Leon Opalin

Repunte significativo del Covid-19 en Israel

Israel como el resto del mundo, lucha contra una crisis inusualmente compleja. Necesita un liderazgo responsable, inteligente y valiente.

Israel un pequeño país del Medio Oriente con una superficie de solo 22,070 km2 y una población total de 9.9 millones es desde hace dos semanas el quinto país en el mundo en términos de contagios por habitante, delante de Brasil, EUA e India, que van a la cabeza. La semana pasada se documentaron más de 3,000 casos diarios, un marcado contraste con los primeros meses de la pandemia. Ciertamente, a principio de marzo, las autoridades tomaron severas medidas; los vuelos hacia el extranjero fueron cancelados casi en su totalidad. Los comercios no esenciales cerraron y la población fue confinada varias semanas.

La reducción de los contagios, al igual que en países de la Unión Europea, permitió al gobierno acelerar el desconfinamiento, con la reapertura de bares, restaurantes y cafés, lugares de culto y la autorización de bodas y otros eventos, manteniendo el uso obligatorio de mascarillas. Sin embargo, desde julio los contagios se multiplicaron por cinco. El rebrote de la pandemia es atribuido a un desconfinamiento precoz, combinado con medidas limitadas de ayuda económica para los más afectados, incluso se ha registrado hambre en algunos grupos de trabajadores y empleados que fueron despedidos sin ninguna indemnización.

Asimismo, el repunte de la pandemia está vinculado a la desobediencia de grupos religiosos ultraortodoxos y árabes israelíes del distanciamiento social y el uso de mascarillas. También de israelíes jóvenes con una actitud irresponsable de no acatar las restricciones y concurrir a restaurantes y otros sitios de recreo fueron culpables del aumento de los contagios. Hay quien también achaca el rebrote "a un desorganizado sistema sanitario".

En este contexto, Israel experimenta cotidianamente manifestaciones, cada vez más violentas contra la mala gestión de la crisis sanitaria y económica del primer ministro Benjamin Netanyahu, a quien acusan de estar más preocupado "de salvar su pellejo" ante las acusaciones que enfrenta por corrupción.

Para limitar la propagación de la pandemia, las autoridades dividieron recientemente en cuatro categorías a las zonas: roja, anaranjada, amarilla y verde, según la tasa de infección. El ejército respaldará a la policía con más de 7 mil reservistas en esas localidades. Así se decidió confinar a cuarenta localidades y barrios del país por una semana.

En general nuevas restricciones que se imponen serán similares a las de la ola de Covid-19 de marzo, aunque más severas. Se limita el movimiento de personas a las proximidades de su domicilio, se impone el cierre de negocios que no sean esenciales y el cierre de los centros educativos, salvo guarderías. Una fuente israelí que no se identificó declaró a un grupo reducido de periodistas que el estricto confinamiento intenta evitar la "pérdida completa del control, las próximas semanas serán críticas".

Existe temor en particular de que los judíos ultraortodoxos, "semillero del coronavirus junto a los árabes israelíes no cumplan con el cierre de sinagogas en vísperas de fiestas judías de Rosh Hashana y Iom Kipur del 18 al 29 de septiembre". Las autoridades de Israel han informado que en el presente más de 106,000 personas han superado el virus, mientras que la cifra de fallecidos es ligeramente mayor a 1,000.

Un oficial de la policía precisó que quien viole la restricción de movimiento de hasta 500 metros recibirá una multa de aproximadamente 147 dólares, quien se niegue a dispersarse de una congregación no permitida tendrá un multa de 294 dólares y quien abra un negocio no esencial 589 dólares. En este ámbito, el alcalde de Beitarjllit, una ciudad ultraortodoxa de 60,000 habitantes en el sur de Judea y Samaria, señaló que su comunidad no cumplirá con las reglas y acusó al gobierno de discriminar a las ciudades ultraortodoxas como la suya.

A pesar de que el entorno del Covid-19 en Israel es muy complejo, existe confianza en las autoridades de que los ciudadanos retomen un concepto básico del ser judío: el valor de la vida; "una persona vale todo, vale movilizar a la nación y eso se ha visto con la historia"; paralelamente es fundamental que el gobierno de Israel instrumente un plan de economía viable y se apoye a todos los sectores de la economía. El Fondo Monetario Internacional (FMI) contempla una caída del PIB de Israel de 6.3% este año, una reducción sin precedentes en las últimas 4 décadas. El ministerio de Salud espera que la crisis sanitaria dure alrededor de seis meses más. La cultura de la innovación existente en Israel representa un elemento vital para que el país se adapte a la nueva realidad que surgirá cuando aminoren los impactos más severos de la pandemia.

Israel como el resto del mundo, lucha contra una crisis inusualmente compleja. Necesita un liderazgo responsable, inteligente y valiente.

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