Sobremesa

Comezón del 4º año

En el cuarto año empieza la cuenta regresiva para los presidentes. Es cuando perciben las oportunidades perdidas y su poder disminuye paulatinamente.

El otro día, estaba viendo la peli La comezón del séptimo año, protagonizada por Billy Wilder y Marilyn Monroe, que trata sobre la crisis en los matrimonios o relaciones a partir del séptimo año, que es cuando la vida real, la cruda realidad, les cae encima.

Y no pude evitar pensar en la política y en los políticos mexicanos, sobre todo en los presidentes, pero en lugar del séptimo año, a ellos esta frustración, enojo con todos y por todo, les inicia en el cuarto año y es por la misma razón, los alcanza la realidad y ven que todo lo que pensaron sencillamente no lo lograrán y, generalmente, por su propia culpa.

En el cuarto año empieza la cuenta regresiva para los presidentes. Es cuando perciben las oportunidades perdidas y su poder disminuye paulatinamente. Casi sin sentirlo. No todos lo saben procesar.

Comencemos con el presidente López Portillo. El cuarto año era ya el momento de pensar en la historia de los tres sobres: quién lo sucedería, pues la realidad estaba acosándolo y justo en ese momento se dio cuenta de que el petróleo no le alcanzaría; la retórica, en la que era muy bueno, tampoco le alcanzó; los créditos, que antes le ofrecían a la menor provocación, escaseaban, los intereses subían, las opciones cada vez eran menos, pensaba que al devaluar se devaluaba, pero si no lo hacía, la iniciativa privada sacaría los pocos dólares que entraban. El país estaba enfrente de una quiebra. Apoya a De la Madrid, un financiero con ventajas comparativas y que veía bien la IP.

(Especial)

Llega De la Madrid con ilusiones, planes y proyectos y, sobre todo, pensaba estabilizar al país. Les da a los casabolseros todo lo que no era bancario y de ahí el nacimiento de esa nueva ola de ricos. Con los sismos del 85… y la hiperinflación, apostó por el perfil que, desde su visión, necesitaba el país, pues la inequidad era ya muy grande, tan grande que Manuel Bartlett tiró el sistema para evitar la llegada de Cuauhtémoc Cárdenas.

Carlos Salinas de Gortari llegó con planes muy grandes. Regaló empresas, privatizó todo lo que pudo, hizo el TLC, integrando así al país con EU y Canadá, pero –y eso es muy importante– crecieron más todavía las diferencias sociales y, creo, una nueva elite de ricos. Y aunque inventó Solidaridad (¿lo habrá hecho copiando a Lech Walesa?), no fue suficiente ante las diferencias sociales crecientes. En el cuarto año comenzaron los rumores de corrupción. Confiaba en que su hechura, Colosio, no le haría lo que todos los presidentes hacen, desconocen a quien los creó y los traicionan, y cuando es necesario los acusan de cosas que ellos mismos saben que no son verdad; pero llegó la mano invisible, no del mercado, como diría Adam Smith, sino de esa explosión social que estaba creciendo y la delincuencia organizada, que parecía imparable y se decía ligada con muchos del gobierno. Con él terminó la temporada sin violencia política: la muerte de Colosio y la ‘traición’ a Camacho, sumado al crimen contra Ruiz Massieu y el surgimiento del EZLN, marcaban un tiempo político y CSG optó por otro técnico… el mal cuarto año se convirtió en pésimo séptimo..

Ernesto Zedillo siguió privatizando lo poco que quedaba, acrecentando las diferencias sociales. Este presidente no sufrió el cuarto año, porque nunca tuvo planes; nadie, ni él mismo, pensó que llegaría a ser presidente. No quiso poner candidato y el partido puso a Labastida, el mejor disponible, pero en el peor momento del PRI. La alternancia con Fox inauguró un siglo, pero fue una oportunidad desperdiciada.

¿En el momento de la crisis habrá hecho un trato con Clinton para la línea de crédito de 50 mil mdd, para promover el cambio de partido sin una lucha social? Pues así brindó Clinton por él, ya siendo expresidente, por el cambio que había logrado (!!!!).

Vicente Fox, que sufrió mucho su cuarto año, pues tibio, titubeante, intentó imponer a Santiago Creel, pero pagó caro no haber trabajado con el PAN y Calderón le comió el pastel. Ahora bien, no sabemos bien si sufrió la caída natural de poder en el cuarto año, porque parece que su esposa se lo quitó desde el primero.

Felipe Calderón empezó como lo hiciera en su momento CSG, haciendo un candidato; desafortunadamente, para él la terrible realidad ahí estaba y, en una gira, el niño consentido del sexenio, Juan Camilo Mouriño, perdió la vida en un accidente de aviación. Su cuarto año empezó el día del accidente, enfrascado en su guerra contra el narco. Quiso que Cordero lo sustituyera, pero se atravesó Josefina.

EPN llegó vendiendo un nuevo PRI, pero la realidad le llegó desde el segundo año con la ‘casa blanca’, Ayotzinapa y su frivolidad. Al cuarto llegó con la calificación social más baja de todos los presidentes de la historia. Optó por Meade como la opción; de lo perdido lo que aparezca. Al final negoció con AMLO un pacto de impunidad que hoy, al cuarto año, le estorba al Presidente.

Con AMLO llegamos al cuarto año de gobierno y pocos se han percatado de que su promesa de felicidad fue sepultada. Sí, ya dejó de lado el discurso de la felicidad, lo abandonó.

En el cuarto año de AMLO se acabó el sexenio, pero no por no tener resultados, sino porque él perdió la esperanza y lo domina… el enojo, su estómago.

Sigue siendo un líder social y es por eso que la gente le sigue creyendo, a pesar de tener escasos logros, aunque tiene uno que no le podemos arrebatar: hizo visibles a la inequidad, las diferencias sociales se convirtieron en algo que se tenía que atender. Desafortunadamente, este gobierno no sabe cómo hacerlo y los resultados son peores que con las políticas públicas anteriores. Hay más pobres, los ricos son más ricos, no hay obras, la justicia no existe ni siquiera en el papel y el dinero público sólo alcanza para dádivas; se da limosna, no empleo.

Estamos en un momento muy peligroso para él y para México. Ya no nos preocupemos por nosotros o por nuestros hijos, preocupémonos por nuestros nietos, pues lo que han destruido en la 4T tardaremos años en reconstruirlo y ni qué decir de cómo se está mermando la libertad de expresión y cómo el crimen organizado gana cada día más plazas.

Así pues, parece que es verdad lo que siempre decía el presidente López Portillo, que el peor año de la presidencia es el séptimo; “reconoce uno a sus enemigos, checa uno a sus muy pocos amigos; se da cuenta real, ya sin los aduladores que lo rodean, de sus errores; se enoja consigo mismo de lo que no hizo o hizo mal, y ya no hay nada que hacer”.

Leído lo anterior, el séptimo año comienza en el cuarto año…

Ojo, hay tiempo para cambiar los errores y hacer el séptimo más llevadero.

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