el financiamiento ilegal de campañas. Poco efecto tendrá ahorrar dos o tres mil millones de pesos al año de financiamiento federal si por debajo de la mesa corren cantidades de dinero que son 10 o 20 veces esos montos.

En lugar de hacer minireformas para controlar la dirección del INE o para agradar al presidente de la República, el Congreso mexicano podría, a partir de 2020, reflexionar con seriedad y profundidad el tipo de cambios para los próximos 10 años.

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