Si bien el presidente Donald Trump se adelantó a cantar victoria que a su juicio "lo exonera" de las acusaciones o sospechas de colusión con Rusia para las elecciones del 2016, el reporte de Robert Mueller (investigador especial) está lejos de cerrar su último capítulo.
Está previsto que el jueves a más tardar, el fiscal general, William Barr, entregue al Congreso de Estados Unidos una copia del reporte para el análisis y lectura de los legisladores. Sin embargo el trámite no será tan sencillo, porque existen una serie de elementos jurídicos que aún están en el aire:
1. El reporte de 300 páginas se entregará editado (censurado), con líneas y párrafos completos cubiertos con tinta de distintos colores, según el propio secretario de Justicia. Las tintas pretenden diferencias información irrelevante, insubstancial, afectación a terceros y otras. Es decir, el señor Barr eliminará información sensible que pudiera dañar políticamente a su jefe, el presidente Trump.
2. No está claro si a pesar de que el informe -en sentido estricto y siempre según la versión de cuatro páginas que entregó el mismo procurador Barr- no encuentra evidencias sólidas respecto a la probable colusión entre Trump, su campaña y los rusos para intervenir y desviar las elecciones presidenciales del 2016, sí señala pruebas y evidencias de probable obstrucción de la justicia. Otro delito con la suficiente profundidad y gravedad que pudiera causarle daño a Trump. Esa parte, piensan los demócratas en la Cámara, seguramente será censurada, aunque hay declaraciones múltiples que señalan la forma en que Trump y su equipo, intentaron influir en el testimonio de testigos. A eso se le llama obstrucción de justicia.
3. El señor Barr no ha aclarado –incluso después de su comparecencia- si la Casa Blanca y los abogados de Trump han visto el reporte completo. Esto podría causar todo otro caso de justicia sesgada o inclinada a favor del presidente.
4. Nadie ha aclarado por qué, si en efecto Trump o su campaña no cooperaron con los rusos o se vieron beneficiados de su información durante la campaña, sostuvieron tantos encuentros y contactos a lo largo de la contienda. Seguro no se trataba de intercambiar información turística. En este renglón, los testimonios también son elocuentes.
Robert Mueller, investigador especial del caso, entregó su informe y se esfumó de la vida pública. Eventualmente, será llamado por el Congreso y tendría que testificar acerca de su propio reporte. Lo que colocaría a la oficina del secretario de Justicia Barr, en un severo predicamento.
Varios integrantes del equipo de Mueller han declarado ya a los medios que las afirmaciones de Barr y del subprocurador Rosenstein son inexactas o imprecisas en relación al contenido del reporte. Es decir, existe un intento manifiesto por 'matizar' o 'desviar la información' y los hallazgos que seguramente aporta el informe original.
Lo que sigue ahora será la primera escaramuza entre demócratas y el procurador Barr para ver y recibir el informe completo.
Después, traer al propio Mueller o a integrantes de su equipo a comparecer.
El presidente por su parte, hará todo lo posible por descalificar a los demócratas a quienes señala como "cazadores de brujas" por lo que a su juicio es un intento desmedido por dañarlo políticamente.
La clave es observar si los congresistas son hábiles y eficientes en desentrañar la verdad de las evidencias y los testimonios. Aún puede llevar muchos meses.