La Aldea

Abyectos

Los mexicanos no votaron por subordinar la Cámara baja al presidente y tampoco por debilitar la vida institucional de México, sometiendo a organismos autónomos al Poder Ejecutivo.

Los diputados federales son representantes del pueblo, son la voz de la ciudadanía en la Cámara baja del Congreso de la Unión, ostentan esa representatividad para legislar, para regular y para ejercer un contrapeso al Poder Ejecutivo. Por lo menos eso dice la ley y las funciones jurídicas que la Constitución les otorga.

Estos diputados de ahora, son todo menos eso. Representan a su verdadero amo y patrón, el presidente de la República. Sin empacho ni prurito alguno, el cinismo de Mario Delgado lo hizo transparente cuando declaró "somos la bancada del presidente". En otras palabras, estamos aquí para servirlo a él, para acatar sus designios, para instrumentar leyes o iniciativas a su gusto y complacencia. Peor que en los tiempos del PRI absoluto y todopoderoso.

Una disculpa anticipada a los señores diputados y señoras diputadas de otras fuerzas políticas distintas a Morena, que con esfuerzos y a contracorriente, hacen lo posible por detener la imposición dictatorial de los esbirros presidenciales.

Hoy que Andrés Manuel López Obrador pretende tomar el control absoluto del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) mediante una iniciativa enviada para tal propósito hace unos días, se escudan vergonzosamente en los momentos de crisis y emergencia nacional. Definiciones, por cierto, ausentes de la iniciativa en cuestión. Quién será el que posea la capacidad para declarar una emergencia nacional, porque la ley existente establece sólo casos de desastre natural, o de invasión al territorio nacional.

Los diputados de Morena, abyectos y serviles a su patrón, están por aprobar una iniciativa que los descalifica. Que anula sus facultades legislativas, revisoras y constructoras del PEF. Es un ejercicio de suicidio legislativo, para complacer al caudillo que pretende asumir el control absoluto de los dineros y la hacienda pública.

Mario Delgado aparece en redes con un video en que acusa de campañas difamatorias de la derecha, como si la iniciativa no existiera y como si el objetivo final no fuera que el titular del Ejecutivo disponga de autoridad amplia y extendida, sin aviso ni autorización de la Cámara, para "reorientar", "reasignar partidas presupuestales" en el marco de la emergencia nacional.

López Obrador prevé con astucia política, que las elecciones intermedias de 2021 pueden cambiar los pesos en la Cámara de Diputados, y que su mayoría servil se vea comprometida, difuminada, disminuida. Eso significaría que sus preciados –pero invisibles– programas sociales podrían sufrir recortes o ajustes presupuestales, porque esa es la facultad de los diputados. Programas que no son medidos ni evaluados, cuya eficiencia no está demostrada, merecerían, por lo menos, una revisión de diputados libres e independientes, no estos empleados, subordinados al poder y no al pueblo soberano como mandata la Constitución. López Obrador se adelanta, y para no regatear con una eventual Cámara adversa que no domine y controle, emite una iniciativa para pasar por encima de los diputados.

Todavía afirma Delgado que van a actuar "con mucha responsabilidad", para servirle con total obediencia a su jefe.

Al esgrimir este argumento frente a legisladores de Morena con frecuencia repiten, es un elemento al que recurren como disco rayado: es el proyecto del presidente por el que votaron la mayoría de los mexicanos y que ellos, diputados comprometidos con la nación, respaldan ese proyecto.

Políticamente podría ser impecable, pero los mexicanos no votaron por subordinar la Cámara a este o a ningún presidente; los mexicanos no votaron por debilitar la vida institucional de México, sometiendo a organismos autónomos al Poder Ejecutivo –son o eran, justamente lo contrario– como la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), o la Comisión Reguladora de Energía (CRE), o el ya desaparecido Instituto Nacional de Evaluación para la Educación (INEE); los mexicanos no votaron por tener una caterva –dícese de los cuerpos de algunos ejércitos bárbaros antiguos– de seudorepresentantes populares al servicio del poder; los mexicanos no votaron por una democracia que se debilita, bajo la engañosa promesa de fortalecerla y pluralizarla; los mexicanos no votaron –creo, tal vez me equivoco– por un patriarca omnímodo que sabe paternalmente lo que sus siervos necesitan, y en consecuencia, decide por ellos.

Abyección vergonzosa la de diputados morenistas cuya única función es buscar la cuadratura al círculo: cómo harán ahora para que la evidencia del control y la sumisión, no sea tan transparente. Ese es su único trabajo y para ello convocarán a un extraordinario, dado que la Comisión Permanente no la controlan por completo. ¡Oh, Belisario, dónde estás para venir a denunciar este atropello!

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