Opinión

La cuarta revolución industrial, entre la sorpresa y la preocupación

 

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De manera más frecuente se habla de la cuarta revolución industrial. El debate ha pasado de los foros empresariales y académicos a las mesas familiares y de amigos y las reacciones que se observan pasan de la sorpresa a la preocupación.

En esas mesas son cada vez más comunes las conversaciones sobre los automóviles y camiones autónomos y el desempleo masivo de choferes; la producción en masa de bienes en computadoras 3-D que desplazarían a la mano de obra; sistemas de información que harían obsoletas muchas carreras de profesionistas; robots que harían las veces no sólo de mano de obra no calificada, sino de muy calificada, como los cirujanos; drones que sustituirán a los mensajeros. Es decir, la aplicación del conocimiento científico para diseñar procesos y productos que imiten y mejoren la eficiencia con la que hoy se desarrollan muchas de estas actividades por seres humanos. De ahí la sorpresa y la preocupación sobre el mundo que les tocará vivir a las siguientes generaciones.

Para Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del World Economic Forum, se trata de una transformación jamás experimentada por la humanidad, dada su dimensión, alcance y complejidad. Es pasar de la era de la digitalización de la tercera revolución industrial a la innovación basada en la combinación de los avances del mundo digital con los descubrimientos en otras tecnologías y áreas del conocimiento como la nanotecnología, la inteligencia artificial, la biotecnología, la conservación de la energía, la robótica, el internet de las cosas, etcétera. Si bien la cuarta revolución industrial va mucho más allá de los ejemplos presentados en el primer párrafo, el desplazamiento de mano de obra por la automatización y la robótica en la industria manufacturera y algunos servicios ha llamado la atención por la amenaza que puede significar para economías como la nuestra, con un modelo de crecimiento económico basado, en buena parte, en la exportación de bienes manufactureros que son competitivos por la diferencia en costos de la mano de obra.

El tema es de especial preocupación para países que tienen una gran cantidad de jóvenes incorporándose al mercado de trabajo y una tasa de dependencia (porcentaje de niños y adultos mayores respecto de la población en edad de trabajar) avanzando cada año, como México, contrario a lo que sucede en la OCDE, América del Norte, Chile e incluso los BRICS en promedio. Es decir, nuestro bono demográfico puede no ser tal en una economía como la que promete la cuarta revolución industrial.

Como consecuencia de lo anterior muchos investigadores también esperan el incremento de las tensiones sociales dado el impacto que estos cambios tendrán en la distribución del ingreso y en la disminución de la clase media, que ha venido creciendo en las últimas décadas a partir del incremento en las oportunidades de empleos formales vinculados en buena parte al comercio exterior.

Ese mundo vendrá poco a poco y traerá enormes desafíos para los cuales debemos prepararnos. Una forma de hacerlo es sacarle el mayor provecho posible a la tercera revolución industrial, que es la base sobre la que se va a desarrollar la cuarta.

* El autor es profesor asociado del CIDE.

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