En este mismo espacio hace aproximadamente un año, escribimos un texto relacionado con el anuncio –filtrado, para medir reacciones– de la llegada a México de un contingente de médicos cubanos. Se dijo entonces, según información de El Financiero y de fuentes cubanas, que el acuerdo había sido suscrito por el jefe de asesores del presidente de la República, Lázaro Cárdenas Batell, ampliamente conocido y apreciado en los círculos políticos de Cuba.
Aquel texto relataba la verdadera misión que esos contingentes de médicos, paramédicos y enfermeras tenían en su inserción a países de América Latina. En la última década los pudimos observar en Bolivia, en Ecuador, en Brasil, en Nicaragua y de forma muy señalada en Venezuela. Describíamos entonces la labor política de formación de cuadros, de selección y capacitación de liderazgos primero gubernamentales, y luego partidistas en estados, sectores y ciudades que permitieran la construcción gradual de una red de control y promoción ideológica.
La reacción al texto fue extendida y comentada. Pero lo relevante fue que autoridades del gobierno negaron al día siguiente la existencia de ese acuerdo. El director del IMSS, Zoé Robledo, ya en funciones, y algún funcionario de la Secretaría de Salud –no el secretario Alcocer porque no existe, ni pinta, ni decide, ni opera una salida al parque, como la crisis por Covid ha demostrado ampliamente. La excepción fue algún extraviado del estado de Morelos, un presidente municipal quien levantó la mano y dijo que ellos sí querían.
Este gobierno ha probado en estos 16 meses de ejercicio, la tendencia a 'soltar borregos' –apelación coloquial en el periodismo para determinar noticias adelantadas, o noticias a medias– para medir reacciones, provocar debate y distraer la atención. Un aparato de comunicación hábil en la manipulación y la orientación de la percepción pública.
No sucedió entonces, no llegaron los médicos cubanos, la información era real porque las fuentes desde la isla eran fehacientes. De hecho, se supo en paralelo por aquellas semanas, que Brasil se desprendía de un numeroso contingente –más de tres mil– de "profesionales de la salud cubanos" que conservaban desde tiempos de Lula presidente. Brasil los echaba, además del cambio de régimen, por dos razones: terriblemente ineficientes y extremadamente caros. En Brasil recibían un salario equivalente en reales a tres mil dólares americanos.
Parecía que el gobierno cubano, antes de recibirlos de regreso y pagarles, buscaría ubicarlos en algún otro país 'aliado' de América Latina. México apareció ahora sí –citando al clásico– como anillo al dedo.
Hace 10 días se dio a conocer por la Oficina de la Presidencia, que el titular del Ejecutivo había estado en conversaciones con el gobierno de Cuba para el envío de un grupo de médicos. Días después, el lunes 6 de abril, la Secretaría de Salud dio a conocer –por ahí, oculto entre anuncios del Covid y de equipamiento médico– que llegaba un grupo de médicos de Cuba para apoyar en la lucha contra la pandemia. Y después difundió por mensaje que los multicitados galenos no venían a desempeñar labores clínicas, frente a pacientes ni en hospitales, sino a apoyar decisiones y estrategias de salud pública en la Secretaría, sin costo alguno para nuestro país.
Resultaba agraviante para cientos o miles de médicos mexicanos bien preparados, con experiencia y conocimiento, ser desplazados por extranjeros, y para colmo, ganar más que cualquier doctor en medicina en una institución de salud pública. Brasil les pagaba, lo hemos dicho ya, de tres mil a tres mil 500 dólares al mes.
Los estrategas del gobierno cubrieron todos los flancos: gratis, no cuestan, no desplazan a nadie en puestos o plantas de trabajo frente a pacientes, y además no hacen ruido.
La crisis sanitaria en México y el mundo, le brindó al gobierno la cobertura perfecta para importar pseudoprofesionales en la salud –no recuerdo, ayúdeme usted, epidemias o crisis de salud en Cuba desde la colonia tal vez– bajo el argumento de la necesidad extrema.
No los queremos porque no vienen a desempeñar labores de salud pública. No curan una gripe, porque su propósito es político. ¿Qué hicieron en Venezuela, o en Brasil, o en Bolivia? Reproducir el modelo de la Revolución Cubana: comités de defensa de la Revolución por barrios, colonias y vecindades, identificar posibles líderes, reclutarlos, capacitarlos, entrenarlos. Definir estrategias, cursos de acción, ideologizar sindicatos, escuelas normales, partidos, todo lo que sea susceptible de inocular con el virus del modelo cubano.
Ya entraron, ya están aquí. No los veremos. No estarán al frente de un hospital o una clínica; no operarán servicios de atención a la población. Pero están ya en México, realizando vaya usted a saber qué labores bajo un manual de acción política-ideológica no sólo definido al detalle, sino probado, corregido y mejorado en 20 años –o más– de acción política en América Latina.
México no necesita agentes políticos extranjeros, de ninguna orientación o nacionalidad. No americanos –como el histórico Instituto Lingüístico de Verano (ILV) célula de vigilancia y penetración de la CIA en los 70 y 80 en el sur de México y Centroamérica–, no rusos, ni cubanos, ni de ninguna región o preferencia política. Si los ve en acción, ¡denúncielos!
La Constitución prohíbe expresamente la participación de extranjeros en asuntos de política interna.