El Globo

Los errores de Putin

El rechazo y la animadversión internacional a la invasión de Ucrania pudieran ser un golpe a la ansiada ambición de Putin de que se reconozca a Rusia como potencia mundial.

A seis días de la invasión de fuerzas rusas a Ucrania, en franca violación y atropello a todo acuerdo y marco jurídico internacional, los avances, logros y objetivos alcanzados no arrojan un balance favorable para Moscú.

La defensa ucraniana ha resultado no sólo heroica y, en muchos sentidos, titánica, sino absolutamente sorpresiva para Putin. En opinión de muchos expertos europeos, las fuerzas rusas han demostrado cierta desorganización, confusión y efectividad reducida. Probablemente resultado de un pobre entrenamiento o inusitada pelea rebelde en contra de las fuerzas invasoras.

La subdirectora de la mayoría parlamentaria en Ucrania, Hania Yanchenko, nos declaró ayer en radio que tenían certeza, por testimonios de soldados rusos detenidos en estos días, de que nunca les dijeron que iban a una operación de invasión territorial. Afirman los soldados invasores que sus instrucciones se restringían a operaciones tácticas de entrenamiento, de tal forma que cuando, ya estacionados en la frontera con Ucrania, recibieron la instrucción de invadir y combatir, se dicen sorprendidos, confundidos y alarmados.

Más aún, como parte de los mismos testimonios, señalan que los capitanes rusos le confiscaron los teléfonos celulares a la tropa, para evitar el envío de mensajes y fotografías a familiares en Rusia.

Estos hechos confirman la operación del enorme y poderoso aparato de propaganda rusa, que ejerce rígido control sobre radio, televisión y prensa, además de restricciones extendidas al uso de redes sociales. De tal forma que el gobierno ruso manipula con extendido dominio la información a la que el pueblo ruso tiene acceso.

Esto se sabría tarde o temprano y más que en Occidente, entre el propio electorado y ciudadanía rusos. Putin no calculó el creciente descontento interno ante la invasión.

Más de 5 mil ciudadanos rusos han marchado y expresado en protestas públicas su rechazo a la intervención militar en Ucrania. El resultado de esas protestas ha sido la cárcel. Si los manifestantes accedían dócilmente a la detención, la pena era de tres días de confinamiento. Pero si se resistían al arresto, además de violencia física, el periodo de cárcel se extendía a 10 o 20 días. Por supuesto la fianza es tan alta que nadie la puede pagar.

Voces empresariales, bancarias y del sector financiero ruso se han elevado tímidamente desde ayer, para hacer un llamado al fin del conflicto. Buscar una salida negociada, eliminar las sanciones económicas y volver a la normalidad. Por supuesto, ninguno se ha atrevido a esbozar siquiera un mínimo comentario crítico en contra de Putin.

La situación económica en Rusia se degradará aceleradamente en los días siguientes ante la elevación descomunal de tasas interbancarias (de 6 y 7 por ciento alcanzaron 20 por ciento este lunes), la inflación galopante, la carestía de productos y los controles de retiros bancarios en efectivo.

Putin calculó un sistema suplente del SWIFT internacional, ya congelado para 12 bancos rusos: desarrollaron el sistema MIR (paz en ruso) para realizar operaciones internas, así como el abasto, reserva y suministro de materias primas por parte de Brasil, China, Argentina, entre otros. La gran pregunta es, ¿por cuánto tiempo?

Es en este momento impensable una revuelta interna en Rusia que pudiera significar un problema para el gobierno de Putin. Sin embargo, en una semana de conflicto prolongado, estas expectativas podrían cambiar.

Nadie sabe exactamente dónde se encuentra el presidente ruso. Sus últimas apariciones parecen videocintas pregrabadas sin la presencia en vivo del mandatario. Según nuestra fuente en Ucrania, la parlamentaria Yanchenko, se dice en Kiev que está refugiado en un búnker en los montes Urales, en las inmediaciones de la enorme planicie asiática. Pero nadie lo sabe con certeza.

Otro elemento no calculado por Putin ha sido la incipiente aparición de renuncias a algunos cargos en el gobierno ruso, e incluso a las cadenas controladas de radio y televisión. Es muy incipiente aún, pero pareciera el principio de una fractura en su monolítico aparato de poder.

El rechazo y la animadversión internacional pudieran ser un golpe a su ansiada ambición de reconocimiento mundial como potencia global. Nadie se va a querer sentar con un tirano invasor y asesino en el futuro próximo.

Así que Putin no las tiene todas consigo, aparecen más problemas en su escenario, de los que, eventualmente, tenía bajo control.

Aún es temprano en este conflicto, pero hay señales de cálculos erráticos por parte del invasor.

Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí

COLUMNAS ANTERIORES

Trabajar para un hampón
Israel ataca de nuevo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.