La Aldea

Chapulines ‘progresistas’

Bajo la premisa histórica de que ‘vivir fuera del Presupuesto, es vivir en el error’, ante la debacle precipitada del tricolor, los expriistas buscan acomodo, nuevas lealtades.

Pegaron el brinco y se acomodaron. No son los primeros, pero sí los más visibles —que no notables— del priismo clásico en sumarse a las fuerzas de Claudia Sheinbaum.

Murat, Eruviel, Rubalcava, Nuvia Mayorga, Ramírez Marín.

Todos figuras del priismo con pedigree ganado al paso de las décadas y los años de militancia y de función pública.

Dos exgobernadores (Oaxaca y Estado de México) además de exdiputados, senadores y alcaldes.

Aseguran ‘coincidir’ con el proyecto de la Dra. Claudia —como se dice ahora, a AMLO nunca nadie le dijo licenciado— y renuncian al priismo que les dio vida, sentido, carrera, mucho pasado y hasta hace poco, sólido presente. Aún ostentaban cargos públicos, bajo el logo y el cobijo del PRI.

Eruviel se fue en julio, Murat hace un mes, Ramírez Marín hace dos…. Y así, cada uno fue encontrando su ventana, momento y oportunidad de salida a su otrora orgulloso ‘instituto político’.

Todo es de carcajada. Son como las sátiras políticas de Luis Estrada en el cine. Bajo la premisa histórica de que ‘vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error’, ante la debacle precipitada del tricolor, buscan acomodo, nuevas lealtades con hipotéticos nuevos proyectos.

Todos estos, tal vez con excepción de Murat —gobernador en funciones durante cuatro años de AMLO en el poder— fueron críticos de Morena y de López Obrador: señalaron sus excesos autoritarios, su falta de transparencia, su arrolladora maquinaria legislativa que rechaza el diálogo y que somete toda argumentación. Pero hoy, olvidan esas ‘posiciones’ y se llaman progresistas.

No es que renunciar a este PRI controlado por Alito y por Moreira, genere mucho orgullo por su capacidad democrática, negociadora, legislativa. Hay que decirlo, se van del peor PRI de la vida política de los renunciantes, pero ¿no que era su casa?, ¿su escuela?, ¿el partido que les había ofrecido todas las oportunidades?

¡Qué rápido se cambia! Todo eso por acomodarse en un supuesto proyecto ganador.

Dicen que no quieren cargos ni puestos —¿usted les cree?—, sólo diálogo y reflexión. Ah caray, cuántos o cuáles de estos hoy claudistas, han promovido el diálogo y la reflexión.

No lo hicieron al interior de su partido, que cuando les cerró las puertas, buscaron acomodo en otra parte.

Es decir, como siempre.

Murat —de tapete frente a AMLO— hasta hace pocos meses quería ser candidato del PRI a la Presidencia. En tan pocos meses mudaron sus ánimos, pero sobre todo, ¿sus lealtades?

Veremos más de estos convencidos del proyecto ganador, ‘sumar’ su experiencia y profundo —incuestionable— conocimiento a las filas de la candidata de Morena.

Mario Delgado, el inefable líder de Morena, es decir, el que atiende la ventanilla porque todos sabemos quién es el auténtico líder que dicta línea y modifica corrientes de opinión desviadas, salió a darles la bienvenida. Subrayó lo de los cargos, para tranquilizar a los morenos que ya levantaban lanzas en contra de ‘la basura priista’ que se viene a formar en el más transparente oportunismo político.

Pero para las huestes de Morena, los duros, la Guardia Pretoriana que ha detestado al PRI y sus engendros por décadas, no será tan fácil la aceptación.

Bastante han criticado las embajadas a priistas abyectos y serviles en las elecciones estatales.

Esos, los duros, los puros, no ven con buenos ojos la llegada de estos arribistas de ocasión.

Por el momento, la temporada electoral en pleno a recoger las sobras de donde vayan quedando, cumple el fin utilitario de afirmar que Morena y su propuesta representa el ‘gran proyecto de México’.

Sólo reflexione amable lector, que hace muy poco tiempo estos que hoy ‘concuerdan’ con Claudia, eran críticos acérrimos del morenismo rampante. Aquí cabe aquello de que convicciones, en política, dependen de la temporada.

Los que hoy se suman, estos ficticios ‘progresistas’, apoyan el proyecto más retardatario de México. El que ataca y nulifica los órganos autónomos, el que pretende suprimir la independencia del Poder Judicial, el que compra voluntades y votos con dádivas que no corrigen la pobreza.

La continuidad de Morena en el poder, en la persona de quien sea, representa extender este régimen que viola la Constitución sistemáticamente, atropella la ley, somete a los organismos del Estado y pretende eliminar a los que han logrado sobrevivir. Ahí están las reformas propuestas al Poder Judicial Federal, al Instituto Nacional Electoral, a los contrapesos del Ejecutivo (Cofece, INAI, CRE, CNH).

Apoyar todo esfuerzo retrógrado en materia democrática, significa aliarse con el autoritarismo más rancio.

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