La Aldea

Más allá del triunfalismo

Se aplaude la austeridad, el ahorro, el trabajo desprovisto de rituales y boato; preocupa la necedad de iniciativas poco evaluadas y estudiadas.

Es natural el canto victorioso del nuevo gobierno a los 100 días de ejercicio. Lo hicieron sus predecesores. Enarbolar los primeros triunfos y avances en su propio proyecto de gobierno, resulta congruente con los políticos que presumen más sus reformas que la propia implementación de las mismas.

Me parece encomiable el sistemático esfuerzo por la austeridad gubernamental; ciertamente se cometieron múltiples excesos y abusos en el pasado. Dicho lo cual, con frecuencia parece que esa disciplina de austeridad puede llevarse, en la espiral del ahorro, proyectos positivos y de enorme servicio a la ciudadanía. Un ejemplo son las guarderías y el otro los refugios para mujeres víctimas de la violencia.

No puede ser a rajatabla el impulso austero del gobierno. Deben evaluarse pros y contras de cada iniciativa. Y sin duda, corregir los excesos no significa cancelar los programas.

En esa ruta podríamos eliminar el 90 por ciento del gobierno federal, los partidos políticos y múltiples instituciones que, con abusos y excesos, han estado presentes en la vida pública. Es vital diferenciar, establecer parámetros de evaluación de eficiencia, y no simplemente cortar porque aparecen gastos no comprobados o inconsistencias. Ningún partido existiría si aplicáramos la misma métrica, incluido Morena.

El presidente parece vacunado contra todo lo que signifique 'intermediarismo'. Para él son intermediarios los prestadores de servicio a quienes el Estado concesiona servicios a infantes o a madres trabajadoras. Son intermediarios prácticamente la totalidad de las organizaciones de la sociedad civil (ONG's, OSC's) a las cuales AMLO considera un esbozado brazo del empresariado. No reconoce mérito alguno a estas organizaciones que han sido vitales para el fortalecimiento de nuestra joven e imperfecta democracia. El presidente fustiga y ataca con excesiva frecuencia a dichas organizaciones, donde sin duda podrán existir desvíos y excesos, pero donde la gran mayoría trabaja con un enorme compromiso por causas que el gobierno es incapaz de alcanzar, cubrir, proteger, atender.

El dinero directo entregado mediante prestaciones sociales a las madres que hacen uso de las guarderías, no substituye o corrige el problema. Una madre con tres mil pesos en la bolsa no será capaz de establecer una guardería con los niveles de servicio y profesionalismo que las estancias infantiles ofrecían. Una decisión equivocada producto del impulso con que el nuevo gobierno elige posturas y asume estrategias, con frecuencia sin evaluación profunda y datos sustentables.

El sector turismo es otro que eventualmente estará en la lista de los afectados por este esfuerzo de austeridad. La cancelación del CPTM (Consejo de Promoción Turística de México) y de ProMéxico trajo consigo la eliminación absoluta de presupuestos importantes destinados a la promoción del país en el extranjero. La posición de México ante el mundo no se ha ganado sólo con nuestras riquezas y tesoros, sino con el apoyo de una consistente estrategia de promoción. Sin ella, sufriremos las consecuencias.

El stand presentado por México en la reciente Feria de Berlín –según testimonios de los asistentes– fue de vergonzosa calidad y oferta. Ya aparece una primera cifra de finales de año y principios de enero, donde se registra una caída del 1.6 por ciento en visitantes extranjeros. Focos de alerta encendidos en el sector.

En lo económico las señales son mixtas: hay datos estables y alentadores, como la paridad cambiaria y la inflación a la baja, pero otros preocupantes, como el descenso en las perspectivas de inversión. El presidente insiste en asumir como una cruzada personal –"no se les va a hacer"– los indicadores adversos de instituciones, calificadores y hasta el Banco de México. Nadie le quiere llevar la contraria, sólo evaluar las variables económicas a la fría luz de los números. Algo que en el gobierno parece no ser relevante.

Otro sector de enorme preocupación con perspectivas en alerta, es el energético. Todos los indicadores señalan que la inversión en la refinería de Dos Bocas es un despropósito –por decir lo menos– y que los recursos –60 mil millones de pesos ya anunciados para la primera etapa– serían mucho más efectivos destinados a corregir la debilidad financiera y productiva de Pemex. Esto provocó declaraciones encontradas entre Hacienda, Energía y el propio presidente, entre martes y miércoles. Pero no escuchan. Pareciera una firme terquedad el construir una refinería –afirman que en tres años estaría operativa, prácticamente imposible– con un gasto gigantesco cuando refinar en Estados Unidos –como se ha venido haciendo hace décadas– es más barato, eficiente y rápido.

En voz de muchos expertos y empresarios consultados, afirman que es demasiado pronto hacer un balance. Sin embargo, se aplaude la austeridad, el ahorro, el trabajo desprovisto de rituales y boato; preocupa la necedad de iniciativas poco evaluadas, estudiadas, como el tren maya, la refinería, la cancelación a contracorriente del aeropuerto.

Es como si se hicieran muchas cosas sólo con el ánimo de comprobar que los detractores estaban equivocados, aunque lo que se cancela sea útil, efectivo y necesario.

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