El Globo

¿Es un golpe o no?

Adiós a un líder extraordinariamente popular que quiso quedarse en el poder.

Los sucesos en Bolivia que condujeron a la renuncia del presidente Evo Morales han provocado un extenso debate en el continente y el mundo acerca de la ruptura del orden constitucional. ¿Existe o no un golpe militar para desplazarlo del poder? Técnicamente, no. Existe una presión clara –sugerencia explícita- del mando militar para que el presidente se retire y permita con ese hecho la pacificación del país. Y la Policía juega también un papel determinante, porque las protestas encabezadas por esa fuerza, junto a la renuncia de su comandante, envían un claro mensaje de rechazo al presidente Morales.

¿Cómo empezó todo esto? ¿De dónde viene? Pero sobre todo ¿por qué las Fuerzas Armadas retiran su apoyo al presidente Morales?

Evo encabezó uno de los gobiernos más populares en la historia de Bolivia. Votado en tres ocasiones, presidente desde 2006, pretendió en 2016 someter a consideración de la ciudadanía una presidencia atemporal, permanente, donde él se quedara sin necesidad de ir a elecciones. Ese es un punto de quiebre que provoca la fractura en el extenso apoyo popular a Evo.

No satisfecho con la derrota en el referéndum, solicita al Tribunal Supremo que le permita presentarse una vez más como candidato presidencial –su cuarta candidatura– en las elecciones de 2019. El Tribunal se lo concede a pesar de que el descontento se extendía. Hoy sabemos que ese órgano estaba repleto de simpatizantes y seguidores de Evo. Importante acotación para los presidentes que toman control de los órganos jurisdiccionales autónomos.

Después de unas elecciones complejas, competidas, de resultados confusos y aparentemente con un señalado desaseo en el proceso de escrutinio, el Tribunal declara ganador a Evo, cuando todos los sondeos indicaban un resultado cerrado que obligaba por ley a la celebración de una segunda vuelta.

Señales múltiples al interior de Bolivia de que su presidente, otrora popular, querido, impulsor de un importante crecimiento económico, quería quedarse en el poder.

La OEA (Organización de Estados Americanos) es convocada como organismo internacional defensor de las democracias y los derechos ciudadanos, a realizar una auditoría a las elecciones. Después de 10 días de protestas, manifestaciones, inconformidad social creciente, la auditoría concluye en que el proceso debe ser repuesto, dado que hubo significativas irregularidades.

Ese es el punto de quiebre para los militares. Cuando se comprueba que hubo manoseo en los conteos, urnas, votos y resultados –suspendieron 24 horas con el 84 por ciento de los votos ya registrados, para dar después a Evo como ganador– retiran su respaldo al presidente y le sugieren renunciar para permitir que la paz y el orden vuelvan al país.

Pero con él, renuncian muchos de sus seguidores e incondicionales: la presidenta del Tribunal –detenida horas después portando un disfraz de hombre; la presidenta del Senado; el presidente de la Cámara de Diputados; el Comandante de la Policía. Muchos señalados como partícipes del fraude que otorgó ilegalmente la victoria a Morales.

Hoy el conflicto constitucional es que el vicepresidente –quien también renunció– debiera asumir las funciones interinas y convocar a elecciones. O en su ausencia, el presidente del Senado o de Diputados. No hay, todos se fueron. La Asamblea Legislativa deberá designar un presidente interino que convoque a elecciones en 90 días, según la Constitución.

La clave es mantener el marco constitucional y jurídico, tener un presidente en 24 horas y pacificar al país.

¿Si los militares le retiran el apoyo a un presidente se rompe el orden constitucional? Evo no fue depuesto, renunció, aunque ciertamente, bajo la presión de los militares. Entonces tal vez, como señalaron expertos argentinos, se trate de un golpe militar-policial-ciudadano porque decenas de miles de personas exigían en las calles la renuncia de Evo.

Hechos incontrovertibles: hubo fraude electoral y las autoridades judiciales lo avalaron. Todos son responsables. El presidente denunció la orquestación de un golpe en su contra, cuando aparecen claras señalas de que no habría obediencia absoluta si se demostraba el fraude; líderes regionales como Luis Fernando Camacho de Santa Cruz, fueron opositores clave a la imposición de otro periodo presidencial.

Es complejo. Los militares defendieron la democracia y evitaron el triunfo de un acto ilegal; pero lo hicieron cometiendo otro al empujar al presidente a la renuncia forzada.

Carlos Mesa, candidato presidencial opositor, ha llamado a la Asamblea a retomar el orden jurídico y designar un interino, para remover la sombra de golpe y que Evo se declare víctima. Habrá que esperar y ver si las instituciones son más fuertes que las personas y los individuos, se logra restituir la paz con una figura de neutralidad política que convoque a elecciones extraordinarias.

Adiós a un líder extraordinariamente popular, que contra viento y marea, forzando la ley, cometiendo fraude, quiso quedarse en el poder. Lo rechazó la ciudadanía, los militares, la Policía. Se va dos meses antes de cumplir 14 años en el cargo con méritos importantes. La obsesión por quedarse más allá de sus tiempos y periodos pierde a más de un mandatario latinoamericano –como demuestra en tiempos recientes, Nicaragua, Venezuela, Ecuador y hasta Brasil, aunque por vía electoral.

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