El Globo

Desvergüenza republicana

Una vez más, Trump se salió con la suya y no hubo la sensatez, la conciencia, la cordura, el apego a derecho para condenarlo.

Cuántas veces ha escuchado usted la trillada frase de que la política es un asco, y que quienes la practican –en su mayoría– carecen por completo de ética y de escrúpulos. Mientras lo que se vote, se discuta, se apruebe o se impulse, beneficie la posición del político o la de su grupo, no importa que se atropellen algunos principios éticos, se pase por encima de algunas personas o, incluso, se provoque la pérdida de vidas humanas.

Siempre y cuando ellos, los políticos, salgan bien parados.

El viernes y sábado se votó en el Senado de Estados Unidos el segundo juicio político en contra del ciudadano Donald Trump por "incitación a la violencia e insurrección", el pasado 6 de enero.

Aquel día turbas incendiadas por el odio y el discurso divisionista de Trump –y de algunos legisladores cómplices– atacaron la sede del Congreso de Estados Unidos. Cinco personas murieron en los actos de violencia. Menos de dos horas previas al ataque, Trump dirigió un discurso rebosante de odio y desprecio, acusó a su vicepresidente Mike Pence de "traidor" y conminó a sus seguidores a "pelear como en el infierno". El resultado fue desastroso y provocó que se iniciara un proceso político en su contra.

Sucedió lo que tenía que suceder. La mayoría de los senadores republicanos rechazó una acusación formal contra Trump y lo exoneró: 53 votos para condenarlo, 47 para considerarlo inocente. Por ley se necesitaban 67 votos que lo condenaran culpable.

Una vez más, Trump se salió con la suya y no hubo la sensatez, la conciencia, la cordura, el apego a derecho para condenarlo.

Las razones –hablábamos del asco– residen en la política. Los senadores republicanos tiemblan al pensar que el respaldo popular de conservadores radicales trumpistas los va a condenar y a retirar su apoyo si se atreven a votar en su contra. Temen la represalia del electorado. Ni siquiera es relevante lo que creen o lo que piensan los senadores, si el inflamatorio discurso de Trump horas antes del ataque, más las irresponsables conductas de sus hijos en redes, brindando en una fiesta, son directamente conducentes al ataque. Lo que importa es que políticamente no salgan perjudicados.

Y aquí es donde toda razón se rompe: no importan las cinco muertes en los sucesos, el policía abatido cumpliendo su trabajo, Pence y Pelossi siendo evacuados de emergencia por los túneles subterráneos para protegerlos. Nada. Prevalece el beneficio político.

Los republicanos, esta generación minoritaria y sobrerrepresentada en el Congreso –lo demuestran las estadísticas demográficas de EU–, han perdido todo sentido moral de honrar la verdad, cumplir la ley, defender a los ciudadanos. Votaron para encubrir a un loco hampón que actuó con grave irresponsabilidad.

Ya tendrán que enfrentar –si acaso– el juicio de la historia, aunque éste con frecuencia tarda en llegar. O tal vez el castigo final de los electores, también improbable ante el divisionismo radical que inundó Estados Unidos bajo el pobre y devastador liderazgo de Trump.

Me recuerda el asco de un funcionario mexicano a quien poco le importan las muertes de miles de ciudadanos, por el desastre en la gestión de la pandemia. Lo mismo declara que el cubrebocas no sirve, y ahora –ya en el extremo del paroxismo mágico, que no científico– que las vacunas se pueden combinar. ¡Qué grave!

Los ciudadanos votamos a personas para que nos representen de la mejor manera posible, no para que usen la política para mantenerse en el poder y servirse de ello.

Suena infantil e ingenuo, lo sé. Le ofrezco disculpas. Pero no dejo de estallar en rabia cuando estos personajes mienten, manipulan, degradan los hechos, la ciencia, la evidencia, para construir sus versiones alternativas, generando con ello honda confusión e ignorancia extendida.

¿Cómo se verán por la noche al espejo? Supongo que con el mismo cinismo de pensar que están haciendo lo correcto al mentir, falsear, porque suponen que pueden hacerlo y se vale porque los otros están equivocados. ¡Qué ceguera! ¡Qué estrechez!

Los republicanos en Estados Unidos, su partido y su criminal complicidad con Trump, pagarán algún día la desvergüenza de su conducta. A lo mejor se tarda años, pero llegará.

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