Democracia Eficaz

Diez reflexiones electorales del 2 de junio

En resumen, Morena se consolidó como el ganador de la jornada electoral del pasado domingo, el PAN como el partido de oposición más importante y el PRI fue el gran perdedor.

1. Morena es el gran triunfador de la jornada electoral: ganó las dos gubernaturas que se disputaron: Puebla y Baja California. En esta última su triunfo fue contundente: gana la gubernatura con más del 50 por ciento de los votos –con una diferencia de 27 puntos porcentuales sobre el segundo lugar– y todos los municipios y los 17 diputados locales de mayoría. En Quintana Roo ganó diputaciones en once de los quince distritos electorales. En las demás entidades –Aguascalientes, Durango y Tamaulipas– ganó muy poco.

2. El PRI es el gran perdedor: en la elección de gobernador en Puebla quedó en tercer lugar, con apenas el 18.4 por ciento (en 2016 obtuvo el segundo lugar con 33.5 de la votación). En la elección de gobernador de Baja California fue relegado hasta la quinta posición, con apenas 4.7 por ciento de la votación (hace seis años el PRI quedó en segundo lugar con el 44 por ciento de los votos).

3. El PAN pierde Puebla y Baja California, esta última de forma estrepitosa, pero mantiene tres bastiones en Aguascalientes, Durango y Tamaulipas; y se consolida como el partido de oposición más importante, acaso el único relevante. Con el PRI en declive y el PRD en fase de extinción y Movimiento Ciudadano apenas en ascenso, el PAN luce como la única opción viable de oposición electoral.

4. Los candidatos "independientes" fueron inexistentes. De los 88 ciudadanos que aspiraron a serlo, únicamente 20 obtuvieron registro y sólo 12 compitieron el pasado domingo –ninguno ganó, ni siquiera obtuvo más del 2.5 por ciento de los votos. La atracción de los independientes se evaporó en 2018 bajo el mantra del cambio que prometió López Obrador y por ahí se canalizó el descontento con los partidos tradicionales (aunque Morena sea pronto uno de ellos).

5. La participación promedio de las seis entidades fue muy baja, tan solo de 33.7 por ciento (hace seis años fue de 47). La más baja fue en Quintana Roo, con 22.15 por ciento, y la más alta en Durango, con 44.9. Escucho el argumento de que es culpa de los partidos y candidatos que no atraen a los votantes; yo más bien veo una sociedad apática con escasos valores cívicos.

6. Morena aumenta su presencia regional: cuenta ya con siete gubernaturas más la de su aliado Cuauhtémoc Blanco, en Morelos, quien ganó el año pasado bajo las siglas del Partido Encuentro Social, hoy extinto a nivel nacional. Además, es la principal fuerza en 23 congresos locales con el triunfo ayer en Baja California (donde ganó los 17 distritos) y Quintana Roo, donde ganó once diputados locales de mayoría.

7. La siguiente gran fecha electoral es 2021, cuando se competirán 500 diputados federales, 14 gubernaturas y se renovarán 24 congresos locales. En 2020 sólo habrá dos elecciones locales en Coahuila y Nayarit.

8. Como siempre, el INE organizó –de la mano de los órganos electorales locales, los llamados Oples– una elección rutinaria con profesionalismo: se instalaron prácticamente todas las casillas y los incidentes fueron mínimos. De hecho, el gran desperdicio es que se organizó una votación para que participaran 13 millones de votantes y sólo fueron poco más de 4.3 millones. Una cena servida con menos de la mitad de los invitados sentados a la mesa. Culpa de la ciudadanía, no de la autoridad electoral.

9. ¿Se trata de un referéndum sobre el gobierno de López Obrador? No, se trata de una elección donde ganó Morena gracias a la popularidad de AMLO en ciertas regiones: Baja California, Puebla y Quintana Roo, porque en otras perdió por conflictos internos (por ejemplo, Aguascalientes) o porque el PAN cuenta con una sólida estructura, como Tamaulipas.

10. Si Morena es el gran ganador de la jornada electoral, su desafío es convertirse en partido político. Que sus candidatos hayan ganado no significa que ese ímpetu sea un activo permanente, sino contingente que puede esfumarse si la popularidad presidencial se reduce o si es incapaz de convertirse en un verdadero partido político, más allá de ser un movimiento de esperanza o una intención de voto.

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