El Globo

México 153

Las autoridades tomaron la criminal decisión de no realizar pruebas extensivas a la población, con los resultados a la vista.

Nuestro país ocupa el sitio 153 de 217 enlistados (Worldmeters/United Nations Geoscheme) por las Naciones Unidas en la realización de pruebas en el marco de la pandemia.

Se ha dicho mil veces, pero no deja de sorprender y alarmar: aquí tomaron la criminal decisión de no realizar pruebas extensivas a la población, con los resultados a la vista.

Por cada millón de habitantes, México realizó 45 mil 391 pruebas anti-Covid-19.

En América Latina sólo nos superan en menor número de pruebas Haití y Nicaragua.

Todos los demás países realizaron más pruebas por millón de habitantes: El Salvador (125 mil 99), Cuba (247 mil 944), Venezuela (107 mil 291), Honduras (49 mil 97).

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), la prueba para detectar la presencia del virus en un individuo permite el primer mecanismo de combate a la pandemia: detectar, aislar, trazar e implementar tratamiento.

México ostenta, orgulloso, el penúltimo lugar de América Latina con el más pobre desempeño en medir y dimensionar los niveles de contagio entre nuestra población. El resultado es la trágica cantidad de fallecimientos en México.

Según la autoridad sanitaria, las cifras oficiales alcanzan 198 mil 239 muertes hasta el día de ayer. Según los científicos de ciencias médicas en la UNAM, esta cifra debe ser multiplicada por un factor de 2.6, con base en las actas de decesos ante el Registro Civil y el alza en la curva de mortalidad del último año. La aplastante cifra que nos arroja esta operación es de 515 mil 421 personas fallecidas hasta el día de ayer.

México ocuparía –con base en este cálculo– el segundo lugar de decesos a nivel internacional, tan sólo después de Estados Unidos.

Nuestro nivel de detección del virus mediante las pruebas rápidas nos coloca junto a países como Bangladesh (26 mil 733 pruebas por cada millón de habitantes), Indonesia (43 mil 977 p/m) y Pakistán (43 mil 834 p/m). Estos tres países superan con mucho la población mexicana; tanto Indonesia como Pakistán rebasan los 200 millones de habitantes, mientras que Bangladesh tiene poco más de 165 millones de habitantes.

Y sin embargo, sus números absolutos de decesos son considerablemente menores. La causa, estrictas medidas sanitarias de aislamiento y confinamiento.

México no aplicó pruebas; estamos junto a estos tres países, pero tampoco puso en práctica estrictas medidas de aislamiento y protección.

El resultado apunta a una criminal estrategia de contención de la pandemia que ha producido más de medio millón de mexicanos fallecidos a causa del Covid-19.

Lo más alarmante es que no existe una sola señal de corregir el curso. Es como si 12 meses de lecciones pandémicas no sirvieran de absolutamente nada.

Tenemos un gobierno que no aprende, que no asume un proceso de análisis de datos, basado en cifras y casos verificados que permitan un sistema de toma de decisiones.

Aquí prevalece la irresponsabilidad de actuar por instinto, por inspiración, guiados por la peregrina idea de que este es el curso correcto de atención y contención del virus.

Es alarmante, es escandaloso, es criminal. Perdone usted el exceso de calificativos, pero nadie levanta la voz por tener el peor desempeño del mundo. Mientras aquí se aplauden unos a otros, se contagian y se curan los funcionarios, hay decenas de miles de mexicanos que pierden la vida.

Como se ha dicho de forma insistente, no realizar pruebas significa 'dar palos de ciego'. No se sabe cuántos, dónde, a quiénes hay que atender. Porque no existen instrumentos precisos de detección, aislamiento, trazabilidad, tratamiento. El virus estalló en México y se dispersó sin control alguno (aeropuertos, puertos, accesos, controles de movilidad, etcétera), provocando los trágicos resultados que hoy conocemos.

Las vacaciones de diciembre y la dubitativa comunicación gubernamental produjeron los picos de contagio más elevados que multiplicaron las muertes en racimo.

Estamos en marzo, la semana entrante se celebra Semana Santa, y múltiples epidemiólogos consultados coinciden en señalar la misma preocupación: si no se imponen controles, cierres, confinamientos, mensajes claros de distancia y resguardo, volveremos a experimentar curvas de contagio incontrolables.

Somos el país 153 del mundo en aplicación de pruebas. Somos el tercero en número de decesos (bajo cifras oficiales, de otra forma ocuparíamos el segundo lugar mundial).

¿Alguien va a hacer algo?

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