El Globo

Tensión con Irán

El estilo de bravucón de barrio no le funcionará el señor Trump con Irán, con el grave riesgo de desatar una crisis sin proporciones el Oriente Medio, escribe Leonardo Kourchenko.

El presidente Donald Trump parece empecinado en eliminar todo rastro de su antecesor, Barak Obama, en el gobierno de Estados Unidos. No existe ningún otro motivo racional por el cual Trump haya decidido boicotear el Acuerdo Nuclear con Irán.

Obama y su administración buscaron mecanismos para prevenir –e impedir de ser posible- el desarrollo de armas nucleares por parte de Teherán, ante la presión y alarma del gobierno de Israel.

Irán venía sosteniendo por lo menos durante la última década, un programa nuclear que incluía el desarrollo de uranio enriquecido, elemento esencial para la fabricación de cabezas nucleares. Los iraníes respondieron a la Unión Europea (UE) y a Estados Unidos que se trataba de un programa con fines energéticos, no balísticos ni militares. Sin embargo la confianza no ha sido el elemento predominante en la conflictiva relación entre estos dos países los últimos 30 años.

La solución estadounidense, negociada y aprobada por el gobierno de Teherán, fue retirar bloqueo comercial a Irán e iniciar un programa creciente de relaciones internacionales que les permitieran reestablecer contacto diplomático con occidente. Lo primero fue la venta de petróleo iraní a Europa principalmente, que permitió ofrecer a los mercados internacionales 2.5 millones de barriles iraníes diarios, iniciar intercambios tecnológicos, comerciales e incluso turísticos.

A cambio el gobierno del ayatolá Alí Jamenei ofreció la reducción supervisada por occidente, en el desarrollo de uranio y su programa nuclear. Incluso Israel, el natural enemigo del régimen iraní, se mostró complacido con el acuerdo aunque siempre desconfiado.

La llegada de Trump a la Casa Blanca dinamitó el acuerdo sin razones aparentes. Existen múltiples versiones de la presión del consejero en seguridad nacional, John Bolton, en contra de Irán, pero parece ilógico destruir un mecanismo eficiente de control supervisado, con acceso de inspectores internacionales y con el incipiente establecimiento de un diálogo político. ¿Para qué?

Co-firmantes del acuerdo, son los países de la Unión Europea, compradores naturales del petróleo iraní. Ante la creciente tensión por las hostiles declaraciones de Trump que impuso sanciones económicas el pasado 22 de abril, la UE ha intentado interceder ante Washington para disminuir el tono beligerante de Trump y retomar el cauce de las negociaciones. El acuerdo es un éxito de diplomacia internacional, que reabrió un canal de entendimiento entre Estados Unidos y Teherán después de 40 años de la Revolución de los Ayatolas.

El gobierno de Irán respondió oficialmente a las continuas bravatas y provocaciones de Trump. El director del Consejo de Asuntos Exteriores del Parlamento iraní, declaró hace un par de días que "Trump es un presidente loco" y que su administración es confusa, contradictoria y caótica. El funcionario declaró formalmente la ruptura del Acuerdo Nuclear y que Irán volverá al desarrollo de uranio enriquecido. "Estaremos dispuestos a hablar con el señor Trump cuando muestre un poco de respeto".

El estilo de bravucón de barrio –al que los mexicanos estamos tan acostumbrados- no le funcionará el señor Trump con Irán, con el grave riesgo de desatar una crisis sin proporciones el Oriente Medio. El gobierno de Teherán junto con Rusia han sido aliados incondicionales de Bashar al Assad en Siria, mientras que Israel eleva sus alertas por el distanciamiento entre Washington e Irán y el regreso al programa nuclear.

El frágil equilibrio logrado después de cuatro décadas de tensiones, ha sido desmantelado por el voluntarismo caprichoso de Trump, quien por cierto, no tiene una alternativa que ofrecer. Un portaaviones estadounidense patrulla desde la semana pasada las proximidades del Golfo Pérsico, como amenaza presente al gobierno de Irán, que ha respondido con cautela y sensatez ante los tuits y declaraciones hostiles del presidente norteamericano.

La Unión Europea mantiene el acuerdo, a pesar de las amenazas de sanciones económicas por parte de Washington, además de pretender –inútilmente- explicarle a Trump los beneficios del acuerdo.

Bajo la intermediación de Omán, la Casa Blanca envió a Teherán, el confuso mensaje de un canal de comunicación encubierto y directo con Washington, para distender el tono y abrir una vía de entendimiento. Irán respondió que no habrá comunicaciones hasta que el presidente no muestre el mínimo respeto.

Los Ayatolas tienen 40 años de hostilidades americanas, están acostumbrados al integrar la lista del eje del mal –presidente Bush- y de aparecer entre los peores enemigos del mundo. Aguantarán al vociferante presidente, y buscarán mantener abiertas las vías de diálogo y comercio con Europa.

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