El Globo

Adiós juez Ruth

La Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos forma parte esencial en el equilibrio de poderes y en la defensa de las libertades plasmadas en la Constitución.

El viernes por la noche corrió como pólvora una triste noticia en Estados Unidos: el deceso de la jueza más importante en la historia moderna de ese país. Si bien se sabía de su delicada condición por la larga batalla contra el cáncer, recientemente había sido hospitalizada una vez más en lo que los pronósticos médicos auguraban un fin próximo.

La Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos es un órgano esencial para comprender la vida diaria del pueblo estadounidense. A diferencia de nuestra Corte en México, lejana y distante en decisiones jurídicas a veces incomprensibles para el ciudadano común, la Corte americana ha fallado en los últimos 60 años en asuntos de importancia capital, todos. Desde los derechos civiles y la igualdad más allá de la raza, el color, la religión, la preferencia sexual o el activismo político –hoy más sensible que nunca– hasta el aborto, la equidad de género, la igualdad de oportunidades, la defensa del medio ambiente y muchas más.

La Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos, llamado el club más exclusivo del planeta, forma parte esencial en el equilibrio de poderes y en la defensa de las libertades plasmadas en la Constitución.

Tradicionalmente, los presidentes recientes han realizado postulaciones y designaciones tendientes al equilibrio jurídico. Los presidentes republicanos, Reagan, Bush padre e hijo, optaron por candidatos conservadores de acuerdo con los postulados políticos e ideológicos de su partido. Lo mismo hicieron hacia el lado liberal los presidentes demócratas Clinton y Obama. Sin embargo, es preciso señalar que buscaron siempre guardar equilibrios con personalidades jurídicas más allá de la ideología; personajes cuya trayectoria legal, defensa de derechos y libertades, interpretación constitucional, estaba por encima de cualquier inclinación.

Lamentablemente esta valiosa tradición de Estado en el país vecino fue aplastada –como tantas otras– por el señor Trump quien está empecinado en romper todo equilibrio e inclinar la balanza del máximo tribunal de justicia estadounidense hacia el lado conservador.

Esto reviste una gravedad de profundo impacto, especialmente en los tiempos que vive la Unión Americana, dividida, confrontada, polarizada por un discurso beligerante y primitivo de su presidente.

Los sectores más conservadores del país, las comunidades evangélicas principalmente, los estados definidos por su manufactura obrera o agrícola, de pobre educación universitaria, pero profundas tradiciones religiosas, están decididos a eliminar el derecho de aborto e incluso el derecho de matrimonio mixto. Estos avances constitucionales están hoy en grave riesgo en manos de Trump y su vehemente intento por conservar la presidencia, puesto que muy probablemente presentará como candidato a un juez ultra conservador que otorgue la mayoría en la Corte y destruya todos los equilibrios.

Más aún, lo que se pronostica como una conflictiva jornada electoral, donde no existan resultados claros la misma noche y en donde el propio presidente-candidato se rehúse a reconocer potenciales resultados adversos, apuntará hacia un fallo o una decisión de la Suprema Corte de Justicia.

La jueza Ginsburg representó un ícono luminoso para la defensa de las libertades y los derechos de la mujer, de las comunidades homosexuales, de la lucha irrefrenable en favor del medio ambiente y en contra de consorcios y plantas contaminantes.

Nunca es un buen momento para morirse. Ruth esperó todo lo que pudo y peleó con fiereza el cáncer los últimos cuatro años de su vida. Se dice en Washington que pensaba retirarse hacia el final de Obama, pero cuando Trump venció a Hillary Clinton en las elecciones de 2016, decidió permanecer en su cargo para proteger el equilibrio de la Corte. Perdió la vida el viernes y deja tras de sí una estela ejemplar de decisiones históricas que han construido el país de libertades y derechos que fue, hasta ahora, la Unión Americana.

Bajo la presidencia de Trump ha habido un grave retroceso de ese régimen, atacado y amenazado por el pensamiento más conservador, antiinmigrante, antiminorías que el hoy presidente ha explotado en su beneficio de forma irresponsable e irracional.

La lucha por la equidad y en contra de los prejuicios raciales ha regresado a las calles, en no pocos enfrentamientos violentos, que la torpeza y ceguera del ejecutivo han incendiado con el envío de tropas y guardias armados.

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